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El zumbido leve de los motores, las luces que parpadeaban en una pantalla y un grupo de chicos concentrados frente a un robot marcaron el pulso de la Muestra Anual de Robótica Educativa que el Instituto IITA realizó en el edificio del COPAIPA. Fue una jornada abierta, intensa, en la que la tecnología se mostró en acción y, sobre todo, en manos jóvenes.
"Tenemos chicos desde los 8 hasta los 20 años mostrando los robots que desarrollaron durante el año", explicó Gustavo Viollaz, director general del instituto, mientras recorría los stands. Hubo competencias de seguimiento de línea, rescate, laberintos y desafíos de precisión. Pero también algo más difícil de medir: el encuentro entre alumnos que, por horarios y niveles, muchas veces no se cruzan durante el ciclo lectivo. "Acá se conocen, comparten y se genera una sinergia muy linda", resumió.
El trabajo en IITA no se organiza estrictamente por edad, sino por niveles de conocimiento. En un mismo equipo pueden convivir chicos de 13 y de 17 años. "Eso permite que haya recambio y que la experiencia se transmita", explicó Viollaz. El resultado de ese método se refleja en los logros: durante el año, equipos del instituto compitieron en Brasil, Misiones y Buenos Aires, obtuvieron podios nacionales y lograron clasificaciones a torneos internacionales en Singapur y Corea.
"Es entrenamiento y concentración"
Uno de los stands que más curiosidad despertó es el de "Neurobot". Sobre la cabeza de una de las alumnas, un casco lector de actividad neuronal capta señales que, tras ser procesadas con inteligencia artificial, se convierten en comandos. En la cara del robot aparecen gestos: una sonrisa, un enojo, una mueca con anteojos. Todo ocurre sin hablar, sin mover un dedo. "Es entrenamiento y concentración. Pensando, se dispara la acción", explicaron los docentes. La aplicación potencial va más allá del juego: el mismo sistema podría permitir que una persona parapléjica controle una silla de ruedas.
Daiana tiene 18 años y forma parte del equipo. Reconoce que no fue sencillo. "Al principio cuesta mucho captar las señales, se confunden, no salen. Pero con práctica se logra", contó. Para ella, el proyecto implicó también salir de su zona de confort. "No pensé que iba a poder hacer algo así. Ver que funciona es muy gratificante".
A pocos metros, otro grupo de chicos trabajaba con un robot de rescate. El desafío combina seguimiento de línea y una zona final donde el robot debe detectar "víctimas", representadas por pelotitas, mediante visión artificial. El robot clasifica, transporta y deposita los objetos en zonas seguras. "Este equipo ganó la Roboliga y se clasificó al mundial de Corea 2026", comentó un instructor.