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Ser docente en una escuela albergue rural no es para cualquiera: lejos de la zona de confort y la familia, los profesores también sufren el desapego y también corren riesgos. Osvaldo Barrientos tiene 55 años, es director de la escuela que visitó El Tribuno esta semana (Coronel Severo de Zequeira El Toro), a 3480 metros sobre el nivel del mar, en La Puna salteña. Nació el 22 de diciembre de 1969 en San Ramón de la Nueva Orán, pero el 23 de junio del 2023 volvió a nacer tras volcar en Santa Rosa de Tastil. Su historia en esta nota.
"Bajaba de El Toro con la camioneta que tenía la escuela, un vehículo Land Rover, con el cual nosotros íbamos a dejar a los niños a todos los parajes más alejados y después de hacer ese recorrido, los viernes, bajaba hacia mi domicilio para traer insumos para el comedor, materiales para el mantenimiento de la escuela", contó el docente a El Tribuno y detalló cómo el accidente en el que casi pierde la vida.
"Lamentablemente el vehículo no tenía muy buen mantenimiento técnico-mecánico la camioneta y pasando Santa Rosa de Tastil, se me cortó la dirección. Volqué y la camioneta dio varios trompos. Iba con la colega Soledad Castro y quedamos a la vera del río, en un pequeño precipicio".
En la visita a la escuela albergue que cuenta con 40 alumnos (30 de ellos se albergan de lunes a viernes por la lejanía de sus hogares), el docente comentó a este diario que hay mucho esfuerzo detrás de cada uno de los profesionales. "Tener una familia no es fácil", sonrió.
"Me decían que perdía mi juventud, yo vivo la vida que me gusta"
Barrientos tiene tres hijos: Gabriela, Alejandro y Cristian, además de su nieta Regina. Los ve cuando puede, pero los lleva presente día a día en su memoria. Su casa está en Cerrillos, pero lleva más tiempo en la ruralidad que en su propio domicilio. "Me decían: 'Estás perdiendo tu juventud'. Yo les comentaba que vivo la vida que me gusta, más allá de que siempre extrañé a la familia".
Junto al director, las profesoras Maribel Barboza (docente de inglés), Carolina Pelo y Guadalupe Romero Zapata (docentes de grado), cumplen una rutina: se reúnen a las 6.30 en Campo Quijano y suben a un vehículo para dirigirse hasta El Toro. También lo hace Cyntia Barboza, la profesora de Educación Física.
Cada una de ellas también tiene una vida sacrificada lejos de sus casas: "Yo tengo una hija de 16 años y no es fácil dejarla con mi mamá, pero es mi trabajo y mi vocación", comentó la profesora Guadalupe.
Carolina, por ejemplo, es la docente más joven: tiene 24 años y pese a la poca experiencia con alumnos "tiene una vocación muy buena", reconoció Barrientos y tampoco ahorró elogios para el resto de las docentes que lo acompañan: "Acá tenés que ser de élite y quienes me acompañan lo son. Puede haber diferencias, como en cada trabajo, pero estoy muy conforme con ellas".