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22 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Dos joyas naturales de Salta: La Caldera y Vaqueros, elegidos por locales y turistas para desconectarse

En una jornada marcada por el sol y la calma invernal, El Tribuno recorrió los paisajes de La Caldera y Vaqueros, dos destinos elegidos por su belleza natural y cercanía a la ciudad de Salta. Entre mates, asados y caminatas, salteños y turistas compartieron sus motivos para volver una y otra vez a estos lugares.
Domingo, 20 de julio de 2025 17:32
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A pocos kilómetros de la capital salteña, La Caldera y Vaqueros se consolidan como dos joyas del norte argentino. Este fin de semana, El Tribuno recorrió ambos lugares y dialogó con visitantes de distintas edades y provincias. Las historias se repitieron con matices: desde quienes buscan tranquilidad y paisaje hasta quienes encuentran en estos lugares una conexión profunda con la fe, la familia y la amistad.

La Caldera: naturaleza, fe y desconexión

Ubicada a solo 22 kilómetros de la ciudad de Salta, La Caldera atrapa por su vegetación, sus costumbres y el imponente Cristo Penitente, de 28 metros de altura. En su base, una moderna capilla y un espacio verde completan una experiencia que combina espiritualidad y contacto con el entorno.

“Nos gusta este lugar porque siempre quisimos ver la naturaleza. Es tranquilo, perfecto para desconectarse”, contó Cristina, quién se acerco desde la zona sur de la ciudad junto a su hija Marianela. Ambas disfrutaban de la tarde tomando mate al aire libre. “Ni el celular agarramos, es una forma de volver a lo simple”, agregó la joven.

Paola, otra visitante habitual, resumió la experiencia en pocas palabras: “Me gusta la gente, el ambiente. El Cristo está hermoso. Este lugar tiene algo especial”.

También Sara Rivas, nacida en Morillo, llegó acompañada de su familia: “Siempre armamos la mesa acá, es una zona escondida y tranquila. Hay misa a veces, y la conexión entre la naturaleza y la fe es total. Venimos a reencontrarnos”.

Vaqueros: el río, el encuentro y la amistad

A solo 10 minutos de la capital salteña, Vaqueros se llena cada fin de semana de familias y grupos de amigos. Su río y su entorno verde son el gran atractivo. El Tribuno recorrió la zona y recogió historias de quienes lo eligen una y otra vez.

“Venimos a disfrutar del Día del Amigo. Es hermoso, tranquilo y hay control. Siempre sacan a la gente que toma de más. Eso te hace sentir seguro”, comentó Claudia, quien llegó con amigas desde la ciudad de Salta. Isabel, su compañera de jornada, destacó: “Lo elegimos porque es cerca, se ve el río y los cerros, y es ideal para pasar el día”.

Maximo, otro visitante frecuente, llegó con toda su familia desde el barrio El Milagro. “Estamos a cinco minutos. Venimos para salir de la rutina, hacer algo distinto, comer un asado con los chicos”, dijo. “Lo mejor es que tenés todo cerca: puestos de comida, espacio para sentarse, sombra. Vaqueros tiene eso que buscás cuando querés descansar”, agregó.

Camila, que también se acercó con amigos, señaló: “Siempre venimos. Hoy elegimos Vaqueros por la vista, la tranquilidad y porque es la última semana de vacaciones. Mate, asado y charla. No hace falta más”.

Historias que viajan: desde Morillo a Vaqueros

El equipo de El Tribuno también dialogó con una familia proveniente de Morillo, que viajó varias horas para pasar el día en Vaqueros. “Nos gusta mucho el clima, las quebradas y la gente. Es otro ritmo, otro aire. Allá también tenemos lo nuestro, pero esto es único”, contaron.

Un domingo diferente para jóvenes judicializados

En Vaqueros también se encontraba Cristian, acompañando a un grupo de jóvenes judicializados de una institución del sur de Salta. “Venimos a pasar el domingo y que los chicos puedan tener un momento distinto, en contacto con la naturaleza. El clima está perfecto, y este lugar tiene todo para relajarse y compartir”, explicó.

La Caldera y Vaqueros no son solo puntos turísticos: son refugios que siguen transmitiendo la esencia salteña. Ya sea para celebrar con amigos, compartir en familia o simplemente contemplar un paisaje que emociona, estos rincones del Valle de Lerma son elegidos una y otra vez por quienes entienden que la verdadera riqueza está en lo simple, lo natural y lo compartido.

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