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23 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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VIDEO. Vencieron barreras con esfuerzo y amor: la historia de Jorge y Carla, un ejemplo de inclusión real en Salta

Jorge y Carla son ciegos, pareja y ejemplo de lucha. Él se acaba de recibir como técnico en seguridad informática. Ella estudia abogacía y trabaja en el Poder Judicial. Juntos enfrentan prejuicios y demuestran que el esfuerzo, cuando hay amor y convicción, rompe cualquier barrera.
Lunes, 22 de septiembre de 2025 20:11
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En la Biblioteca Central de Salta, en la esquina de Belgrano y Sarmiento, Jorge Estrada y Carla Burgos contaron a El Tribuno cómo se gestó su historia de superación. Una historia atravesada por el esfuerzo, la lucha, el amor y la convicción de que las personas ciegas no solo pueden sino que deben tener su lugar en la sociedad.

Jorge, el técnico que programó su futuro

Jorge Estrada acaba de cumplir uno de sus grandes sueños: recibirse como técnico en seguridad informática. Lo logró estudiando en la Universidad Católica de Salta (UCASAL), una carrera que demandó compromiso, disciplina y, sobre todo, superar los obstáculos que impone un sistema educativo que no siempre contempla la accesibilidad.

“Estoy muy feliz. Este título es uno de mis grandes logros personales y profesionales”, expresó con alegría. A lo largo de los años de cursado, tuvo que enfrentarse a materiales no accesibles, pero jamás bajó los brazos. Destacó la predisposición de los profesores para adaptar las plataformas y mejorar el acceso a los contenidos, aunque reconoce que aún queda mucho camino por recorrer.

Jorge maneja con soltura todo tipo de herramientas informáticas. Utiliza lectores de pantalla como JAWS o NVDA para Windows y Orca en Linux, que le permiten trabajar con total independencia. “No hace falta una computadora especial. Ya tengo memorizado el teclado y me manejo perfectamente con todo tipo de programas, desde ofimática hasta redes y plataformas de seguridad informática”, explicó.

Además de su título más reciente, también cuenta con formación en hardware y software. Su próximo objetivo es seguir estudiando: está evaluando comenzar una licenciatura en Tecnología Educativa o especializarse aún más en seguridad informática. “Este mundo exige actualización constante. Y yo quiero seguir aprendiendo”, afirmó.

Lo que hoy anhela con más fuerza es insertarse laboralmente. Y lo paradójico es que el lugar ideal para empezar está desocupado desde 2015: el sector de la Biblioteca Central de Salta destinado a personas ciegas. “El expediente ya está en la parte financiera. Solo falta una firma. Ese cargo fue pensado para una persona como yo”, explicó.

 

Carla, una luchadora del derecho

A su lado, y compartiendo tanto el amor como el compromiso por un futuro mejor, está Carla Burgos, estudiante de abogacía y trabajadora en Ciudad Judicial. También ciega, también persistente.

“Me costó mucho ingresar, pero finalmente pude hacerlo rindiendo un concurso como cualquier otra persona”, relató. Hoy trabaja en la biblioteca de Ciudad Judicial, donde carga legislación para mantener actualizado el sistema interno, brinda soporte digital y, además, colabora en la anonimización de sentencias cuando se requiere.

Todo esto lo hace mientras cursa materias de tercer año de Derecho y se forma constantemente para seguir creciendo profesionalmente. “Las leyes existen, los tratados también. Pero muchas veces, lo primero que ven es la discapacidad. Después, si acaso, a la persona. Eso tiene que cambiar”, reflexionó.

Carla habla con claridad sobre lo que significa trabajar siendo una persona con discapacidad. Asegura que el sistema les exige el doble para conformar, que muchas veces las vacantes no se abren, y que el cumplimiento del cupo del 4% que establece la ley está lejos de alcanzarse en Salta. “No hay estadísticas claras, pero no llegamos ni cerca”, afirmó.

 

Una pareja que se apoya, que lucha, que ama

Jorge y Carla no solo comparten la discapacidad visual. Comparten una vida en común, proyectos, el estudio, las ganas de salir adelante. “Entre los dos siempre nos apoyamos. Nos incentivamos a seguir. Cuando uno flaquea, el otro levanta”, contó Carla.

“Hay que dedicarle tiempo al estudio, al trabajo, a la familia. Pero cuando hay amor, se puede”, agregó. Jorge asiente, orgulloso: “Carla también es un ejemplo. Lo que hace cada día, con la carrera y el trabajo, es admirable”.

Los une no solo el amor, sino también la convicción de que sus logros pueden abrir camino a otros. “Queremos que lo que hacemos no sirva solo para nosotros. Que otros chicos, otras personas con discapacidad, vean que sí se puede. Pero para eso, las oportunidades tienen que estar”, sostuvo Jorge.

 

Un mensaje para la sociedad

Ambos dejaron un mensaje claro, directo y profundamente humano.

Carla: “Queremos que se nos permita ocupar un lugar en la sociedad. Tenemos las capacidades. Solo necesitamos que nos miren sin prejuicios. Que vean lo que sí podemos hacer”.

Jorge: “Si te apasiona algo, no hay límites. A mí me encanta la informática. Y aunque soy ciego, eso nunca fue un impedimento para formarme. Solo falta que me den la oportunidad de demostrarlo”.

Historias como la de Jorge y Carla no solo inspiran. También interpelan. Nos obligan a preguntarnos cuántas personas están esperando una oportunidad que merecen, y cuántas veces como sociedad miramos hacia otro lado.

 

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