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?Criticar la corrupción es predicar en el desierto?

Sabado, 23 de julio de 2011 18:26

El ex diputado provincial radical, el odontólogo Mario René Mimessi, consideró que la situación que se vive en el departamento San Martín, de anarquía y desorden total, ha potenciado la inmigración ilegal, la que provocó un gran colapso en los sistemas de salud, seguridad y educación del departamento norteño.

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El ex diputado provincial radical, el odontólogo Mario René Mimessi, consideró que la situación que se vive en el departamento San Martín, de anarquía y desorden total, ha potenciado la inmigración ilegal, la que provocó un gran colapso en los sistemas de salud, seguridad y educación del departamento norteño.

El departamento San Martín, y particularmente Tartagal, atraviesa una de las situaciones más difíciles de los últimos tiempos. ¿Es atribuible a un solo factor o es una sumatoria de hechos?

Lo que al ciudadano común le interesa de lo que el Estado puede brindarle son la salud, la educación, la seguridad y las condiciones para obtener una vivienda o un empleo. En esos temas el sistema está colapsado, entre otros aspectos, por la inmigración descontrolada que existe.

¿No será una idea políticamente incorrecta la que usted expresa?

Creo que mucha gente piensa lo mismo que yo, pero no lo expresa por falsedad, hipocresía o por algún interés mezquino. No estoy discriminando a nadie y, por el contrario, tengo un respeto muy grande por los bolivianos en cuanto a su capacidad y fuerza de trabajo, su austeridad y el valor que le dan al centavo que ganan con esfuerzo. Hay quienes vienen porque su país no les da las mínimas posibilidades y aquí se convierten en excelentes albañiles, carpinteros o instalan metalúrgicas o cuanto emprendimiento puedan; pero, lamentablemente, hay muchísimos más que son piqueteros, usurpadores o que vienen directamente a hacer abuso de las leyes permisivas de nuestro país. Los ocupantes ilegales son, en su gran mayoría, indocumentados que, haciendo uso de la fuerza, se quedan con terrenos o viviendas. Si no es así, que alguien me explique por qué se produjo este crecimiento poblacional de Tartagal, que no tiene comparación con otras ciudades de la Argentina.

¿En la prestación del servicio de salud el único inconveniente son los inmigrantes ilegales?

No; el otro gran problema es el de las comunidades aborígenes pero no por la salud en sí, sino porque desde distintos sectores se sobreactúa respecto de la defensa de los pueblos ancestrales, indígenas, aborígenes, originarios o como se les quiera llamar. Si hay una comunidad que se ha conformado por la inmigración, es precisamente Tartagal, donde convivieron libaneses, españoles, italianos y alemanes. Si cada uno hubiera querido imponer su idiosincrasia o su cultura, nunca se hubiera conformado una comunidad organizada. Algo similar sucede con los aborígenes o con sus dirigentes, que para algunas cosas -

especialmente cuando están obligados a algo- preservan su cultura y para otras -cuando quieren exigir un derecho- les caben las generales o los beneficios de la ley. En esto tienen mucho de responsabilidad las organizaciones indigenistas que lucran con los indios en lugar de enseñarles a preservar el medio ambiente, a conseguir el sustento, cuidar su salud o aprender que no sólo la dádiva tiene valor.

Es difícil escuchar que alguien diga todo esto...

Por supuesto, porque quien opine así es comparado con Camps o con Astiz. Pero muchísima gente piensa de esa manera, y más aún, tienen pensamientos totalmente discriminatorios como muchos dirigentes políticos que se abrazan a los aborígenes pero que los desprecian profundamente. Otros no lo dicen porque si bien los que amamos la política estamos dispuestos a zambullirnos en una cloaca si es necesario; tenemos familia que no merece sufrir el escarnio o tirar la honra a los perros, y eso sucede cuando se opina con sinceridad de algunos temas. En definitiva, las cosas pueden mejorar para toda la sociedad si cambiamos nuestra filosofía en cuanto a sincerarnos, dejar la hipocresía de lado y, a partir de allí, volver al respeto de la ley y a la Constitución.

En el contexto del norte provincial, otro gran problema son los piqueteros, sean argentinos o inmigrantes ilegales.

El gran problema es la falta de aplicación de las leyes que deben imperar para la convivencia sana, democrática y para que no terminemos “todos contra todos”. Esa es la raíz del problema, el desprecio por la ley y la Constitución y que muchas veces provienen de las propias autoridades. No soy partidario de la mano dura ni nada de esas barbaridades, pero después del saqueo del 2000 en Tartagal no hubo un solo detenido ni un solo imputado. Cuando un juez se atrevió a detener a Pepino Fernández, vinieron Pino Solanas y Victoria Donda a presionar a los magistrados. De los 256 legisladores nacionales, a ninguno se le ocurrió pedirles a estos dos una explicación de por qué interfieren en la Justicia para defender a imputados por delitos penales. Estos aprietes de los grupos piqueteros y la permisividad para con esas actitudes está totalmente reñido con la ley. Es obvio que Tartagal o el departamento San Martín no son una isla y que el ejemplo de estos grupos, que son verdaderas milicias, lo tenemos aquí muy cerca, en Jujuy, con Milagros Sala.

Por último, ¿cómo juegan en todo este contexto los medios de comunicación de la región?

De una forma espantosa, que le hace mucho daño a la ley, a la democracia. Algunos están a la espera de ser comprados por el poder de turno, otros se extralimitan en su condición de alcahuetes, al punto de desinformar y mentir deliberadamente. Hay mucha gente en los medios que son inescuchables.

Prueba de ello es “la suerte extraordinaria” que tienen muchos periodistas y comunicadores que al momento de adjudicar viviendas salen favorecidos, aunque nunca se hayan inscripto; es muy llamativa tanta buena suerte sólo comparada con la suerte de los punteros. Cada barrio tiene su gabinete propio según sea el funcionario que estuvo ejerciendo en la adjudicación. Aunque a alguien esta expresión le parezca graciosa, la realidad es que la corrupción se ha instalado de tal manera, que hablar de estas cosas es como predicar en el desierto y, además, quien se atreve a hacer una crítica tiene que escuchar una andanada de insultos y agravios de quienes se sienten tocados por un comentario.

 

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