Los integrantes de la Revolución Libertadora era mucho lo que tenían que destruir. Y casi lo lograron.
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Los integrantes de la Revolución Libertadora era mucho lo que tenían que destruir. Y casi lo lograron.
Los argentinos no debemos olvidar que alguna vez tuvimos la marina mercante más grande de Sudamérica, fábricas ferroviarias y navieras, otras de grandes motores diésel, los inicios de las industrias automotriz y metalmecánica, y puertos. También estuvimos a la vanguardia de las comunicaciones y los frigoríficos.
Y en Salta tenemos ejemplos irrefutables de lo que la Revolución Libertadora dejó: retrasó en dos años el gasoducto y poliducto Campo Durán-San Lorenzo-Buenos Aires. Lo mismo con los importantes puentes sobre los ríos Bermejo y San Francisco.
En salud, paralizaron las obras del policlínico San Bernardo y el Regional de Cachi, inaugurados cinco años después. Y en energía, se demoraron las construcciones de las hidroeléctricas de Cabra Corral y Corralitos, aplazándose definitivamente las de Zanja del Tigre y el río Mojotoro.
Pero para borrar de plano el Proyecto Nacional no había que ahorrar sangre, por lo que se produjeron los bombardeos a plaza de Mayo, los primeros fusilamientos del siglo XX, la rehabilitación de las cárceles para los presos políticos, el fraude electoral, la anulación de las elecciones, las proscripciones y la derogación de la Constitución Nacional.
La “Libertadora” hizo posible que Churchill, el ex primer ministro de Gran Bretaña, dijera que lo mejor que le había pasado a Inglaterra, después de la segunda Guerrea Mundial, fuera la caída de Perón en Argentina.
Finalmente, logró reimplantar, 10 años más tarde, aquel documento firmado en 1945 por 319 entidades patronales, y que llamaron el “Manifiesto del Comercio y la Industria”. En él, protestaban contra la nueva legislación laboral del Gobierno. Fue suscripta por la Cámara Argentina de Comercio, la Industria y la Producción, Bolsas de Cereales, la Cámara de Grandes Tiendas y Exportadores. Un día después se adhirieron la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas, agregando su reclamo contra el abusivo “Estatuto del Peón”.
Era mucho lo que había que destruir. Y casi lo lograron.