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Los Monos y el gas no convencional

Lunes, 24 de septiembre de 2012 21:33

En el período Devónico, esto es unos 350 a 400 millones de años atrás, durante la época paleozoica, el noroeste argentino junto a gran parte de Bolivia y Paraguay estuvo cubierto por el mar. Esta situación se mantuvo desde mucho antes ya que trozos de continentes y cuencas oceánicas se superpusieron muchas veces desde el lejano periodo Precámbrico.

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En el período Devónico, esto es unos 350 a 400 millones de años atrás, durante la época paleozoica, el noroeste argentino junto a gran parte de Bolivia y Paraguay estuvo cubierto por el mar. Esta situación se mantuvo desde mucho antes ya que trozos de continentes y cuencas oceánicas se superpusieron muchas veces desde el lejano periodo Precámbrico.

Las rocas pizarrosas duras de la Quebrada del Toro, las calizas negras de Las Tienditas (Salta) y de Volcán (Jujuy) pertenecen también a viejos mares. Al igual que las rocas que forman la Sierra de Mojotoro y que podemos apreciar en el Cerro San Bernardo frente a la ciudad de Salta, las que están llenas de fósiles de conchillas marinas y de trilobites que nos hablan de remotas aguas de mar en la región.

Esas rocas fosilíferas pertenecen a los periodos Cámbrico y Ordovícico. Aquellas cuencas oceánicas pretéritas y sus continentes aledaños tenían una disposición geográfica completamente diferente a lo que vemos hoy día. Formaban la parte austral del supercontinente Pangea, o sea el Gondwana, donde América del Sur y África estaban unidas.

La vida era entonces muy primitiva. Los mares tenían abundancia de invertebrados pero no habían aparecido todavía los grupos básicos de vertebrados del tipo peces, reptiles, anfibios y aves. Tampoco las plantas. Con el correr de los millones de años el mar se retiraba en unos casos y avanzaba en otros formando nuevas cuencas oceánicas donde se depositaban los sedimentos que llegaban de la erosión de los continentes vecinos formando capas superpuestas en pilas sedimentarias de varios kilómetros de espesor.

Así se fueron depositando los estratos del periodo Silúrico en las cuales se presenta un extenso depósito de hierro marino, que aflora claramente desde Unchimé a Zapla el cual representó un activo importante en la siderurgia argentina y hoy espera su nueva puesta en valor.

Cuando llegó el periodo Devónico lo que hoy es el territorio de Salta y el noroeste argentino se encontraba a una latitud alta, esto es cerca del círculo polar de entonces.

La posición paleogeográfica de nuestras tierras estaba entonces más allá de lo que hoy es Tierra del Fuego entre los 60 y 70 grados de latitud sur, en una situación “antártica”. El polo sur estaba en el sur África, casi a la latitud de Salta. En esos mares “periantárticos” y deficientes en oxígeno comenzaron a depositarse sedimentos finos, esto es lodos y barros marinos junto con gran cantidad de materia orgánica. Dichos lodos estaban formados por arcillas las cuales se acumulaban en finas capas hojaldradas en el fondo marino que con el correr del tiempo van a dar lugar a una roca que se conoce como lutitas. El cerro San Barnardo está formado en parte por ese tipo de lutitas marinas que parecen las hojas de un libro y que en su interior guardan las impresiones de invertebrados marinos que vivieron en el viejo océano Ordovícico. Volviendo a los mares helados del Devónico, cientos y cientos de metros de arcillas se acumularon en su fondo atrapando los restos orgánicos formados por el material planctónico muerto. En 1996, Eduardo Ottone describió una asociación de esporas, quitinozoos y escolecodontes (dientes silíceos faríngeos de gusanos poliquetos) provenientes del pozo Quebrada Galarza, en la zona de Vespucio, fosilizados en esas sedimentitas. La sedimentación en aquellos mares del Devónico medio fue originando una arcilla negra rica en materia orgánica formada esta por la acumulación de una gran diversidad de grupos y morfologías como por ejemplo, esporas y polen, quistes de dinoflagelados y acritarcas, colonias de algas unicelulares o multicelulares, quitinozoarios, escolecodontes y otros restos de plantas como cutículas y leños, todo lo cual forma parte de la materia orgánica insoluble o querógeno. Gran parte de esa materia orgánica maduraría con el paso del tiempo para dar lugar a la generación de hidrocarburos. Es lo que se denomina una “Roca Madre”, o sea un potente paquete de lutitas negras que se ha dado en llamar “Formación Los Monos”, un término tomado de la estratigrafía boliviana por el nombre de una quebrada en la región de Villamontes.

La Formación Los Monos tiene una gran distribución en el sur de Bolivia y Noroeste de Argentina, incluido el norte del Paraguay, en la gran cuenca Chaco-Paranense que cubre 1.300.000 kilómetros cuadrados.

Su carácter oleo genético ha sido confirmado por estudios geoquímicos realizados para los anticlinales de Ramos y Aguarage. Los hidrocarburos generados son únicamente livianos, dadas las condiciones de profundidad (presión y temperatura) a las que fueron sometidas las rocas madres.

Ahora bien Los Monos está superpuesta a la Formación Huamampampa y está cubierta a su vez por la Formación Iquiri, todas de edad devónica. Hacia ellas fueron inyectados los hidrocarburos liberados de Los Monos y hoy son rocas reservorios.

Pero no todo el gas fue expulsado y quedó atrapado en formaciones permeables infra o suprayacentes como “convencional”, sino que también quedó gas seco atrapado en la propia roca madre y que por su baja permeabilidad se considera como “no convencional”. Últimamente se prefiere llamar “no convencional” al gas atrapado en rocas que no puede ser explotado económicamente a menos que se estimule el fracturamiento hidráulico del reservorio mediante técnicas que incluyen además pozos horizontales y multilaterales.

Un cambio radical

Hasta ahora los geólogos consideraban a la roca madre simplemente como generadora de hidrocarburos pero estéril ya que estos fueron arrojados de allí. Es más, se las tomaba como una molestia que había que sortear para llegar a las formaciones portadoras del gas y del petróleo.

En las últimas dos décadas esto cambió radicalmente por los desarrollos en Estados Unidos y las lutitas negras pasaron a ser consideradas roca almacén, además de roca madre. La gran diferencia con un yacimiento convencional es que este tiene límites físicos definidos por la estructura que lo contiene, caso de las combaduras de la corteza conocidas como pliegues anticlinales. En cambio las lutitas negras se desarrollan en grandes extensiones y alcanzan centenas de metros de espesor.

Por lo tanto contienen increíbles volúmenes listos para extraerse si se dispone de la tecnología necesaria. La República Argentina está considerada como uno de los principales países del mundo en recursos de hidrocarburos no convencionales. Los mejores desarrollos de la Formación Los Monos en subsuelo se encuentran en los departamentos de San Martín y Rivadavia.

La única contra, que también es válido para los yacimientos convencionales, es la profundidad a que se encuentran los depósitos de hidrocarburos líquidos y gaseosos que varían entre los 3000 y los 6000 por debajo de la superficie.

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