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La salita está sin enfermeros por agresiones

Lunes, 08 de abril de 2013 19:50

Ni médicos ni enfermeros quieren trabajar después de las tres de la tarde en el puesto de salud “René Favaloro” del populoso barrio San Jorge, ubicado en el sector sur de Rosario de Lerma. Las enfermeras aseguran que son agredidas y amenazadas por las patotas de la zona.

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Ni médicos ni enfermeros quieren trabajar después de las tres de la tarde en el puesto de salud “René Favaloro” del populoso barrio San Jorge, ubicado en el sector sur de Rosario de Lerma. Las enfermeras aseguran que son agredidas y amenazadas por las patotas de la zona.

De igual manera sucede con las ambulancias del hospital cuando acuden a auxiliar a algún enfermo.

Pero, por otro lado, la gente también se queja porque no es atendida por médicos especialistas y porque no hay buena atención en el centro de salud, que asiste a una población de seis mil personas.

Los reclamos se dirimen entre las amenazas y la falta de atención. Es que todo el problema es uno solo: la inseguridad.

El centro de salud está emplazado en el medio del barrio. Fue ampliado con la construcción de dos consultorios anexos y una sala de odontología totalmente equipada, obra que realizó el municipio tiempo atrás.

La finalidad era optimizar el funcionamiento de este puesto para el beneficio de los vecinos, en su mayoría trabajadores rurales, con familias numerosas. Lamentablemente la situación de inseguridad puso en jaque a los vecinos y a los enfermeros y médicos del puesto. “Los vecinos piden mayor atención sanitaria, pero los enfermeros y agentes sanitarios dicen que son víctimas de agresiones, insultos y robos. Nadie quiere atender pasadas las tres de la tarde porque aducen que en el barrio las patotas hacen lo que quieren. Esto es inconcebible. Vamos a convocar a las autoridades policiales y sanitarias al Concejo Deliberante para buscar una solución inmediata”, explicó a El Tribuno la edil Nora Yapura.

Llamativamente, a escasos metros del puesto sanitario se construye una comisaría que fue prometida por el Gobierno cuando una vecina de este mismo barrio fue asesinada por drogadictos y patoteros. “La obra no se termina aún, pero sería ideal acelerar su construcción para frenar estos hechos de violencia que perjudican tanto a la población. Es necesario que todos actúen de inmediato para impedir que el vandalismo se naturalice”, acotó la concejal.

“Hay chicos que piden Rivotril”

El Tribuno logró dialogar con algunas enfermeras que atienden en el puesto sanitario.
Manifestaron su temor de cada día, cuando tienen que asistir a los vecinos del barrio.
“La gente que amenaza es la misma que minutos antes fue atendida. Hay muchachos que nos piden psicofármacos, como el Rivotril, y cuando les decimos que no tenemos nos insultan y luego nos siguen a la salida del barrio”, comentó una enfermera.
También los robos son comunes en este puesto.
“Se llevan las jeringas descartables. Hay veces que no tenemos luz porque se desaparecen los tubos fluorescentes. Y las ambulancias son apedreadas cuando llegan a la madrugada a socorrer a algún enfermo que la solicita.

Inseguridad

Frente a este puesto sanitario funciona un moderno Salón de usos múltiples, una escuela, una Sala de Jardín de Infantes, y a dos cuadras del lugar el municipio construye un complejo deportivo.
Según algunos vecinos y exdirigentes barriales, “la situación de inseguridad se debe a la presencia de gente que desde hace tiempo llegó al barrio proveniente de la periferia de la capital con malas mañas” y contaminan a los jóvenes del barrio”, por lo que pidieron urgentes medidas para erradicar a las patotas.

 

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