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El Papa santificó a dos monjas latinoamericanas y a mártires italianos

Domingo, 12 de mayo de 2013 14:26

El papa Francisco elevó hoy a la gloria de los altares a los primeros santos de su pontificado, al canonizar en una ceremonia solemne en la plaza de San Pedro a dos monjas latinoamericanas -la colombiana Laura Montoya y la mexicana María Guadalupe García Zavala- así mismo a 800 mártires italianos que se negaron a convertirse al islam en el siglo XV.
El sumo pontífice aprovechó la ocasión para lanzar un firme llamado a favor de la pacificación de México y Colombia, contra el "aburguesamiento del corazón que nos paraliza" dijo, y las persecuciones religiosas que sufren los católicos en todo el mundo.
En la homilía, bajo un sol primaveral, ante miles de asistentes y delegaciones oficiales, en particular de Colombia y México, el Papa invitó a los fieles a seguir el ejemplo de las nuevas santas, que dedicaron sus vidas a los pobres, a los enfermos, a los marginados y a los indígenas.
Frente a la fachada de la basílica colgaban los enormes retratos de las monjas latinoamericanas y un tapiz que representaba a los mártires italianos, encabezados por el humilde zapatero Antonio Primaldo, todos cruelmente decapitados por los musulmanes y emblema de la iglesia perseguida de todas las épocas, al negarse a abjurar de su fe.
"Los incluimos en el libro de los santos y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos", dijo el Papa tras pronunciar la tradicional fórmula en latín.
La monja colombiana Laura Montoya y Upegui (1874-1949) y la mexicana Guadalupe García Zavala (1878-1963) son dos ejemplos de "caridad" que se oponían "al aburguesamiento del corazón", dijo el Papa improvisando.
"No hay que tener vergüenza, ni miedo ni disgusto de tocar la carne de Cristo", agregó Francisco, que repasó la vida de las dos religiosas.
De la primera santa colombiana, considerada la madre espiritual de los indígenas", Francisco elogió su eficaz pedagogía, el respeto por la cultura indígena y el "no haberse contrapuesto a ella", como ocurría al inicio del siglo XX, cuando los indígenas eran despreciados y discriminados.La religiosa era "una especie de vanguardia de la Iglesia", explicó el Papa, quien la propuso a los colombianos como ejemplo
de "concordia y reconciliación" al invitarlos con un firme llamado a seguir "trabajando por la paz y el justo desarrollo" del país durante la oración dominical.
De la religiosa mexicana, Santa Guadalupe García Zavala, el Papa dijo que "renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos".
"La Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión", comentó el Papa, aplaudido por grupos de mexicanos, entre ellos varias monjas con el sombrero de mariachiS.
"Ella me hizo un milagro", contó María Rosales Gómez, de Guadalajara, quien quiso a toda costa viajar para la canonización. Francisco encomendó a la segunda santa mexicana que "interceda" para que México "destierre toda violencia e inseguridad", generando emoción entre los peregrinos que asistían.
La segunda santa mexicana, después de María de Jesús Sacamentado, vivió la persecución religiosa en México, durante la llamada "guerra cristera" en el siglo pasado, que comenzó en 1911, pero se intensificó entre 1926 y 1929.
La fundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María de los Pobres, enteramente dedicada a curar a los enfermos particularmente necesitados, cuenta ahora con 22 fundaciones en México, Perú, Grecia e Italia. 

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El papa Francisco elevó hoy a la gloria de los altares a los primeros santos de su pontificado, al canonizar en una ceremonia solemne en la plaza de San Pedro a dos monjas latinoamericanas -la colombiana Laura Montoya y la mexicana María Guadalupe García Zavala- así mismo a 800 mártires italianos que se negaron a convertirse al islam en el siglo XV.
El sumo pontífice aprovechó la ocasión para lanzar un firme llamado a favor de la pacificación de México y Colombia, contra el "aburguesamiento del corazón que nos paraliza" dijo, y las persecuciones religiosas que sufren los católicos en todo el mundo.
En la homilía, bajo un sol primaveral, ante miles de asistentes y delegaciones oficiales, en particular de Colombia y México, el Papa invitó a los fieles a seguir el ejemplo de las nuevas santas, que dedicaron sus vidas a los pobres, a los enfermos, a los marginados y a los indígenas.
Frente a la fachada de la basílica colgaban los enormes retratos de las monjas latinoamericanas y un tapiz que representaba a los mártires italianos, encabezados por el humilde zapatero Antonio Primaldo, todos cruelmente decapitados por los musulmanes y emblema de la iglesia perseguida de todas las épocas, al negarse a abjurar de su fe.
"Los incluimos en el libro de los santos y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos", dijo el Papa tras pronunciar la tradicional fórmula en latín.
La monja colombiana Laura Montoya y Upegui (1874-1949) y la mexicana Guadalupe García Zavala (1878-1963) son dos ejemplos de "caridad" que se oponían "al aburguesamiento del corazón", dijo el Papa improvisando.
"No hay que tener vergüenza, ni miedo ni disgusto de tocar la carne de Cristo", agregó Francisco, que repasó la vida de las dos religiosas.
De la primera santa colombiana, considerada la madre espiritual de los indígenas", Francisco elogió su eficaz pedagogía, el respeto por la cultura indígena y el "no haberse contrapuesto a ella", como ocurría al inicio del siglo XX, cuando los indígenas eran despreciados y discriminados.La religiosa era "una especie de vanguardia de la Iglesia", explicó el Papa, quien la propuso a los colombianos como ejemplo
de "concordia y reconciliación" al invitarlos con un firme llamado a seguir "trabajando por la paz y el justo desarrollo" del país durante la oración dominical.
De la religiosa mexicana, Santa Guadalupe García Zavala, el Papa dijo que "renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos".
"La Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión", comentó el Papa, aplaudido por grupos de mexicanos, entre ellos varias monjas con el sombrero de mariachiS.
"Ella me hizo un milagro", contó María Rosales Gómez, de Guadalajara, quien quiso a toda costa viajar para la canonización. Francisco encomendó a la segunda santa mexicana que "interceda" para que México "destierre toda violencia e inseguridad", generando emoción entre los peregrinos que asistían.
La segunda santa mexicana, después de María de Jesús Sacamentado, vivió la persecución religiosa en México, durante la llamada "guerra cristera" en el siglo pasado, que comenzó en 1911, pero se intensificó entre 1926 y 1929.
La fundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María de los Pobres, enteramente dedicada a curar a los enfermos particularmente necesitados, cuenta ahora con 22 fundaciones en México, Perú, Grecia e Italia. 

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