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16 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Histórico centro de encuentro social de los salteños

Sabado, 08 de junio de 2013 21:08

La plaza de los salteños es, desde su creación, el lugar donde se desarrollaron actividades importantes, que completaron las páginas de la historia de esta provincia. Con el correr del tiempo su aspecto fue cambiando con mejoras estructurales y el lugar se abrió para el disfrute de los pobladores. Es que la plaza le pertenece a Salta y a los salteños: allí, durante largas tardes de paseos se descubrieron algunos amores y se terminaron otros. Fue el espacio donde cada fin de semana se encontraban los amigos, se desarrollaban actividades culturales y antiguamente también, se la vestía de fiesta para cada celebración patria y para venerar al Señor y la Vírgen del Milagro. Tal es así que los historiadores cuentan que fue el centro neurálgico de la ciudad y a lo largo de la historia tuvo innumerables usos. A su alrededor hubo cine, teatro, la sede de la Casa de Gobierno, la Iglesia, y eso es una muestra de la importancia que tuvo siempre en la escena social o política. A fines del siglo XIX comienzan algunas obras para convertirla en una plaza de esparcimiento. Antes de eso era una plaza “seca” donde había venta de frutas y verduras, carne y agua. Fue la empresa de los hermanos Noé Macchi la responsable de embellecer unos años antes, cerca de 1865, la plaza central. En la oportunidad se colocaron plantaciones de naranjas y asientos, que debían formar calles en los cuatros frentes.

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La plaza de los salteños es, desde su creación, el lugar donde se desarrollaron actividades importantes, que completaron las páginas de la historia de esta provincia. Con el correr del tiempo su aspecto fue cambiando con mejoras estructurales y el lugar se abrió para el disfrute de los pobladores. Es que la plaza le pertenece a Salta y a los salteños: allí, durante largas tardes de paseos se descubrieron algunos amores y se terminaron otros. Fue el espacio donde cada fin de semana se encontraban los amigos, se desarrollaban actividades culturales y antiguamente también, se la vestía de fiesta para cada celebración patria y para venerar al Señor y la Vírgen del Milagro. Tal es así que los historiadores cuentan que fue el centro neurálgico de la ciudad y a lo largo de la historia tuvo innumerables usos. A su alrededor hubo cine, teatro, la sede de la Casa de Gobierno, la Iglesia, y eso es una muestra de la importancia que tuvo siempre en la escena social o política. A fines del siglo XIX comienzan algunas obras para convertirla en una plaza de esparcimiento. Antes de eso era una plaza “seca” donde había venta de frutas y verduras, carne y agua. Fue la empresa de los hermanos Noé Macchi la responsable de embellecer unos años antes, cerca de 1865, la plaza central. En la oportunidad se colocaron plantaciones de naranjas y asientos, que debían formar calles en los cuatros frentes.

El ingeniero Plácido Aimo, proyectó la obra de la Pirámide que fue instalada al centro de la plaza. El cuerpo central se realizó con piedras extraídas del cerro San Bernardo. Para regar los naranjos que adornaban la plaza se construyó un pozo al lado de la pirámide. La obra fue demolida antes de 1918 y para esa fecha ya estaba por concluirse el monumento al Gral. Juan Antonio Alvarez de Arenales, del escultor español Arturo Dresco. Al principio, esta plaza estuvo rodeada de verjas de madera para evitar la entrada de animales. En esa época, los cuatro jardines de la plaza tenían especies tradicionales: mo lles, tarcos y ceibos. 

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