Desde el sábado, esa estructura metálica, que costó casi 50.000, quedó deforme. En ese barrio, los vecinos dicen que un colectivo embistió contra el parador. "Hace dos días le habían puesto el vidrio y no duró nada", comentó Ignacio.
Ayer, un inspector de Saeta. mientras tomaba fotografías, descartó que se tratara de un acto de vandalismo. En otros puntos de la ciudad, por cierto, esa infraestructura fue arruinada con grafitis y afiches de todo tipo.
Este incidente enciende luces amarillas sobre los materiales y las características de los paradores que licitó la Secretaría de Obras Públicas de la Provincia ¿Son realmente seguros?, se plantearon los pasajeros. También hay preocupación por la forma en que manejan y maniobran los choferes.
No es la primera vez que el conductor de una unidad de Saeta destroza un parador. Hace más de un mes, en la calle 5 del barrio Santa Ana, a pocos metros de la escuela César Perdiguero, ocurrió un accidente similar.
Desde ese entonces jamás se reparó esa infraestructura. Aún hoy quedan pequeños vidrios en el piso, mientras por allí caminan niños y adultos.
Delia Morel, una vecina, les pedía a sus hijos que no se quedaran debajo del parador. Teme que se desprendan vidrios del techo y que les caigan sobre la cabeza.
"Es un verdadero peligro. Ojalá las autoridades se ocupen de dejar este parador en condiciones", agregó la mujer.
Walter García también esperaba el ómnibus. El joven trabajador lamentó que tras el accidente nadie haya intervenido. "Lo dejaron así, en total abandono", expresó.
El lunes El Tribuno publicó un informe sobre las pésimas condiciones en que están los 60 paradores que fueron contratados a la empresa Ernesto Giménez por $3 millones.
Pese a que no se terminaron de instalar, muchos están dañados con garabatos, leyendas y afiches políticos.
Evelyn Pomar, una joven de barrio Parque Belgrano, esperaba el Transversal sobre la avenida Patrón Costas. Allí, el nuevo parador está a centímetros de la banquina. No obstante, la joven dijo que con esa infraestructura se siente más segura. "Al menos, el colectivero y otros conductores tienen en cuenta que hay gente".
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Desde el sábado, esa estructura metálica, que costó casi 50.000, quedó deforme. En ese barrio, los vecinos dicen que un colectivo embistió contra el parador. "Hace dos días le habían puesto el vidrio y no duró nada", comentó Ignacio.
Ayer, un inspector de Saeta. mientras tomaba fotografías, descartó que se tratara de un acto de vandalismo. En otros puntos de la ciudad, por cierto, esa infraestructura fue arruinada con grafitis y afiches de todo tipo.
Este incidente enciende luces amarillas sobre los materiales y las características de los paradores que licitó la Secretaría de Obras Públicas de la Provincia ¿Son realmente seguros?, se plantearon los pasajeros. También hay preocupación por la forma en que manejan y maniobran los choferes.
No es la primera vez que el conductor de una unidad de Saeta destroza un parador. Hace más de un mes, en la calle 5 del barrio Santa Ana, a pocos metros de la escuela César Perdiguero, ocurrió un accidente similar.
Desde ese entonces jamás se reparó esa infraestructura. Aún hoy quedan pequeños vidrios en el piso, mientras por allí caminan niños y adultos.
Delia Morel, una vecina, les pedía a sus hijos que no se quedaran debajo del parador. Teme que se desprendan vidrios del techo y que les caigan sobre la cabeza.
"Es un verdadero peligro. Ojalá las autoridades se ocupen de dejar este parador en condiciones", agregó la mujer.
Walter García también esperaba el ómnibus. El joven trabajador lamentó que tras el accidente nadie haya intervenido. "Lo dejaron así, en total abandono", expresó.
El lunes El Tribuno publicó un informe sobre las pésimas condiciones en que están los 60 paradores que fueron contratados a la empresa Ernesto Giménez por $3 millones.
Pese a que no se terminaron de instalar, muchos están dañados con garabatos, leyendas y afiches políticos.
Evelyn Pomar, una joven de barrio Parque Belgrano, esperaba el Transversal sobre la avenida Patrón Costas. Allí, el nuevo parador está a centímetros de la banquina. No obstante, la joven dijo que con esa infraestructura se siente más segura. "Al menos, el colectivero y otros conductores tienen en cuenta que hay gente".