Se trata de un comercio casi centenario que bajará sus persianas definitivamente el próximo 29 de julio porque como negocio dejó de ser rentable. La noticia impactó en los más nostálgicos.
"Se debe dejar bien en claro que esto no es por culpa de las últimas políticas económicas del nuevo gobierno. Son más de 10 años que vienen siendo malos para los libreros y especialmente para los comercios del centro", dijo Salas.
Lo que trata de decir el comerciante es que son muchos años de políticas que fueron produciendo un paulatino deterioro en las ganancias.
Apoya su argumento el cierre de comercios históricos como librería Sarmiento o la armería Canigo.
"Yo lo único que pedía siempre eran reglas claras", dijo el hombre. Y con esto hace referencia a la imposibilidad de luchar contra la competencia ilegal.
En tiempos de comienzo de clases son muchos los manteros que se apostan en su vereda vendiendo útiles escolares. "La venta irregular es un problema histórico no resuelto por varios intendentes. Ahora para controlar los comercios del centro son muy buenos. Entonces, vos podés ver a los inspectores de Control de la Municipalidad que salen a pescar en una pecera, es decir que solo hacen el recorrido por los negocios del centro; más allá de la San Juan ya no van, es muy lejos para ellos", se quejó.
A la gran cantidad de mercadería de dudosa procedencia que se vende en la calle se le suman las denominadas "truchas", que se encuentran en las ferias de la zona del mercado San Miguel. Mochilas originales que se venden a 300 pesos en esa librería compiten con las copias de las pulgas a poco más de 100 pesos.
Desleal
Otra competencia desleal la brindan los supermercados que venden artículos de librería. Se debe recordar que esos artículos se venden hasta en las farmacias. Lo que sí es imposible ver es que en una librería venda medicamentos.
Los supermercados tienen mucha "ayuda" para abrir durante los fines de semana. Salas debe pagar mucho más para abrir un sábado o un domingo que lo que paga un súper. "Lo que se vende todo el año son los repuestos de hojas. Yo me doy una vuelta por los súper y veo los precios con los cuales es imposible competir. Los venden más bajos que los que yo la pago a mis proveedores", dijo.
En otra de sus reflexiones dijo que las grandes cadenas cuentan con beneficios y exensiones impositivas porque emplean a mucha gente.
"Los funcionarios deben entender que los pequeños comercios del centro somos muchos, empleamos a mucha gente, pero la presión tributaria es imposible", finalizó.
Lo cierto es que ahora cuatro trabajadores más quedan en la calle y se suman a la gran nómina de desocupados.
Son empleados que estuvieron entre 25 y 28 años en relación de dependencia con la firma. Ahora están liquidando toda la mercadería porque con lo que se recaude van a cobrar sus indemnizaciones.
Todo el panorama es sombrío porque se trata de un comercio al cual le faltaban 4 años para cumplir el centenario. Lo comenzó Bartolomé Salas y lo continuó su hija Mila, luego se encargó Marcelo.
La librería San Martín vio a demasiadas generaciones de salteños crecer.
Estuvo hasta el año 1964 en lo que hoy es la plazoleta IV Siglos, en una construcción al lado del Cabildo. Luego se trasladó a calle Caseros, en donde cerrará sus puertas definitivamente antes de fin de mes.
"La forma más elegante de salir"
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Se trata de un comercio casi centenario que bajará sus persianas definitivamente el próximo 29 de julio porque como negocio dejó de ser rentable. La noticia impactó en los más nostálgicos.
"Se debe dejar bien en claro que esto no es por culpa de las últimas políticas económicas del nuevo gobierno. Son más de 10 años que vienen siendo malos para los libreros y especialmente para los comercios del centro", dijo Salas.
Lo que trata de decir el comerciante es que son muchos años de políticas que fueron produciendo un paulatino deterioro en las ganancias.
Apoya su argumento el cierre de comercios históricos como librería Sarmiento o la armería Canigo.
"Yo lo único que pedía siempre eran reglas claras", dijo el hombre. Y con esto hace referencia a la imposibilidad de luchar contra la competencia ilegal.
En tiempos de comienzo de clases son muchos los manteros que se apostan en su vereda vendiendo útiles escolares. "La venta irregular es un problema histórico no resuelto por varios intendentes. Ahora para controlar los comercios del centro son muy buenos. Entonces, vos podés ver a los inspectores de Control de la Municipalidad que salen a pescar en una pecera, es decir que solo hacen el recorrido por los negocios del centro; más allá de la San Juan ya no van, es muy lejos para ellos", se quejó.
A la gran cantidad de mercadería de dudosa procedencia que se vende en la calle se le suman las denominadas "truchas", que se encuentran en las ferias de la zona del mercado San Miguel. Mochilas originales que se venden a 300 pesos en esa librería compiten con las copias de las pulgas a poco más de 100 pesos.
Desleal
Otra competencia desleal la brindan los supermercados que venden artículos de librería. Se debe recordar que esos artículos se venden hasta en las farmacias. Lo que sí es imposible ver es que en una librería venda medicamentos.
Los supermercados tienen mucha "ayuda" para abrir durante los fines de semana. Salas debe pagar mucho más para abrir un sábado o un domingo que lo que paga un súper. "Lo que se vende todo el año son los repuestos de hojas. Yo me doy una vuelta por los súper y veo los precios con los cuales es imposible competir. Los venden más bajos que los que yo la pago a mis proveedores", dijo.
En otra de sus reflexiones dijo que las grandes cadenas cuentan con beneficios y exensiones impositivas porque emplean a mucha gente.
"Los funcionarios deben entender que los pequeños comercios del centro somos muchos, empleamos a mucha gente, pero la presión tributaria es imposible", finalizó.
Lo cierto es que ahora cuatro trabajadores más quedan en la calle y se suman a la gran nómina de desocupados.
Son empleados que estuvieron entre 25 y 28 años en relación de dependencia con la firma. Ahora están liquidando toda la mercadería porque con lo que se recaude van a cobrar sus indemnizaciones.
Todo el panorama es sombrío porque se trata de un comercio al cual le faltaban 4 años para cumplir el centenario. Lo comenzó Bartolomé Salas y lo continuó su hija Mila, luego se encargó Marcelo.
La librería San Martín vio a demasiadas generaciones de salteños crecer.
Estuvo hasta el año 1964 en lo que hoy es la plazoleta IV Siglos, en una construcción al lado del Cabildo. Luego se trasladó a calle Caseros, en donde cerrará sus puertas definitivamente antes de fin de mes.