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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Se cumplen 40 años de la gran hazaña de Independiente en Córdoba

El 25 de enero de 1978 se consagró campeón del Nacional al vencer con 8 hombres a Talleres de Córdoba. El triunfo, deportivo y político, dio inicio a la era Grondona en la AFA.
Jueves, 25 de enero de 2018 00:17

Independiente registró “la mayor hazaña de su historia”, según la calificó su máximo ídolo y gestor de la misma, Ricardo Enrique Bochini, el 25 de enero de 1978, justo el día de su cumpleaños número 24, cuando con ocho jugadores logró empatarle 2-2 a Talleres, en Córdoba, para consagrarse campeón del Nacional 1977 y, por razones políticas, cambiar también el futuro del fútbol argentino.
Independiente había ganado cuatro Copa Libertadores consecutivas en los años 1972-73-74-75, pero en el plano local no conocía lo que era salir campeón desde el Metropolitano de 1971.
Por entonces los campeonatos se jugaban anualmente con un Metropolitano de ‘larga duración‘ y sobre el final del año un Nacional abreviado, del que además de los que habían disputado el certamen anterior se sumaban los clasificados del interior del país, dividiéndose la competencia en cuatro zonas de ocho componentes cada una,es decir, 32 participantes.
Los primeros de cada grupo jugaban las semifinales (el primero del A con el del C y el del B con el del D).
Así, Newell’s Old Boys, que lideró la zona A, se enfrentó con Talleres, que se adjudicó la C, ganando los cordobeses, mientras que Estudiantes de La Plata, que obtuvo el B, cayó ante Independiente, primero del D.
Talleres llegó así a su única definición por el título en primera división, pero lo hacía precedido de excelentes campañas verificadas en campeonatos inmediatamente anteriores, que habían comenzado con la revolucionaria llegada a la dirección técnica del equipo de Ángel Labruna y ahora estaba a punto de coronar Roberto Saporiti.
Por el lado de Independiente la referencia era su entrenador, José Omar Pastoriza, fresco en esa historia de calzarse el buzo de entrenador, pero dejando su impronta en el plantel del “rojo” tanto en lo futbolístico como en lo humano, algo esto último que resultaría vital para la final que los de Avellaneda debían afrontar ante los de Córdoba.
Claro que en el medio había algunos ‘intereses‘ políticos que cubrieron de un manto de sospecha todo lo que iba a acontecer en el partido revancha de la final que tendría lugar en Córdoba, a tal punto que producto de algunas irregularidades en su tarea, el árbitro de aquel encuentro, Roberto Barreiro, no iba a dirigir más, quedando aquel cotejo como el último de su carrera.
Recién 31 años más tarde sucedería algo similar con un árbitro, en este caso Gabriel Brazenas, quien por su polémico desempeño en la definición del Torneo Clausura 2009 que el Vélez Sarsfield de Ricardo Gareca le ganó al Huracán de Angel Cappa, ya no volvería a ejercer su profesión después de aquel partido.
El tinte político de aquella resolución de un campeonato Nacional que empezó en 1977 y terminó en 1978 por la tardía definición del campeonato Metropolitano anterior, que finalizó el 13 de noviembre, lo que obligó a apretar mucho el calendario con partidos entre semana, estuvo dado por la intromisión de algunos referentes del gobierno de facto de entonces.
El por entonces Comandante del III Cuerpo de Ejército de Córdoba era el General de División Luciano Benjamín Menéndez, quien tenía especial interés en que desde esta provincia surgiera el campeón del fútbol argentino, un hecho inédito del que pensaba sacar rédito político, según referían las crónicas de entonces.
Y el presidente de Talleres era Amadeo Nuccetelli, un dirigente de mucho predicamento dentro del ámbito de AFA, a tal punto que aspiraba a su presidencia. Y su gran contrincante para acceder a ese cargo no era otro que Julio Humberto Grondona, a la sazón titular de Independiente. Por eso en aquella final se dirimía mucho más que la obtención de un campeonato de fútbol.
El partido de ida se jugó en Avellaneda el 21 de enero y terminó igualado 1 a 1, mostrando la solidez futbolística de los cordobeses. Ambos goles fueron marcados mediante tiros penales por intermedio de Enzo Trossero para Independiente y Ricardo Cherini para Talleres.
La revancha se llevó a cabo cuatro días después en la capital cordobesa y en la previa los dueños de casa aparecían como los grandes favoritos, lo que había desatado una ola triunfalista ya no solamente en el pueblo ‘tallarín‘ sino en la provincia toda, ante la magnitud de lo que podía suceder.
‘La Boutique‘, el estadio de Talleres capaz de albergar a 25.000 espectadores, esa noche tuvo, según los organizadores, solamente 19.000 localidades vendidas, aunque nadie dudaba que los 6.000 faltantes también estaban ocupando las graderías.
José Daniel Valencia (uno de los más grandes talentos de la década del °70) y José “Pepona” Reinaldi, emblema del fútbol cordobés ex Belgrano y River Plate, Luis Galván y Luis ‘Hacha‘ Ludueña, eran los nombres que le daban brillo al fútbol de Talleres.
En aquella final televisada en directo para Córdoba y zonas aledañas, pero en diferido para el resto del país, Independiente se fue al descanso ganando 1 a 0 con gol de Norberto ‘Madera‘ Outes, potenciando así las chances del “rojo” por la doble validez del gol de visitante.
Pero el partido empezó a entrar en la historia grande del fútbol argentino sobre el cuarto de hora del segundo tiempo, cuando Barreiro le otorgó un penal a Talleres por una supuesta mano de Rubén Pagnanini que no había sido tal. La que sí existió fue la del delantero local Ángel Bocanelli 10 minutos después, para introducir el balón en el arco de Independiente tras un tiro de esquina, pero esa el árbitro no la advirtió.
Entonces, con el marcador 2 a 1 abajo se desató una masiva protesta de los jugadores de Independiente que derivó en las expulsiones simultáneas de tres referentes: Los volantes Rubén Galván y Omar Larrosa más el zaguero Enzo Trossero, que por esa reacción sería suspendido nada menos que con 20 fechas para el campeonato Metropolitano de 1978.
Los ocho futbolistas restantes del “rojo”, con Bochini a la cabeza, le pidieron a Pastoriza retirarse de la cancha, pero entonces fue el momento del “click” que cambiaría y haría la historia, ya que a contrapelo de lo que pretendían sus dirigidos, el técnico los encaró con una frase que se recordará por siempre en media Avellaneda: ‘Sean hombres y quédense que lo ganamos‘.
Pero no se quedó solamente con esas palabras el “Pato”, sino que actuó en consecuencia y quizá, perdido por perdido, aunque sin perder nunca la serenidad, sacó de la cancha a los dos extremos (entonces wines), César Brítez y Pedro Remigio Magallanes, y puso en sus lugares al ex Temperley Mariano Biondi y a Daniel Bertoni, que volvía de una lesión.
En esos dos nombres y en el “Bocha” encontraría Independiente la llave que lo conduciría al título a apenas a siete minutos del final y cuando ocho contra once los tres se asociaron en una jugada maravillosa de toques y paredes, pletórica de fútbol, que el “ídolo mayor” coronó en la red con un remate alto, pegado al travesaño, cuando en la línea de sentencia solamente quedaban dos defensores ‘tallarines‘.
Después llegó el momento de defenderse, algo que Independiente hizo dignamente con tenencia de pelota, para desesperación de la abigarrada parcialidad local que, entre incrédula y resignada, terminó aplaudiendo hidalgamente al inesperado campeón.
Pero ese triunfo también definió, como fue dicho, la historia del fútbol argentino, porque potenció la candidatura de Grondona por encima de la de Nuccetelli para tomar la presidencia de la AFA, algo a lo que ‘Don Julio‘ accedería un año después, para permanecer en el sillón de Viamonte 1.366 hasta su muerte, acontecida el 30 de julio de 2014, 35 años después. Independiente le ganó a Talleres mucho más que la final.
La síntesis de aquel partido fue la siguiente:
Talleres: Rubén Guibaudo; Eduardo Astudillo, Luis Galván, Víctor Binello y Victorio Ocaño; Omar Reinaldi, Luis Ludueña y Daniel Valencia (Antonio Syeyguil); Ángel Bocanelli, Humberto Bravo y Ricardo Cherini. DT: Roberto Saporiti.
Independiente: Roberto Rigante; Rubén Pagnanini, Hugo Villaverde, Enzo Trossero y Osvaldo Pérez; Omar Larrosa, Rubén Galván y Ricardo Bochini; César Brítez (Mariano Biondi), Norberto Outes y Pedro Magallanes (Daniel Bertoni). DT: José Pastoriza.
Gol en el primer tiempo: 29m. Outes (I).
Gol en el segundo tiempo: 15m. Cherini (T), de tiro penal; 24m. Bocanelli (T) y 38m. Bochini (I).
Incidencias: 25m. del segundo tiempo expulsados Enzo Trossero, Rubén Galván y Omar Larrosa (I).
Cancha: Talleres, de Córdoba. Arbitro: Roberto Barreiro

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Independiente registró “la mayor hazaña de su historia”, según la calificó su máximo ídolo y gestor de la misma, Ricardo Enrique Bochini, el 25 de enero de 1978, justo el día de su cumpleaños número 24, cuando con ocho jugadores logró empatarle 2-2 a Talleres, en Córdoba, para consagrarse campeón del Nacional 1977 y, por razones políticas, cambiar también el futuro del fútbol argentino.
Independiente había ganado cuatro Copa Libertadores consecutivas en los años 1972-73-74-75, pero en el plano local no conocía lo que era salir campeón desde el Metropolitano de 1971.
Por entonces los campeonatos se jugaban anualmente con un Metropolitano de ‘larga duración‘ y sobre el final del año un Nacional abreviado, del que además de los que habían disputado el certamen anterior se sumaban los clasificados del interior del país, dividiéndose la competencia en cuatro zonas de ocho componentes cada una,es decir, 32 participantes.
Los primeros de cada grupo jugaban las semifinales (el primero del A con el del C y el del B con el del D).
Así, Newell’s Old Boys, que lideró la zona A, se enfrentó con Talleres, que se adjudicó la C, ganando los cordobeses, mientras que Estudiantes de La Plata, que obtuvo el B, cayó ante Independiente, primero del D.
Talleres llegó así a su única definición por el título en primera división, pero lo hacía precedido de excelentes campañas verificadas en campeonatos inmediatamente anteriores, que habían comenzado con la revolucionaria llegada a la dirección técnica del equipo de Ángel Labruna y ahora estaba a punto de coronar Roberto Saporiti.
Por el lado de Independiente la referencia era su entrenador, José Omar Pastoriza, fresco en esa historia de calzarse el buzo de entrenador, pero dejando su impronta en el plantel del “rojo” tanto en lo futbolístico como en lo humano, algo esto último que resultaría vital para la final que los de Avellaneda debían afrontar ante los de Córdoba.
Claro que en el medio había algunos ‘intereses‘ políticos que cubrieron de un manto de sospecha todo lo que iba a acontecer en el partido revancha de la final que tendría lugar en Córdoba, a tal punto que producto de algunas irregularidades en su tarea, el árbitro de aquel encuentro, Roberto Barreiro, no iba a dirigir más, quedando aquel cotejo como el último de su carrera.
Recién 31 años más tarde sucedería algo similar con un árbitro, en este caso Gabriel Brazenas, quien por su polémico desempeño en la definición del Torneo Clausura 2009 que el Vélez Sarsfield de Ricardo Gareca le ganó al Huracán de Angel Cappa, ya no volvería a ejercer su profesión después de aquel partido.
El tinte político de aquella resolución de un campeonato Nacional que empezó en 1977 y terminó en 1978 por la tardía definición del campeonato Metropolitano anterior, que finalizó el 13 de noviembre, lo que obligó a apretar mucho el calendario con partidos entre semana, estuvo dado por la intromisión de algunos referentes del gobierno de facto de entonces.
El por entonces Comandante del III Cuerpo de Ejército de Córdoba era el General de División Luciano Benjamín Menéndez, quien tenía especial interés en que desde esta provincia surgiera el campeón del fútbol argentino, un hecho inédito del que pensaba sacar rédito político, según referían las crónicas de entonces.
Y el presidente de Talleres era Amadeo Nuccetelli, un dirigente de mucho predicamento dentro del ámbito de AFA, a tal punto que aspiraba a su presidencia. Y su gran contrincante para acceder a ese cargo no era otro que Julio Humberto Grondona, a la sazón titular de Independiente. Por eso en aquella final se dirimía mucho más que la obtención de un campeonato de fútbol.
El partido de ida se jugó en Avellaneda el 21 de enero y terminó igualado 1 a 1, mostrando la solidez futbolística de los cordobeses. Ambos goles fueron marcados mediante tiros penales por intermedio de Enzo Trossero para Independiente y Ricardo Cherini para Talleres.
La revancha se llevó a cabo cuatro días después en la capital cordobesa y en la previa los dueños de casa aparecían como los grandes favoritos, lo que había desatado una ola triunfalista ya no solamente en el pueblo ‘tallarín‘ sino en la provincia toda, ante la magnitud de lo que podía suceder.
‘La Boutique‘, el estadio de Talleres capaz de albergar a 25.000 espectadores, esa noche tuvo, según los organizadores, solamente 19.000 localidades vendidas, aunque nadie dudaba que los 6.000 faltantes también estaban ocupando las graderías.
José Daniel Valencia (uno de los más grandes talentos de la década del °70) y José “Pepona” Reinaldi, emblema del fútbol cordobés ex Belgrano y River Plate, Luis Galván y Luis ‘Hacha‘ Ludueña, eran los nombres que le daban brillo al fútbol de Talleres.
En aquella final televisada en directo para Córdoba y zonas aledañas, pero en diferido para el resto del país, Independiente se fue al descanso ganando 1 a 0 con gol de Norberto ‘Madera‘ Outes, potenciando así las chances del “rojo” por la doble validez del gol de visitante.
Pero el partido empezó a entrar en la historia grande del fútbol argentino sobre el cuarto de hora del segundo tiempo, cuando Barreiro le otorgó un penal a Talleres por una supuesta mano de Rubén Pagnanini que no había sido tal. La que sí existió fue la del delantero local Ángel Bocanelli 10 minutos después, para introducir el balón en el arco de Independiente tras un tiro de esquina, pero esa el árbitro no la advirtió.
Entonces, con el marcador 2 a 1 abajo se desató una masiva protesta de los jugadores de Independiente que derivó en las expulsiones simultáneas de tres referentes: Los volantes Rubén Galván y Omar Larrosa más el zaguero Enzo Trossero, que por esa reacción sería suspendido nada menos que con 20 fechas para el campeonato Metropolitano de 1978.
Los ocho futbolistas restantes del “rojo”, con Bochini a la cabeza, le pidieron a Pastoriza retirarse de la cancha, pero entonces fue el momento del “click” que cambiaría y haría la historia, ya que a contrapelo de lo que pretendían sus dirigidos, el técnico los encaró con una frase que se recordará por siempre en media Avellaneda: ‘Sean hombres y quédense que lo ganamos‘.
Pero no se quedó solamente con esas palabras el “Pato”, sino que actuó en consecuencia y quizá, perdido por perdido, aunque sin perder nunca la serenidad, sacó de la cancha a los dos extremos (entonces wines), César Brítez y Pedro Remigio Magallanes, y puso en sus lugares al ex Temperley Mariano Biondi y a Daniel Bertoni, que volvía de una lesión.
En esos dos nombres y en el “Bocha” encontraría Independiente la llave que lo conduciría al título a apenas a siete minutos del final y cuando ocho contra once los tres se asociaron en una jugada maravillosa de toques y paredes, pletórica de fútbol, que el “ídolo mayor” coronó en la red con un remate alto, pegado al travesaño, cuando en la línea de sentencia solamente quedaban dos defensores ‘tallarines‘.
Después llegó el momento de defenderse, algo que Independiente hizo dignamente con tenencia de pelota, para desesperación de la abigarrada parcialidad local que, entre incrédula y resignada, terminó aplaudiendo hidalgamente al inesperado campeón.
Pero ese triunfo también definió, como fue dicho, la historia del fútbol argentino, porque potenció la candidatura de Grondona por encima de la de Nuccetelli para tomar la presidencia de la AFA, algo a lo que ‘Don Julio‘ accedería un año después, para permanecer en el sillón de Viamonte 1.366 hasta su muerte, acontecida el 30 de julio de 2014, 35 años después. Independiente le ganó a Talleres mucho más que la final.
La síntesis de aquel partido fue la siguiente:
Talleres: Rubén Guibaudo; Eduardo Astudillo, Luis Galván, Víctor Binello y Victorio Ocaño; Omar Reinaldi, Luis Ludueña y Daniel Valencia (Antonio Syeyguil); Ángel Bocanelli, Humberto Bravo y Ricardo Cherini. DT: Roberto Saporiti.
Independiente: Roberto Rigante; Rubén Pagnanini, Hugo Villaverde, Enzo Trossero y Osvaldo Pérez; Omar Larrosa, Rubén Galván y Ricardo Bochini; César Brítez (Mariano Biondi), Norberto Outes y Pedro Magallanes (Daniel Bertoni). DT: José Pastoriza.
Gol en el primer tiempo: 29m. Outes (I).
Gol en el segundo tiempo: 15m. Cherini (T), de tiro penal; 24m. Bocanelli (T) y 38m. Bochini (I).
Incidencias: 25m. del segundo tiempo expulsados Enzo Trossero, Rubén Galván y Omar Larrosa (I).
Cancha: Talleres, de Córdoba. Arbitro: Roberto Barreiro

 

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