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Una cancha de básquet llevará el nombre “Aníbal Burgos”

Homenaje en vida a una leyenda del básquet en el norte. La disciplina era furor en los ’60 gracias al equipo 11 Corazones que cuenta con numerosas hazañas.
Sabado, 10 de noviembre de 2018 00:23

Aníbal Burgos recuerda con orgullo la época en que fue el capitán del equipo de básquet 11 Corazones que hizo historia en el norte argentino disputando partidos con seleccionados de diferentes provincias.
Ni antes ni después Tartagal vivió con tanta pasión, con tanto orgullo un partido, un campeonato, una final deportiva; mientras los jugadores entrenaban para llegar 100 puntos a cada competencia, los directivos del Club Círculo Argentino de Tartagal ajustaban todos los detalles y los seguidores del gran equipo disfrutaban con solo verlos entrenar palpitando la gran final. 
11 Corazones sacó en aquellos tiempos lo mejor de los tartagalenses que se volcaron a un deporte que en ese entonces ya superaba en pasión al fútbol y dejaron la semilla para que después de varias décadas el básquet siga siendo un gran motor en la contención de niños, adolescentes y jóvenes en Tartagal. 
La semana pasada el Círculo disputó un gran campeonato infantil al que se le institucionalizó el nombre de “El Pelao Cortez”, un incondicional dirigente del club y entrenador con el que contó el recordado grupo. 
Los integrantes del equipo de básquet eran verdaderas estrellas en toda Salta y entre ellas brillaban por su liderazgo, por su fuerza, Aníbal Burgos, base y a la vez capitán del equipo que se dio el lujo de jugar con The Globetroters, la leyenda americana surgida en la década del ’20 que estuvo por primera vez en Argentina en el año 1951. 

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Aníbal Burgos recuerda con orgullo la época en que fue el capitán del equipo de básquet 11 Corazones que hizo historia en el norte argentino disputando partidos con seleccionados de diferentes provincias.
Ni antes ni después Tartagal vivió con tanta pasión, con tanto orgullo un partido, un campeonato, una final deportiva; mientras los jugadores entrenaban para llegar 100 puntos a cada competencia, los directivos del Club Círculo Argentino de Tartagal ajustaban todos los detalles y los seguidores del gran equipo disfrutaban con solo verlos entrenar palpitando la gran final. 
11 Corazones sacó en aquellos tiempos lo mejor de los tartagalenses que se volcaron a un deporte que en ese entonces ya superaba en pasión al fútbol y dejaron la semilla para que después de varias décadas el básquet siga siendo un gran motor en la contención de niños, adolescentes y jóvenes en Tartagal. 
La semana pasada el Círculo disputó un gran campeonato infantil al que se le institucionalizó el nombre de “El Pelao Cortez”, un incondicional dirigente del club y entrenador con el que contó el recordado grupo. 
Los integrantes del equipo de básquet eran verdaderas estrellas en toda Salta y entre ellas brillaban por su liderazgo, por su fuerza, Aníbal Burgos, base y a la vez capitán del equipo que se dio el lujo de jugar con The Globetroters, la leyenda americana surgida en la década del ’20 que estuvo por primera vez en Argentina en el año 1951. 

Los pioneros de esta historia.  Uno de los premios obtenidos en 1959 lo obsequió El Tribuno y consistía en la suma de $500. Rubén Farjat; Aníbal Burgos; Raúl Dardi; Elías Camú; Juan Carlos Baeza; Raúl Mimessi; Dardo Ferreyra; Osvaldo Milanesio; Rubén Tejerina y Carlos “Papilo” Correa formaron el primer equipo 11 Corazones.

Los inicios del equipo

Aníbal Burgos tiene 76 años, está jubilado de su actividad laboral y en algunas semanas será homenajeado como se merece: la cancha de básquet del Centro Español llevará su nombre, en reconocimiento al hombre que hizo historia en el básquetbol del norte pero también por haber impulsado desde su trabajo como jefe de obras públicas municipal, la refuncionalización de ese espacio ocupado hoy por cientos de chicas y chicos que practican deportes.
Al recordar aquellos inicios Aníbal rememora: “El equipo 11 Corazones nació por iniciativa del padre Marino Capeletti, el cura que era director del colegio San Francisco cuando yo iba a la primaria. Nos juntábamos a jugar al fútbol porque era lo que conocíamos, pero el padre Marino era apasionado del básquet y jugaba muy bien, así que él nos enseñó. Nos llamábamos 11 Corazones porque habíamos comenzado jugando al fútbol”, explica don Aníbal.
“Rubén Farjat, Pocho Camú, Raul Carrizo que lo llamábamos ‘Talito’, Moreno, entre otros chicos de la época, integrábamos el grupo cuando íbamos a sexto grado. Cuando se creó el secundario del San Francisco, que ya era mixto, nosotros jugábamos con las chicas de tercer año. Los campeonatos se hacían en el colegio y fue el padre Marino quien invitó al seleccionado de la Sociedad Sirio Libanesa de Orán para probarnos en qué condiciones estábamos. Ese fue nuestro primer gran triunfo y me emociono de solo acordarme”, expresa Aníbal Burgos juntando con fuerzas esas manos entrenadas para manejar la pelota como si fuera una continuación de su cuerpo. 
El seleccionado del San Francisco -en esos tiempos en que los campeonatos intercolegiales eran parte del calendario anual- era imbatible. “El padre Marino se puso el equipo al hombro y si bien primero jugábamos para la Sirio Libanesa de Tartagal, al tiempo pasamos al Club Círculo Argentino. Empezamos a convertirlo en un club más deportivo porque no se practicaban muchos deportes aún”, dijo Burgos. 
 

Cuando llegaron a Tartagal los Globetrotters 

Cuando los jugadores de básquet dejaron la representación de la Sirio Libanesa de Tartagal, se fueron al Círculo Argentino. “En esa época había muy poca actividad en el Circulo donde se jugaba fuerte a la ruleta, pero la comisión directiva decidió hacer la cancha de básquet por nosotros, los 11 Corazones. Eran épocas en que se manejaba mucha plata y habían comerciantes muy fuertes que colaboraban con el deporte”, rememora con claridad don Aníbal Burgos.
Los jugadores rondaban los 16 años y quien se sumó en ese momento “fue Jorge ‘Pelao’ Cortez, por quien con toda justicia el campeonato infantil ahora lleva su nombre y que sabía de básquet mucho más que todos nosotros. Pero teníamos una conducta deportiva y un compromiso total. Realmente no sabíamos lo que era ir a una bailable popular, que en esa época había en diferentes barrios. Como se comentaba que la gente tomaba alcohol y a veces había peleas o heridos, nos daba miedo y todo para nosotros pasaba por entrenar. Eran tiempos en que la palabra de los padres se respetaba y todo sumaba para esa formación. A Tartagal vinieron equipos de toda la provincia, de Buenos Aires y hasta los Globetrotters y los 11 Corazones hacíamos un gran papel”. 

Una pasión que se renueva en el norte 


A don Aníbal Burgos le tocó en suerte integrar aquel primer equipo de básquet, los legendarios 11 Corazones, pero también el que le siguió “con muchachos más jóvenes como los hermanos Ángel, Andrés Zottos, Marcelo Colodro, Andrés ‘Opanca’ Bresina y esos chicos que integraban una nueva generación, pero siempre en mi puesto de base y de capitán. Nos tocaron partidos duros, ásperos, al punto que algunos jugadores se borraban pero había otros de aquella primera generación que así le pegaran, no dejaban nunca la cancha”. 
Hace algunos años y aún siendo jefe de Servicios Públicos municipal, Aníbal “solía ir a jugar al básquet a ‘la cancha‘ del Centro Español pero tenía un solo aro y estaba prácticamente abandonada. Un día le propuse al intendente Sergio Leavy que le diéramos una mano a ese lugar; él, con buen criterio, me contestó que si lo ayudábamos a uno teníamos que ayudarlos a todos, pero lo convencí, así que metimos maquinarias y personal. Ahora la actividad social y deportiva es muy grande y ese debe ser el motivo por el que quieren ponerle mi nombre a la cancha, gesto del que estoy muy agradecido”, expresó emocionado el histórico deportista tartagalense.
 


 

 

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