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“Creo que no hay posibilidades de hacer un feminismo sin que haya un lugar para los varones”

Entrevista a Luciana Peker, escritora y periodista especializada en género.
Sabado, 24 de noviembre de 2018 01:22

Luciana Peker fue una de las primeras en comenzar a colar los derechos de las mujeres en la agenda periodística en el país, desde la década del noventa. Hoy su nombre es conocido a nivel nacional y su opinión se escuchó en medios masivos especialmente este año, en el marco del debate sobre la legalización del aborto.

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Luciana Peker fue una de las primeras en comenzar a colar los derechos de las mujeres en la agenda periodística en el país, desde la década del noventa. Hoy su nombre es conocido a nivel nacional y su opinión se escuchó en medios masivos especialmente este año, en el marco del debate sobre la legalización del aborto.

En la previa del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se conmemora mañana, reflexionó sobre el momento que atraviesa el feminismo y consideró que el movimiento debe dejar un espacio para los varones.

Luciana Peker ha escrito para Revista Anfibia desde 1998 y forma parte del equipo del suplemento semanal “Las 12”, de Página/12. Trabajó para Radio Nacional y es autora, entre otros títulos, de “La revolución de las mujeres”.

Hoy estará en Salta para presentar su libro “Putita Golosa, por un feminismo del goce” en el Polo Integral de las Mujeres. La actividad, organizada por la Secretaría de Derechos Humanos de Salta, será en República de Siria 611, desde las 9.30.

¿Cómo analiza el momento actual del feminismo?

Creo que el feminismo tiene una larga historia que explica, en gran parte, lo que pasa en este momento, que es una verdadera explosión. Hubo durante todos estos años una revolución de las mujeres y hoy hay lo que llamo la “revolución de las hijas”. Realmente las hijas han tomado las banderas del feminismo porque sienten que las puede llevar a ser más libres, más felices y con más derechos.

¿Qué siente cuando se trata el tema en medios de comunicación masivos, en los que hasta hace poco era impensado que se incluyera?

En el verano, por ejemplo, una chica me dijo que era la primera vez que su abuela, en Bahía Blanca, escuchaba hablar del feminismo. Eso es lo que siempre deseamos.

Me pasó, en la última semana, de ir a dos escuelas primarias en donde niñas de 11 años levantan la mano y cuentan sus experiencias en la calle. Quieren poder llegar a la escuela sin que un hombre adulto les diga nada, sin que ningún compañero se burle por la ropa que tienen.

Quieren que las publicidades no las estereotipen y las manden a lavar los platos. La verdad que es mucho más de lo que podíamos soñar cuando escribíamos de estos temas hace 20 años.

¿Que faltó para que se aprobara la interrupción voluntaria del embarazo en el Congreso?

Creo que el debate en la Cámara de Diputados se ganó porque hasta esa instancia hubo un juego limpio, que el movimiento de mujeres jugó con muchísima altura y con un millón de personas en la calle. A partir de la llegada al Senado, creo que hubo una votación que fue institucional pero no democrática, con un nivel de presiones, amenazas o intimidaciones que no garantizan el juego de la democracia. 

Creo que la Argentina era una pieza fundamental en el dominó latinoamericano. Frenando a la Argentina, se frenaba la demanda por el aborto legal, seguro y gratuito en toda Latinoamérica. Creo que ahí hubo además intervención directa de la Iglesia católica, que finalmente lo que hizo fue abrirle el juego a sectores evangélicos fundamentalistas. Y hago una diferencia entre el respeto a la fe y la manipulación de las religiones, como una forma de ejercer un totalitarismo que se va a volver en contra de la propia Iglesia católica.

¿Cuál tiene que ser el rol de los varones en este movimiento?

Creo que no hay posibilidades de hacer un feminismo sin que haya un lugar para los varones. Ese lugar no es de privilegio, pero sí es un lugar de transformación y de cambio. No hay ninguna duda de la absoluta condena a la violación, el abuso y la violencia. No hay varones impolutos, pero sí un feminismo de la transformación que busque que los varones puedan modificar conductas machistas y ver cómo el machismo los perjudica y cómo lo han sufrido en sus propias vidas.

En la práctica, y en 20 años de transitar la calle con el periodismo, una puede ver que el machismo los llena de presiones y de mochilas. Eso se puede ver en cómo los varones se matan entre ellos, por ejemplo. En momentos de crisis o de mayor desocupación, el lugar de proveedor único los recarga de presiones. 

Más allá de eso, he visto muchas situaciones de varones que son víctimas del femicidio de su madre y que son abusados sexualmente. En muchos casos, intentan hacerles algo a su hermana o madre y ellos son los que tienen que defenderlas. Si a eso no se le da un lugar, los varones que son víctimas del machismo vuelven a repetir el machismo muchísimas veces. Creo que hay que darles un lugar para que puedan entender en qué situaciones son víctimas del machismo.

¿Cuando se está demandando más lugares para las mujeres, cómo ve que haya un programa sobre feminismo en un canal público de la Ciudad de Buenos Aires y lo conduzca un varón como (el periodista) Diego Iglesias? 

Yo creo que es fundamental que haya mayor lugar para mujeres periodistas y conductoras. En Argentina no solo faltan sino que hubo un retroceso. Hay mujeres que tuvieron un lugar histórico en la televisión pública, como Mariana Carbajal y Liliana Hendel, que hoy no lo tienen. 

Las estadísticas muestran que hay menos de un 10 por ciento de mujeres en lugares de poder en los medios. Hay una cuenta de Twitter que se llama “columnistos”, que muestra que hay un 10 por ciento por ciento de columnistas mujeres y, algunos días, un cero.

La jerarquía de las mujeres en programas de televisión y en las firmas de los diarios es algo vergonzoso y no representa para nada lo que está pasando. Sí creo que, en el caso particular de Diego Iglesias, no es que el canal hace un programa sobre feminismo y le da la conducción a un varón, sino que fue una iniciativa de él. 

Por supuesto que me gustaría que haya más conductoras mujeres y más mujeres en ese espacio. Y en ese espacio hubo mujeres en otros lugares de producción y diseño. 

Creo en la transformación. No creo que las cosas estén bien como están. Lo que me gustaría es no espantar a los varones que estén más cerca del feminismo y que se terminen yendo.

Especialmente porque hay un escenario de una vuelta de un neofascismo conservador que intenta captar a varones jóvenes y creo que hay que tenerlo en cuenta para pensar cómo luchamos con los varones.

No hay que pensar de la misma manera frente a escenarios distintos y hoy estamos frente a un escenario en el que hay un sector muy grande que intenta cooptar a varones jóvenes, del neofascismo. Creo que ante ese escenario es importante que los varones que se intenten acercar al feminismo lo hagan.

¿A quién le habla el libro? 

Le habla a quien quiera leerlo. Para mí, es un gusto que muchos varones lo quieran leer, que muchas mujeres lo lean colectivamente, entre amigas, que sea una lectura que se lleva en el transporte público, que se comparta en las redes sociales y que estén leyendo muchas chicas jóvenes. El mayor privilegio es que haya adolescentes que puedan leer este libro y sentirse identificadas o empezar a hablar. Creo que lo que hace el libro no es bajar ideas definitivas sino hacer circular la palabra.

¿Cómo toma movimientos como el de “Con mis hijos no te metas”, en contra de la educación sexual y del feminismo?

Creo que son movimientos muy peligrosos. Vengo de Lima, Perú, donde se presentó el libro. Es un movimiento global de una corporación, que es la herencia de Ronald Reagan en los ochenta, que es lo que representa Donald Trump o Jair Bolsonaro. Son el “McDonald’s del neofascismo”, en el sentido de un combo global. 

Lo que me impacto es que, en otros países de Latinoamérica, el discurso es más desembozado que en Argentina y lo que queda claro es que no solo van en contra del aborto o de la educación sexual integral sino que son sectores que, en principio, quieren frenar la lucha contra la violencia de género y el abuso sexual. 

Porque “Con mis hijos no te metas” es una frase que vuelve a hacer de la casa un lugar privado, donde el padre tiene el poder y, justamente, no se puede cuestionar cuando son violentos y abusadores. Pero además, van claramente por el retroceso del Estado en el plano político y económico y en contra de la democracia.

Uno de los slogan en Lima era “no a las familias democráticas”. Creo que eso demuestra que quieren familias autoritarias, donde la violencia y el abuso estén legitimados y, además, se ponga en jaque la idea de la democracia. Son mucho más peligrosos de lo que se está vislumbrando en Argentina y creo que hay que tener en cuenta nuevas estrategias para hacer frente a este fenómeno.

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