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Un niño enfermo murió en brazos de Papá Noel, tras recibir su regalo por adelantado

El Papá Noel profesional había recibido la llamada urgente de una enfermera que le explicó que el pequeño estaba muy enfermo pensaba que iba a echar de menos la Navidad cuando falleciera.
Viernes, 07 de diciembre de 2018 08:12

Un Papá Noel profesional de Estados Unidos estuvo a punto de renunciar a su trabajo y dejar de lado su disfraz para siempre debido a la desgarradora experiencia que ha vivido: un niño enfermo al que fue a visitar al hospital murió en la cama, entre sus brazos.
Eric Schmitt-Matzen, de 61 años, de Caryville, en Tennessee, acude a sus citas contento y con una gran sonrisa desde hace nueve años. Lo que más le gusta de su trabajo es ver las caras de emoción de los niños cuando le ven aparecer disfrazado de Papa Noel. “Todos ellos muestran mucha ilusión”, contó el hombre. Su labor se convierte así en una experiencia reconfortante. Sin embargo, tras su reciente y sobrecogedor encuentro, Schmitt-Matzen regresó a casa con la cara llena de lágrimas, tanto que conducir se convirtió en una misión imposible. “Tuve que parar varias veces debido porque no podía ver nada, no sabía adónde me dirigía”, recuerda.
Este Papa Noel profesional había recibido la llamada urgente de una enfermera de un hospital local. Ella le explicó: «Hay aquí un niño pequeño que está muy mal. Va a morir dentro de poco. Está preocupado porque piensa que va a echar de menos la Navidad cuano se vaya». Al conocer la historia, Schmitt-Matzen no se lo pensó dos veces y acudió al centro médico tan rápido como pudo.

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Un Papá Noel profesional de Estados Unidos estuvo a punto de renunciar a su trabajo y dejar de lado su disfraz para siempre debido a la desgarradora experiencia que ha vivido: un niño enfermo al que fue a visitar al hospital murió en la cama, entre sus brazos.
Eric Schmitt-Matzen, de 61 años, de Caryville, en Tennessee, acude a sus citas contento y con una gran sonrisa desde hace nueve años. Lo que más le gusta de su trabajo es ver las caras de emoción de los niños cuando le ven aparecer disfrazado de Papa Noel. “Todos ellos muestran mucha ilusión”, contó el hombre. Su labor se convierte así en una experiencia reconfortante. Sin embargo, tras su reciente y sobrecogedor encuentro, Schmitt-Matzen regresó a casa con la cara llena de lágrimas, tanto que conducir se convirtió en una misión imposible. “Tuve que parar varias veces debido porque no podía ver nada, no sabía adónde me dirigía”, recuerda.
Este Papa Noel profesional había recibido la llamada urgente de una enfermera de un hospital local. Ella le explicó: «Hay aquí un niño pequeño que está muy mal. Va a morir dentro de poco. Está preocupado porque piensa que va a echar de menos la Navidad cuano se vaya». Al conocer la historia, Schmitt-Matzen no se lo pensó dos veces y acudió al centro médico tan rápido como pudo.

La dura experiencia

“Me encontré con sus padres y con más seres queridos. Les pedí que por favor me esperasen fuera de la habitación porque quería parecer feliz y jovial. Y que —en el caso de que me acompañasen— si les entraba ganas de llorar, saliesen rápido porque si no, no podría hacer mi trabajo”, explicó el hombre, que no quiere revelar detalles acerca del hospital o la enfermedad del niño para proteger la intimidad de su familia. Nadie le siguió cuando entró en la estancia.
“¿Qué es lo que he oído por ahí? ¿Que crees que vas a echar de menos la Navidad?”, preguntó al pequeño. Él asintió con la cabeza y Schmitt-Matzen le anunció: “No te preocupes. Los elfos tenían este regalo hecho para ti desde hace mucho tiempo”. El Papá Noel le entregó el presente que los padres del niño habían preparado para su hijo. Cuenta que tuvo que ayudarle a rasgar el papel pero que el pequeño, de cinco años, sonrió al terminar de desenvolverlo. Entonces, “se tumbó, me miró y me dijo: "Me han dicho que voy a morir". Yo le contesté: "¿Me podrías hacer un favor? Cuando llegues al cielo, di que eres el elfo número uno de Papá Noel". "¿De verdad que soy tu niño número uno?", me preguntó emocionado. Yo le aseguré que sí. Entonces, me preguntó: "Santa, ¿puedes ayudarme?"”, relató Schmitt-Matzen. Cuando abrazó al chico, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
Schmitt-Matzen asegura que ha necesitado dos semanas para recuperarse del impacto y quitarse de la cabeza los ojos del niño mirándole todo el tiempo. Sin ambargo, una vez repuesto, quiere seguir haciendo de la Navidad una época mágica para los niños. “Para ser un buen Santa lo importante es tener sentimientos sinceros; tener una buena barba o un buen "Ho, ho, ho" viene luego”, explicó Schmitt-Matzen.

Fuente: ABC

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