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Arturo Pérez-Reverte: “El libro de papel está sentenciado a muerte y lo va a matar el celular”

El escritor español Arturo Pérez - Reverte aseguró que el héroe masculino está agotado en la literatura y que ahora hay una nueva figura, “la de la mujer”, en el marco de la publicación de la novela “Eva”, de la serie Falcó, que presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Jueves, 03 de mayo de 2018 07:50

 

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Analía Páez - Télam


El primer libro de la saga ambientada en los años 30 tiene como protagonista a un espía franquista: “Falcó”, un aventurero que gusta del peligro y la adrenalina, refinado y buen amante, que se mueve como si el mundo fuese sumamente fascinante. Falcó había conocido a Eva en el libro que lo tenía como protagonista, pero su autor necesitó de un segundo tomo para desarrollar la historia de ambos.
El periodista y excorresponsal de guerra describe a “Eva” como “una agente soviética que cree en un futuro mejor para la humanidad”. Falcó es un depredador de hombres y mujeres. Le gusta el sexo, pero en Eva encuentra un igual, no una presa, sino un enemigo de su misma talla. La admira y la respeta. Hay una relación de amor singular. La muerte siempre los anda merodeando”, dijo.
Una mujer fuerte en este trabajo. ¿Qué tiene de particular tu Eva?
Todas las mujeres de mis libros están por arriba de lo convencional. Son mujeres que luchan y pelean. Son héroes solitarias por cuestiones sociales complejas. Históricamente, la mujer tuvo que luchar batallas muy duras y siempre sola, aunque estuviese rodeada de otras personas, vivió una soledad intensa en su interior.
¿Y qué pasa con el hombre ante estas mujeres fuertes?
El héroe masculino está agotado por la literatura. Fue protagonista durante muchos siglos, pero ahora se nos presenta un héroe nuevo que es la mujer dueña de su destino, no como era antes Emma Bovary o Ana Karenina, ahora es una mujer que toma sus decisiones. Cuando alguna feminista comienza a hacer locuras en las redes diciendo “Reverte machista” lo dicen porque no han leído mis novelas. Los que hemos pasado cierta línea estamos a salvo y eso no nos perjudica; el tema es que hay autores jóvenes que viven asustados por las repercusiones o el castigo que pueden darles en la red si se salen de la línea del pensamiento “correcto” y se autocensuran. No se animan a expresarse y eso es peligroso.
(En España ya se publicó su último trabajo, “Los perros duros no bailan”, que en la Argentina se lanzará en junio. La novela tiene a animales como protagonistas: “Negro”, un perro de pelea retirado que disfruta de la buena vida de excampeón junto a sus amigos, a quienes los humanos secuestran para adentrarlos en el submundo de las luchas caninas). En “Los perros duros...” rescatás la nobleza, la lealtad y todo lo que no se puede expresar con palabras traducida en la simple mirada de un perro. ¿Qué sucedería si el ser humano se mirase más a los ojos?
Ningún humano se mira a los ojos. Miran lo superficial: la ropa, las manos, las tetas, pero no a los ojos, y la biografía de cada uno está en los ojos. Allí hay mucha información que no se ve, y eso es muy triste. Amo a los perros porque tienen virtudes que me gustaría que tengan los seres humanos: coraje, lealtad, dignidad. En esta novela, que es una historia policíaca, negra, dura y canónica, intento hablar de la lealtad y el valor. Eso es lo que más valoro.
En el libro uno de tus personajes dice: “Lo que echo de menos es mi juventud, ser cachorro o perro joven creyendo que el mundo es tuyo y que los humanos son dioses y leales”. ¿Hay algo de vos en esa frase?
Sí, lo hay. Yo también extraño eso. En toda novela hay algo propio. A veces, quizás por la vida que he llevado con muchos despojos y porque he visto muchas cosas que no me hubiera gustado ver, me remito a mi infancia y me veo como un niño moviendo el rabillo pensando que los adultos eran nobles y que el mundo era un sitio donde había bondad y justicia... añoro esa ingenuidad.
También hablás de que algunos personajes pasan a la “orilla oscura” cuando mueren. ¿Le tenés miedo a esa orilla?
No. He pasado tanto tiempo rondando esa orilla... Cuando fui a la guerra asumí que cualquiera puede terminar como aquellas personas que vi tiradas como un pedazo de carne al sol. Al asumirlo me he preparado para ese momento. El mundo se divide entre los que saben y los que no saben que la muerte existe. Los que lo sabemos vivimos de una manera diferente, mucho mejor, vivimos más conscientes, todo tiene más valor porque sabés lo efímero que puede ser todo.
¿En tus épocas de corresponsal de guerra se te cruzó por la mente tener la vida que llevás ahora?
No. Sabía que no quería terminar en un bar de putas en Bangkok o alcohólico por ahí. Pero nunca me imaginé que al escribir novelas me iba a ir tan bien. Fue una sorpresa. Pensar que hay gente que sueña con ser novelista y no lo consigue nunca y yo jamás lo pretendí. Yo soy un marino lector que, sin querer, se hizo escritor.
¿Qué le recomendarías a los jóvenes que quieren escribir?
Hoy todos pueden publicar, es mucho más fácil porque el mundo ha cambiado. Creo que el libro como papel está sentenciado a muerte y no lo va a matar e-book, sino el celular. La gente, que antes compraba un libro, está en las redes. La parte del ocio que cubría el libro ya fue suplantada. Hoy el que lee lo hace porque es un verdadero lector. Si fuera un joven escritor, iría menos por novelas y más por series de televisión y los videojuegos.
Hoy la literatura infantil está en ascenso... 
Si el niño entiende que el videojuego tiene un correlato con un libro, jugaría de otra manera. Pero para eso se necesitan maestros inteligentes que vinculen a Ulises con los videojuegos, para que los chicos entiendan que ese personaje tiene un origen noble y de esa manera la cultura se salvaría. A los niños hay que llevarlos por el camino de la lectura: comienzas con historietas para pasar a lecturas más complejas, pero para que ese camino se concrete con éxito faltan adultos que sepan cómo hacerlo.
 

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