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“Cuando me enteré que mi papá me podía donar un riñón, lo festejamos como un cumpleaños”

Entrevista a Maximiliano Molina, trasplantado de Riñón.
Sabado, 02 de junio de 2018 23:28

De un día para otro, Maximiliano Molina pasó de estar sano a ingresar en la lista de espera de órganos. Todo comenzó con un control de presión y una serie de análisis que revelaron que uno de sus riñones nunca se había desarrollado. 
“Jamás me pregunté porqué a mí, pero tuve la gran suerte de que mi papá fuera compatible. Sino, no sé que hubiera pasado conmigo”, contó este joven deportista a El Tribuno. 
El pasado 30 de mayo, se celebró el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos. La historia de Maximiliano invita a la reflexión y al amor que permiten una nueva chance de vivir. 

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De un día para otro, Maximiliano Molina pasó de estar sano a ingresar en la lista de espera de órganos. Todo comenzó con un control de presión y una serie de análisis que revelaron que uno de sus riñones nunca se había desarrollado. 
“Jamás me pregunté porqué a mí, pero tuve la gran suerte de que mi papá fuera compatible. Sino, no sé que hubiera pasado conmigo”, contó este joven deportista a El Tribuno. 
El pasado 30 de mayo, se celebró el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos. La historia de Maximiliano invita a la reflexión y al amor que permiten una nueva chance de vivir. 

¿Cómo comenzó la situación que llevó a un trasplante?
Tenía 27 años cuando me descubrieron la enfermedad. Estaba jugando al fútbol con amigos y como había un control de hipertensión arterial, lo hice y me salió muy alta la presión. Ahí comenzó todo para mí. Estuve varias veces internado y no descubrían porqué tenía la presión alta, hasta que vieron que tenía problemas en los riñones. Uno de mis riñones nunca se desarrolló y el otro perdió su función a lo largo de la vida, pero nunca había tenido problemas porque tuve una vida muy sana y siempre practiqué deportes. Cuando detectaron el problema, los médicos hicieron una junta médica. Ese día estaba internado acompañado por mi familia. Los profesionales les pidieron a todos que salieran y me empezaron a hablar. En ese momento, lo único que entendí es que no me funcionaban los riñones y que tenía que hacerme un trasplante. 

¿Sabía lo que significa?
No sabía nada. Los trámites que había que hacer, lo que era una lista de espera. Lo tomé como si fuese una operación más y dije: “bueno, cuándo me opero”. Entonces comenzaron a explicarme todo lo que iba a tener que pasar, que iba a tener que hacer diálisis, que iba a depender de una máquina, que tenía que ir tres veces a la semana, que no podía viajar porque mi vida dependía de una máquina. Cuando pasó esto, pensé que mi papá me iba a salvar. Fue algo en mi interior que me decía que era así. Lo dije sin pensar ni saber demasiado. Entonces comenzamos los estudios para ver si éramos compatibles. Incluso me explicaron que no iba a ser tan fácil. Cuando empezamos los estudios, todo los días íbamos al médico por que no era solo hacer análisis de sangre sino estudios más complejos e invasivos. Y en la tarde me tocaba la diálisis. No tenía vida, no hacía nada más que hacerme estudios e ir a diálisis. Algunos días salía cansado y me esperaban mi mamá o mi novia, para ir a algún lado. Pero pasan tantas cosas adentro, un día charlaba con alguno de los otros pacientes y después ya no estaba. Fue muy duro y doloroso. Estuve tres meses en diálisis. 

¿Cuándo llegó la buena noticia?
Estaba con mi mamá desayunando cuando sonó mi celular. Me explicaron que éramos compatibles con mi papá. Mi mamá estaba sentada al frente mío y yo empecé a llorar. Lo único que hacía era agradecer y me avisaron cuándo era la fecha de la operación. Cuando corté, le conté a mi mami y nos abrazamos. Ese día esperamos a mi papá con un almuerzo especial, hasta compramos torta como si fuera un cumpleaños. Cuando llegó del trabajo, mi papá no entendía porqué, hasta que sacamos la torta y le dijimos que nos operaban el 20 de abril. 

Tenía trabajo...
Sí, estaba empleado en Educación y ahora sigo ahí porque entendieron lo que me pasaba y me acompañaron en todo lo que vino antes y después del transplante. Tuve mucha suerte porque no en muchos trabajos entienden que estás enfermo y más con estas complicaciones. 

Llegó el día de la cirugía, ¿cómo lo vivieron?
Fue muy emotivo. Nos internamos un día antes. Comimos algo bien liviano y al otro día me dializaron para que entre limpio de toxinas, mientras prepararon a mi papá. Salimos juntos al quirófano y en el pasillo estaba toda mi familia, mis compañeros del trabajo, los amigos, todos dándonos fuerzas. Nos tocaban las manos y fue como cuando entrás a la cancha. Nos operaron en salas diferentes. Fue el 20 de abril de 2015. Me sentí bien del todo seis meses después. Mi papá tuvo una complicación, porque cuando lo operan para sacarle el riñón, se dan con que estaba debajo de una costilla, así que lo tuvieron que quebrar. Él se enteró dos meses después, porque no entendía porqué le dolía tanto. En ese momento mi papá tenía 55 y trabaja en el sector de Salud, arreglando los sillones de odontología. Ahora está trabajando en forma normal.

¿Cómo es la vida ahora? 
Con mi papá tomamos una medicación de por vida y en mi caso me tengo que hacer controles cada dos meses. Volví a hacer deportes, así que me tienen más controlado. Hago atletismo y formamos un grupo de chicos de trasplantados y nos unimos en Deportistas Trasplantados Salta. En 2015 viajamos a una competencia nacional representando a la provincia. Somos 13 de diferentes edades. El encuentro fue en Mendoza. 

¿Cambió tu percepción sobre la vida?
Volví a nacer y cambió todo en todos los sentidos. Adquirí nuevos valores, tengo una nueva forma de ver la vida y me gusta festejar el día que me trasplantaron como un cumpleaños más. 
Y en mi familia también cambiaron. Al principio lo tomaron peor que yo, y no entendían porqué me estaba pasando esto a mí. En un primer momento tuve que demostrarles que estaba bien, que hacía la diálisis, aunque cuando llegaba la noche lloraba solo en mi cama; pero me ponía de pie de nuevo. Después del trasplante mi mamá me trataba como si fuera un bebé. No quería que haga nada, ni que salga de la casa. Ahora ya le demostré que quería hacer una vida normal y que quería hacer deportes. No le gustaba pero después se dio cuenta que me hacía bien, así que ahora me acompaña, nos pregunta que necesitamos y cómo puede ayudar. Toda la familia me apoya ahora y van todos.

¿Cómo está integrado Deportistas Trasplantados Salta?
Somos 13 de todas las edades. La más chica es una nena de seis años que es trasplantada hepática que se sumó el año pasado y hace jockey y natación. El miembro más grande, una señora jubilada de 68 años y hace vóley, bocha y bádminton. Como grupo vamos a visitar a la gente que está trasplantada y damos charlas para que vean que se puede llevar una vida normal. El lunes fuimos a Güemes, donde tenemos dos miembros que son trasplantadas. El 30 de mayo participamos del festival que se hizo en Salta.

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