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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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¿Contra Keynes? ¿O contra la tolerancia?

Viernes, 29 de junio de 2018 02:07

Recientemente, Javier Milei, un economista mediático enrolado en una escuela de extremo rechazo a la intervención del Estado en la economía, agravió gratuitamente a una periodista salteña que le formulara preguntas relativas a un famoso economista: John Maynard Keynes.
¿Quién fue Keynes?
Keynes, quien, a pesar de Milei y otros economistas como él - por fortuna, muy pocos - fue el economista más importante de la primera mitad del Siglo XX y, sin duda, uno de los más destacados de toda la historia de la Economía. Vivió entre 1883 y 1946, estudió Economía, Matemáticas, Filosofía y, además, efectuó valiosos aportes a la teoría de la probabilidad, amén de haber sido un economista “de la calle” y haber contribuido, junto a colegas de EEUU, a la creación del nuevo orden económico que rige desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Su papel más conocido, como “médico” de las economías gravemente golpeadas por las crisis, particularmente, la de 1929, de la que no se recuperarían hasta esa guerra, contribuyó a fortalecer su prestigio y sus ideas.
La economía del “laissez-faire”
El sistema del “laissez-faire” -que defiende Milei- o sea, el que proclama que el Estado se desentienda de la marcha de la economía, ya había mostrado sus limitaciones y peligros, al haber sido responsable directo de las disputas y guerras coloniales del siglo XIX; el rechazo a la organización de los trabajadores obligaba a las economías hegemónicas a buscar nuevos mercados para los excedentes y, cuando esta búsqueda se saturó, sobrevino la lucha por el intento de desalojo de las economías rivales de sus colonias y generó las guerras consiguientes, incluida la Primera Guerra Mundial, cuyas extremas reparaciones exigidas por Francia a Alemania ayudaron al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, como lúcidamente había prevenido Keynes en uno de sus famosos libros, publicado a poco de concluir esta gran guerra.
En el plano interno, el “laissez - faire”, con su abominación de la intervención estatal, llevaba a las recurrentes crisis, y la Argentina protagonizó una particularmente grave, en 1890, que dio origen a las grandes transformaciones sociales y políticas de nuestro país, que culminaron con la gigantesca debacle de 1929 que, como se dijo, solo se resolvió “gracias” a la Segunda Guerra Mundial, el rearme y la consiguiente intervención estatal en la economía, diez años después. Lo más grave es que estas crisis no solo minaban la cohesión social con el masivo desempleo que generaban, sino que hacían mirar con simpatía las “soluciones” de otras economías, como las de inspiración fascista, Italia y Alemania, que “tiraban el bebé junto con el agua sucia”, esto es, se despojaban del “laissez - faire”, pero también del sistema democrático de gobierno y sus libertades.

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Recientemente, Javier Milei, un economista mediático enrolado en una escuela de extremo rechazo a la intervención del Estado en la economía, agravió gratuitamente a una periodista salteña que le formulara preguntas relativas a un famoso economista: John Maynard Keynes.
¿Quién fue Keynes?
Keynes, quien, a pesar de Milei y otros economistas como él - por fortuna, muy pocos - fue el economista más importante de la primera mitad del Siglo XX y, sin duda, uno de los más destacados de toda la historia de la Economía. Vivió entre 1883 y 1946, estudió Economía, Matemáticas, Filosofía y, además, efectuó valiosos aportes a la teoría de la probabilidad, amén de haber sido un economista “de la calle” y haber contribuido, junto a colegas de EEUU, a la creación del nuevo orden económico que rige desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Su papel más conocido, como “médico” de las economías gravemente golpeadas por las crisis, particularmente, la de 1929, de la que no se recuperarían hasta esa guerra, contribuyó a fortalecer su prestigio y sus ideas.
La economía del “laissez-faire”
El sistema del “laissez-faire” -que defiende Milei- o sea, el que proclama que el Estado se desentienda de la marcha de la economía, ya había mostrado sus limitaciones y peligros, al haber sido responsable directo de las disputas y guerras coloniales del siglo XIX; el rechazo a la organización de los trabajadores obligaba a las economías hegemónicas a buscar nuevos mercados para los excedentes y, cuando esta búsqueda se saturó, sobrevino la lucha por el intento de desalojo de las economías rivales de sus colonias y generó las guerras consiguientes, incluida la Primera Guerra Mundial, cuyas extremas reparaciones exigidas por Francia a Alemania ayudaron al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, como lúcidamente había prevenido Keynes en uno de sus famosos libros, publicado a poco de concluir esta gran guerra.
En el plano interno, el “laissez - faire”, con su abominación de la intervención estatal, llevaba a las recurrentes crisis, y la Argentina protagonizó una particularmente grave, en 1890, que dio origen a las grandes transformaciones sociales y políticas de nuestro país, que culminaron con la gigantesca debacle de 1929 que, como se dijo, solo se resolvió “gracias” a la Segunda Guerra Mundial, el rearme y la consiguiente intervención estatal en la economía, diez años después. Lo más grave es que estas crisis no solo minaban la cohesión social con el masivo desempleo que generaban, sino que hacían mirar con simpatía las “soluciones” de otras economías, como las de inspiración fascista, Italia y Alemania, que “tiraban el bebé junto con el agua sucia”, esto es, se despojaban del “laissez - faire”, pero también del sistema democrático de gobierno y sus libertades.

Teoría y aplicaciones 

Keynes no solo aportó soluciones “especiales”, vale decir, instrumentos de política económica para salir de las crisis y evitar que se reiteren, sino también un marco teórico “general” que daba explicaciones mucho más completas e intuitivas del funcionamiento de las economías que las grandes generalizaciones y planteos crípticos del “laissez-faire”. Adicionalmente, Keynes se esforzó, en las conversaciones de Bretton Woods con EEUU poco antes de la conclusión de la Segunda Guerra, en la construcción de un nuevo orden económico internacional que, con inevitables limitaciones, hizo posible el fin de las guerras comerciales, desarticulando el colonialismo y explicitando la importancia de las organizaciones obreras en la estabilidad de las economías.

El avance de la ciencia

Sin duda, el diseño de Keynes no es la última palabra de la Economía, que, como toda ciencia debe, fortalecerse y perfeccionarse. Sin embargo, y sin rechazar errores o imperfecciones de cualquier diseño teórico y sus aplicaciones, claramente es inaceptable apoyarse en marcos de análisis que ya han sido superados, y, en especial, el que defiende Milei, cuyo mentor, Friederik Hayek, admitía -ingenua, pero sinceramente- que no conviene hacer política económica porque no se sabe lo suficiente sobre Economía y los remedios pueden ser peores que la enfermedad. Mejor, dejar las cosas como están, que se resolverán solas, o sea, el “laissez-faire”, ante lo cual Keynes sostenía que “no es de mucha ayuda saber que después de la tormenta saldrá el sol, cuando lo que se necesita es disponer de medios para evitar el naufragio”. 

Keynes y su legado

Claramente, Keynes proporcionó herramientas para un tipo de problema, el que se vivía en su tiempo y nunca propuso que “esas” medidas fueran universales o aplicables a cualquier economía o situación. Si en nombre de Keynes se pretende utilizar las soluciones “especiales” pensadas para crisis severas, en cualquier escenario, no corresponde culpar a Keynes de ello, sino a la torpeza -o mala fe- del responsable político que las lleva adelante. 
Keynes fue un defensor de las economías de mercado, aun siendo crítico de muchos de sus aspectos desagradables, que no se privó de resaltar. Su visión del papel que les cabe al mercado y al Estado se sintetiza muy bien en sus propias palabras: “El Estado no está para hacer lo que le toca al mercado, sino para hacer lo que nadie hace...”.
 

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