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Inhumano, demasiado inhumano

Opinión de Cecilia Sturla, Directora de la Escuela de Educación y Perfeccionamiento Docente de la Ucasal
Domingo, 03 de junio de 2018 00:00

La postura de la Iglesia Católica es clara. Pero yo gobierno para todos". Con esta frase, el Gobernador, con gesto adusto y a la salida del Te Deum en la Catedral, le respondía al periodismo que, ávido de novedades y de confrontaciones, lo increpó a preguntas, entre mujeres que le gritaban y le preguntaban por qué esa decisión tan definitiva.

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La postura de la Iglesia Católica es clara. Pero yo gobierno para todos". Con esta frase, el Gobernador, con gesto adusto y a la salida del Te Deum en la Catedral, le respondía al periodismo que, ávido de novedades y de confrontaciones, lo increpó a preguntas, entre mujeres que le gritaban y le preguntaban por qué esa decisión tan definitiva.

Afirmar lo que la ciencia afirma, que el embrión humano es justamente eso: un ser humano, obliga a conciencia a defenderlo de las agresiones externas. Y ello le cabe a todo ciudadano común, sea o no miembro de la Iglesia Católica. Sólo por ser un ser humano.

El debate pseudo filosófico de "es un ser humano, pero no es persona", lo dejamos para las charlas de café. Lo cierto es que cuando una mujer queda embarazada, por las causas que sean, hay allí una vida humana que es sujeto de derechos. Hay un ser humano que sólo necesita tiempo para desarrollarse. Por eso es por lo que el aborto no es cuestión de creencias: no se "cree" que hay una vida humana o no.

Se sabe que hay vida y esa vida es humana y como tal, tiene el primero de los derechos humanos, que es el derecho a la vida. La respuesta de nuestro Gobernador encierra una falacia: la de sostener que el aborto es una cuestión de mayorías, de actos privados, de fe. Y es justamente todo lo contrario.

Hasta podemos tomarlo como una postura cientificista. Sólo que esta vez, a la ciencia se la está desoyendo en función de argumentos utilitaristas e inhumanos.

Pensar que con el aborto solucionamos el problema de la pobreza, de la injusticia de género (y que nuestra provincia está a la cabeza en las estadísticas de estas aberraciones humanas), es otro error de juicio imperdonable. Me pregunto quién se va a encargar de que esa mujer o niña, víctima de la violencia de género más vejatoria, no vuelva a ser violada en su propia casa, en su barrio, en el lugar donde vive, luego de que la forzaran a practicarse un aborto.

La defensa de la vida no es una cuestión de fe: es simplemente defender a quien no tiene voz para defenderse. ¿Quién puede atribuirse el derecho de determinar quiénes tienen derecho a nacer y quiénes no?

Una sociedad que no defiende la vida desde su concepción es una sociedad inhumana. Nietzsche ya lo había profetizado hace cien años. En su obra "Humano, demasiado humano" hace una apología del hombre que es capaz de escribir sus propias leyes sin tener en cuenta ni la tradición, ni la metafísica ni mucho menos la religión.

Es el Superhombre que todo lo puede porque es autónomo de todo poder divino y humano. Pero una vez que se separó de lo divino, también rompe con lo humano.

Por ello afirma: "La compasión, la caritas, al permitir a los deprimidos y a los débiles seguir viviendo y tener descendencia obstaculiza las leyes naturales de la evolución: acelera la decadencia, destruye la especie -niega la vida. ¿Por qué las otras especies animales permanecen sanas? Porque carecen de compasión". (Nietzsche, Nota póstuma: 1887-88.)

La defensa por la vida humana no es caritas: es derecho, el primero de todos, porque sin él no es posible la existencia de todos los demás. Por ello el Colegio de Médicos de Salta, sale valientemente a la defensa de ese embrión amenazado por ideologías o por la política más dura y pura. Aunque también la caritas responde a la dimensión trascendente de la persona.

Caridad por las mujeres en estado de vulnerabilidad. Caridad por los niños que son violentados y matados en el vientre de su madre. La compasión forma parte de nuestra humanidad. Fuera de ella, corremos el riesgo de deshumanizarnos. Nietzsche al afirmar la humanidad sin su dimensión trascendente, convirtió al hombre en un monstruo más parecido a las bestias que a los seres humanos. En un ser inhumano, demasiado inhumano.

(*)

Directora de la Escuela de Educación y Perfeccionamiento Docente de la Ucasal.

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