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19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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En el río Pilcomayo la contaminación enferma y mata

Hay preocupación por tumores que se atribuyen a la acumulación de metales pesados. También están bajo la lupa pozos con arsénico. Se mezquinan informes sobre las aguas. 
Sabado, 25 de agosto de 2018 20:04
Un joven wichí escapa con su perro de las aguas del Pilcomayo. Javier Corbalán

Hugo Villagrán, cacique de Santa María, tiene a su hija bajo tratamiento en la ciudad de Salta por un tumor en la cabeza.
La hija de Julio Díaz, cacique de Alto La Sierra, fue hospitalizada con una seria dolencia en la vejiga.
Uno de los jefes wichí vive en la costa del Pilcomayo y el otro, monte adentro, pero los dos apuntan a la misma causa: el agua.
Villagrán y Díaz no son los únicos que están preocupados y quieren conocer los resultados de los análisis que distintos organismos realizaron en los pozo de aguas, las fuentes superficiales, los sedimentos, los suelos de las áreas de inundación y los peces del Pilcomayo.
El sábalo es la base de la cadena trófica y la principal dieta de más de 65.000 indígenas que viven en sus orillas en Tarija, Salta y Formosa.

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Hugo Villagrán, cacique de Santa María, tiene a su hija bajo tratamiento en la ciudad de Salta por un tumor en la cabeza.
La hija de Julio Díaz, cacique de Alto La Sierra, fue hospitalizada con una seria dolencia en la vejiga.
Uno de los jefes wichí vive en la costa del Pilcomayo y el otro, monte adentro, pero los dos apuntan a la misma causa: el agua.
Villagrán y Díaz no son los únicos que están preocupados y quieren conocer los resultados de los análisis que distintos organismos realizaron en los pozo de aguas, las fuentes superficiales, los sedimentos, los suelos de las áreas de inundación y los peces del Pilcomayo.
El sábalo es la base de la cadena trófica y la principal dieta de más de 65.000 indígenas que viven en sus orillas en Tarija, Salta y Formosa.

Huella tóxica 

Se sabe por diferentes estudios y monitoreos que se realizaron en los últimos veinte años que muchos pozos del extremo noreste de la provincia tienen concentraciones de arsénico que superan hasta en 75 veces los valores máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También está probado que las aguas del Pilcomayo siguen siendo receptoras de grandes volúmenes de metales pesados (plomo, cadmio, mercurio) desechados por cerca de 40 explotaciones mineras de Potosí. Las medidas que se dispusieron tras los gigantescos derrames de barros tóxicos producidos en 1996, 2003 y 2014, moderaron las descargas, pero diques de cola que se construyeron hace una década agotaron sus ciclos de utilidad y el vertido de aguas ácidas mineras que contienen elevadas concentraciones de metales pesados sigue siendo incesante.
Hace dos años, la Oficina Técnica Nacional (OTN) de Bolivia detectó 1.800 puntos de contaminación en el Pilcomayo superior. Antes, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA)) había registrado en las aguas de la alta cuenca niveles de arsénico cinco mil veces superiores al límite de seguridad fijado por la OMS. En las mismas muestras se determinaron niveles de plomo de hasta 99 miligramos por litro, cuando el máximo tolerable es de 0,05 mg/l.

 

LEER MÁS: Leucemia y tumores asociados a metales pesados

 

Sábalo con plomo

Antes de la desastrosa rotura del dique de cola de la minera potosina Santiago Apóstol, en 2014, especialistas de la Comisión de Investigaciones Científicas de Buenos Aires, la Administración de Parques Nacionales y el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente de la Universidad Nacional de La Plata detectaron en los tejidos musculares y las espinas de sábalos capturados en Misión La Paz (Salta) valores de plomo de 3,27 y 15,94 miligramos por kilo. El máximo permitido por el Código Alimentario Argentino es de 2 mg/kg.

En los sedimentos

Los últimos muestreos publicados por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación, hace cuatro años, advirtieron sobre concentraciones máximas de arsénico (26,6 mg/kg), plomo (127 mg/kg) y cadmio (6,4 mg/kg) en los sedimentos de fondo de Misión La Paz. En todos los casos, los valores se ubicaron muy por encima de los niveles medidos en El Colorado (río Bermejo) y de los límites de seguridad fijados por normas internacionales. 
Los metales pesados se acumulan en los sedimentos y se transfieren a la cadena trófica con serias consecuencias en la salud de las poblaciones ribereñas. “El silencio es más fuerte que la verdad, las huellas tóxicas quedan y las muertes pasan al olvido”, resumió, en una síntesis perfecta de la tragedia del Pilcomayo, el biólogo Raúl Montenegro, premio Nobel Alternativo de 2004. 

Bajo llave 

¿Cómo están las cosas hoy en el Pilcomayo y los pozos de agua del chaco salteño? Para responder a esa pregunta, desde la redacción de El Tribuno hemos insistido a lo largo de la semana por los informes de los muestreos más recientes, pero los organismos técnicos de Argentina, Bolivia y Paraguay se mantienen herméticos con los datos de interés publico. También enviamos los formularios que pide llenar la Comisión Trinacional del Río Pilcomayo. “Se ha recibido su solicitud de acceso a Calidad de Aguas. La misma será respondida a la brevedad”, respondió la Comisión Ejecutiva desde Sucre. La información nunca se entregó.
El silencio de las estructuras burocráticas, que insumen fortunas en cargos y honorarios para resolver poco o nada, dice mucho. Si los nuevos registros fueran alentadores, qué motivos habría para tenerlos bajo llave? 

Evidencias científicas del daño a la salud

Diversos estudios científicos describen patrones de mortalidad por cáncer asociados a diferentes metales pesados. En un trabajo publicado en abril último, epidemiólogos españoles encontraron relaciones entre el número de muertes por tumores de esófago con el plomo, de tumores cerebrales con el arsénico y del cáncer de vejiga con el cadmio.
Pablo Fernández Navarro, doctor en medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, remarcó que las exposiciones crónicas a plomo, cadmio, zinc, manganeso y cobre se asocian, estadísticamente, con una mayor mortalidad por cánceres del sistema digestivo en hombres. La de cadmio, a su vez, tiene prevalencia en el cáncer de encéfalo en mujeres.
Otros estudios vinculan al plomo, arsénico cadmio y mercurio con cánceres de sangre (leucemia), huesos, pulmón y mama; retrasos madurativos, daños al sistema nervioso central y al sistema inmunológico; diarreas, afecciones gastrointestinales y afectaciones al riñón. 


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