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Carlos Abán, la vida del hombre de las carpas, en una charla con clericó y un sinfín de recuerdos

Desde Chicoana, contó cómo fueron sus comienzos y su vínculo con la música. 
Domingo, 06 de enero de 2019 02:10

Carlos Abán tiene la nostalgia en la mirada de un carnaval en sepia que está seguro no volverá. Su rostro muestra los indicios de los años transcurridos en la consecuencia de defender las tradiciones más arraigadas del salteño, de sus carpas, los aromas de la lluvia con la albahaca, el espectro de dos pañuelos en el aire y el sonido de un bandoneón que le dio la tonalidad a su vida.

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Carlos Abán tiene la nostalgia en la mirada de un carnaval en sepia que está seguro no volverá. Su rostro muestra los indicios de los años transcurridos en la consecuencia de defender las tradiciones más arraigadas del salteño, de sus carpas, los aromas de la lluvia con la albahaca, el espectro de dos pañuelos en el aire y el sonido de un bandoneón que le dio la tonalidad a su vida.

Entonces ese viejo mandinga se pone a estirar y contraer ese instrumento y unas seguidillas de viejas zambas carperas endulzan el oído del mejor oficio del mundo; esa exclusividad que es solo para periodistas.

Un entrador clericó de Año Nuevo amenizó el relato sobre una vida dedicada al carnaval y al reconocimiento de ese mundo carpero que le da identidad a los salteños.

Lo arruga al instrumento y declara: “Yo estudié en el Profesorado de Solfeo, Teoría y Bandoneón de la ciudad de Córdoba. Me recibí allá por el año 58 y luego me vine a Salta a instalar una academia de bandoneón en la San Juan al 1400. Allí llegué a tener hasta 50 alumnos. Pero en esos tiempos en que uno es chango también conoce a mucha gente. Yo conocía a Horacio Aguirre, que era muy joven y que aún no estaba en Los Cantores del Alba. Íbamos a los bailes juntos (recuerda y ríe). Por otro lado, ya había formado un grupo de música que se llamaba Carlos Abán y su conjunto, con el cual ya había grabado un disco en HyR Maluf. En consecuencia, ya ganaba más plata y era más conocido por el grupo musical que por la academia. Me decidí por lo primero y así fue que grabé más de 50 discos”, dijo mientras recargaba los vasos con un cucharón.

Volvió a fruncir el ceño y a estirar el fuelle “A”, una marca alemana que se dejó de fabricar en 1943, desde donde comenzaron a salir melodías de tangos “enganchados”que lo llevaron al exilio amoroso y profesional.

“Yo pasé 40 años de mi vida en Buenos Aires, del 63 al 2003, por una cuestión de profesión. Allí conocí a Chela Jordán, que fue mi compañera por muchos años y fue quien me abrió muchas puertas para mi carrera como profesional de la música. Iba y venía a la Capital, por lo que nunca tuve una casa allá, alquilaba en los hoteles en donde caía. Nunca me casé, no tuve hijos y finalmente me volví a mis pagos”, dijo el hombre sentado en una silla de madera desplegable.

Carlos nació un 5 de noviembre de 1929 en La Viña. Hijo único. Su papá, Tomás Abán, fue un seclanteño descendiente de libaneses que se encontró con una hija de inmigrantes españoles, Rosario López. A los seis años se trasladaron al lugar desde donde hoy Carlos habla, habita y disfruta.

Se trata de la avenida Roberto Albeza, sin número, a unos 100 metros del cementerio de Chicoana, a la misma distancia pero para el otro lado de donde se hace el tradicional Festival del Tamal. Ahí pasó su infancia, recordada, jugando en medio de los tabacales y las tareas de campo. Hoy sigue manteniendo esa magia y tranquilidad y de vez en cuando se lo puede escuchar a Carlos hablando con los pájaros del valle verde de Lerma. Nunca se pudo separar de esa tierra.

En 1962 se metió en un desafío grande. Por esos años las carpas de Club Cerrillos y de El Chañarcito de Marco Tames monopolizaban la “capital del carnaval”. El hombre, joven y aguerrido, abrió La Cerrillana ese año y le fue tan bien que hasta el año 2015 no paró nunca. Luego se trasladó a Salta y armó los tradicionales carnavales de 20 de Junio.

“La abrimos en año 79, en el medio del tiempo que a los milicos no le gustaba el carnaval (ríe). No le gustaban los bagualeros porque decían que no eran argentinos y nosotros le hicimos el primer concurso de la baguala en la carpa. De ahí sacamos a 25 ganadores bagualeros, entre ellos Balvina ”, contó “el hombre del carnaval”.
 

Hay un museo folclórico en Salta

Don Carlos tiene un amigo muy amigo que es abogado y vive en Salta. Él le cedió un espacio de su casa para transformarlo en un museo con el material que juntó durante toda su vida. “Este museo es para los salteños y visitantes como una síntesis del mundo folclórico de Salta”, dijo Abán. Funciona en avenida Uruguay 636, a partir de las 17, solo por algunas horas. También se debe mencionar que fue distinguido por la Academia Nacional de Folclore en septiembre último.

Sobre la idea de la carpa

Abán abrió su carpa en Chicoana y fue un éxito total durante dos años. Luego se cansó de remar contra las disposiciones de los funcionarios de turnos, que confunden la carpa con una bailanta. Se cansó de todas “las prohibiciones” y cerró. Se fue con ese cierre de su carpa otra gloria del patrimonio cultural de Salta.
“No tienen idea, entonces creen que una carpa es un baile y en consecuencia hay que poner mil policías y los niños no pueden entrar y todo es confusión. La carpa se disfruta en familia. Sin los niños no vienen ni las abuelas y abuelos que tanto disfrutan y se sienten nuevamente jóvenes. También hay que decir que muchos propietarios le ponen el nombre de carpa a sus bailes chingui chingui”, dijo el creador del ritmo de la zamba carpera.

Sobre el origen cuenta 

“Las zambas son lentas. Faltaba algo para el hombre del norte que es duro y arisco como la misma naturaleza. Hacía falta algo más alegre para que baile y disfrute para el tiempo del carnaval. Así fue que con Horacio Aguirre las hicimos un poquito más rápidas a las zambas y le dimos más alegría a esos hombres que de pronto comenzaron a revolear con más ganas los pañuelos y que comenzaron a soltar los gritos de alegría, que ahora son típicos, al bailar con una moza el ritmo endiablado de las carpas salteñas”, dijo Carlos     Abán.
 

 

 

 

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