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Artillería pesada y la grieta, intacta

Lunes, 21 de octubre de 2019 02:17

El balance de los dos debates presidenciales puso sobre la mesa gran parte de los problemas de la Nación, pero ni planteó ni insinuó solución alguna. Todo indica que la grieta sigue intacta.

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El balance de los dos debates presidenciales puso sobre la mesa gran parte de los problemas de la Nación, pero ni planteó ni insinuó solución alguna. Todo indica que la grieta sigue intacta.

Se habló de la pobreza, del desempleo, de los cíclicos colapsos de nuestra economía, y ayer, con fuerte resonancia, se habló de la corrupción.

La confrontación es entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, el Presidente y el exjefe de Gabinete del tramo inicial del kirchnerismo. No solo por la intención de voto, sino porque ambos tienen flancos débiles y responsabilidades directas en la crisis actual.

El kirchnerismo intenta mostrar a Macri como la continuación de la dictadura y como el creador de la pobreza y el desempleo. Probablemente, Fernández, como antes lo hiciera su aliado Sergio Massa, haya sobreactuado ese argumento. Macri, anoche, admitió sus responsabilidades, pero le recordó a su adversario que el peronismo gobernó 24 de los últimos 30 años, período en el que la inestabilidad monetaria, la imprevisibilidad y el clientelismo se tradujeron en un crecimiento de la pobreza estructural. Y redobló su apuesta al señalar que durante su gestión como jefe de Gabinete, Fernández dispuso intervenir el Indec para ocultar la pobreza y la inflación.

El candidato kirchnerista, ayer menos enfático que la semana anterior, retrucó haciendo referencia a la crisis generada en las pymes por el tarifazo y en los datos oficiales que muestran un incremento de la pobreza.

Es difícil evaluar sí, ante el público, alguno salió ganando. Macri no pudo demostrar logros en esta materia, pero Fernández no pareció convincente para desligarse de las responsabilidades.

Pero el debate no sirvió, tampoco ahora, para saber cómo va a hacer quien gane el 27 de octubre para salir del pozo.

En ese punto, algunos aportes de José Luis Espert y, en menor medida, de Roberto Lavagna y Juan José Gómez Centurión ayudaron a vislumbrar que el problema es de fondo y que los pesos pesados solo piden confianza (y votos).

Tampoco le fue bien a Fernández en el tema de la corrupción. Incluso, amenazó a Macri con iniciarle causas por intervenciones sospechosas en los casos del Correo (el tema lo llevó Nicolás del Caño pero aquel allí hizo una riesgosa alusión al fallecido Franco Macri) y en el del blanqueo. Claro, el candidato del Frente de Todos es abogado de Cristóbal López y su compañera de fórmula, multiprocesada. Y aunque en este round el Presidente sacó una previsible ventaja, el evocar la valija de Antonini Wilson y la efedrina que salpica a Aníbal Fernández, las dudas y la sensación de vulnerabilidad que genera la Justicia y la destructiva intervención de los gobiernos en las acciones de los jueces indican que el desapego por la división de poderes es generalizado.

En materia de políticas de Seguridad, de federalismo e institucionalidad del país el debate fue mostrando algunas diferencias que van más allá de la pirotecnia de campaña.

Del Caño, que solo buscó ampliar su imagen política ante un público "antisistema", se ensañó sin pruritos contra la policía, defendió la legalización de la droga y fue particularmente duro con Patricia Bullrich. Fernández intentó ubicarse en el medio (entre el massismo y la Cámpora, podría decirse) y criticó sin mucho fundamento las actuales políticas para el control de la delincuencia. Por ese mismo camino transitó Lavagna mientras que Espert y Centurión fueron la contracara de Del Caño. Macri allí defendió el rol de la policía y los logros de su gobierno, y vinculó al kirchnerismo con el narcotráfico.

A pesar de lo acotado del esquema del debate, anoche se vivió un clima mucho más intenso y se despejaron algunas dudas: al menos se confirmó que Macri piensa seguir por el mismo camino que hasta ahora y Fernández, que va a retomar la posta que dejó en 2015 su compañera de fórmula.

En definitiva, todo parece corroborar que la grieta sigue intacta, y que no hay indicios de que quieran suturarla.

 

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