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Grabois: “La herencia que deja Macri es una catástrofe social”

Lunes, 18 de noviembre de 2019 01:14

Juan Grabois llegó a la provincia antes de las elecciones para brindale apoyo a los candidatos del Frente de Todos en los comicios provinciales. El dirigente social y referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y conocido como “el amigo del Papa”, por su cercanía con Francisco, habló con El Tribuno sobre diversos temas de actualidad.

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Juan Grabois llegó a la provincia antes de las elecciones para brindale apoyo a los candidatos del Frente de Todos en los comicios provinciales. El dirigente social y referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y conocido como “el amigo del Papa”, por su cercanía con Francisco, habló con El Tribuno sobre diversos temas de actualidad.

Hace poco dijo que la grieta en el gobierno de Alberto Fernández iba a continuar, ¿por qué piensa eso?
Lo que me da gracia de la grieta es que los que más hablan de la grieta y de que hay que cerrarla son los que más trabajan para que exista. Es una teoría un poco, discúlpame la palabra, pelotuda. Porque polarización en la Argentina hubo siempre. Acá, desde unitarios y federales siempre tuvimos polos políticos, y es la realidad. En general, esos polos representan intereses económicos que tienen contradicciones. En Salta, hay una contradicción evidente entre los intereses económicos de este señor que tiene el gorrito amarillo, Alfredo Olmedo, que maneja un campo, que ni siquiera es suyo, y el resto es la población que no recibe ningún fruto, ningún producto. Entonces, la política para no entrar en una crisis de representatividad tiene que expresar los intereses económicos. Cuando no hay polos, cuando no hay polarización, cuando no hay carriles políticos, pasa lo de Chile, lo de Colombia o lo de Ecuador. 

¿A qué polos hace referencia?
Al no existir organizaciones sociales o políticas que canalicen los deseos de participación del pueblo, eso se reprime bajo una supuesta normalidad, hasta que un día el sistema se derrumba, se rompe el espejismo y no hay continente para ese contenido. Nosotros que ya tuvimos la experiencia del 2001, donde no había ninguna polarización y estábamos peor desde el punto de vista de la posibilidad de institucionalmente trabajar, si se quiere, en el marco de la Constitución. Ahora, yo creo que a esa polarización hay que dotarla de contenido, hay que salir de las boludeces, tipo Cristina o no Cristina.

¿Cómo se logra eso?
Hay que poner los intereses económicos en primer plano, que es en definitiva lo qué le importa a la gente. Porque no es verdad que acá hay un sector que es más republicano y otro menos republicano. Hay que darle el contenido real que tiene esa polarización y el contenido real para mí son los intereses socioeconómicos que expresa cada opción política.

En esta campaña, los candidatos presentaron pocas propuestas. ¿Por qué piensa que pasó esto?
Porque la política del siglo XXI funciona así en todos lados. Es la no propuesta, la no política. Pero en el fondo, la gente sabe que el macrismo representa a los sectores del círculo rojo, a los sectores de las élites y el Frente de Todos intenta expresar a una mayoría popular. Además tenemos un sector muy grande de nuestra sociedad, que es lo que podríamos llamar la clase media aspiracional, que tiene una clase de pertenencia que es el sector medio que está muy empobrecido, muy golpeado por la economía, pero tiene una clase de referencia a la que quisiera pertenecer, pero tiene la puerta cerrada, no los invitan a la fiesta del poder.

¿Hay una paradoja en el votante de clase media que vota a gobiernos que supuestamente los desfavorece?
¿Cuáles son las metas culturales de la sociedad? Tener guita, tener éxito, ser como Macri, no es ser como Yiyo (Pedro Guzmán que fue candidato a concejal), que es un morocho de barrio, que se rompe el alma 16 horas por día sacando a los pibes de la droga. Es más, es sospechoso, solamente por ser solidario y por laburar por los demás, es sospechoso porque lo normal sería que esté preocupado por sí mismo, por su empresa, por su éxito económico. Entonces, si se preocupa por los demás, es sospechoso. Entonces, hay un problema cultural de fondo: que es la crisis de valores que atraviesa a toda la sociedad entre una propuesta de una falsa meritocracia, que es vos te vas a salvar solo si te esfuerzas, si estudias y si cagás al otro. 

¿Lo que está pasando en Chile es similar al 2001?
Lo que pasó en Argentina en el 2001, que más allá de quien haya tomado la comanda, que haya sido Néstor Kirchner, cualquiera que hubiese tomado la comanda no tenía margen para hacer un gobierno neoliberal, tenía que generar un proceso de redistribución de la riqueza porque se había despertado algo que estaba dormido y es lo mismo que va a pasar en Chile. Sea quien sea el que tome esas banderas, alguien las va a tener que tomar.

Pero en Chile, por lo menos por ahora, nadie tomo esa bandera y es el pueblo el que sigue planteando las reformas... ¿Tendría que haber algún líder político que guíe esas masas enojadas?
Yo oscilo, no tengo certezas. A veces cuando nos dicen, incluso gente que nos quiere, que en Argentina no pasan esas cosas porque estamos los movimientos sociales, que contenemos, yo no sé si ponerme contento o no. Porque, efectivamente, uno de los roles que nosotros tenemos es contener la situación de miseria que hay en Argentina con un 40% de pobres, pero nosotros no militamos para contener nada, militamos para transformar la realidad, para construir justicia social. Entonces, ¿qué método es más efectivo? La historia dirá, yo creo que habiendo vivido el 2001, cuando no hay canales organizativos, hay sangre, hay muerte, hay violencia, hay dolor y a río revuelto ganancia de pescador. Entonces, a mí me alegra que hayamos tenido un canal político para poder expresar el repudio al modelo neoliberal de Macri, me alegra que lo hayamos tenido y tengo esperanza en que eso de frutos de justicia, pero, desde luego, es una apuesta y la historia va a decidir si fue una apuesta correcta o no.

¿Qué da más validez a un proceso de cambio: que la gente lo haga en la calle como pasa en Chile o Bolivia o lo haga en las urnas como en Argentina?
Yo trabajé todos estos años con la hipótesis de que nosotros teníamos que garantizar la estabilidad institucional de la Argentina, porque creo que si se hace una transición pacífica, democrática y lo que viene es un gobierno que tire para el lado del pueblo, va a ser bueno. Pero eso no invalida que la democracia se construye también en la calle. Entonces, ahí hay una combinación que tiene que haber entre lo institucional y la calle, a punto tal de que yo no tengo ningún cargo público, no acepté ningún cargo público, no acepté ninguna candidatura...

¿Aceptarías ahora con el gobierno de Alberto Fernández?
No, porque creo que es necesario que siga el no descabezar los movimientos populares, que son en última instancia, la garantía de que se cumpla el programa de justicia social que encarna el Frente de Todos. Al mismo tiempo, nosotros trabajamos para empoderar en las instituciones lo que no está representado. 

¿Qué opinión tiene sobre Ofelia Fernández, la activista que fue elegida diputada por el Frente de Todos?
Con Ofelia no estoy de acuerdo con un montón de cosas. Yo soy un católico practicante y no estoy de acuerdo con un montón de cosas, pero no había ninguna pibita y es una piba que tiene cabeza, que tiene capacidad y que, aunque yo no tenga coincidencia con ella, sé que va a tratar de defender cosas con las que sí estamos de acuerdo: que es la educación para los pibes, que las escuelas no se te caigan a pedazos y un montón de otros aspectos que son importantes. 

Hay rumores de que el papa Francisco va a venir el año que viene, ¿sabe algo?
Del Papa lo único que te puedo decir es que, al igual que la gran mayoría de los argentinos, me encantaría que venga a reencontrarse con su pueblo, pero respeto también si su decisión es no venir porque lo necesitan en muchos lugares y tiene batallas muy duras que dar que nosotros ni nos imaginamos desde nuestro lugar. A veces somos un poco ombliguista los argentinos y pensamos que todo pasa por acá. Él está tratando de cambiar para bien una iglesia que en su faceta institucional viene con cosas muy feas, muy putrefactas y está haciendo un esfuerzo muy grande y ahí tiene que poner su corazón y su laburo. Si no viene, yo lo entiendo.

¿Qué país nos deja Mauricio Macri?
Yo creo que la herencia que deja Macri es la que se puede ver en las estadísticas, es una catástrofe social y no es que hace cinco años estábamos en un lecho de rosas, no estábamos bárbaros: había un 25% de pobreza pero ahora hay 40. No solamente hay más pobres, sino que los pobres son más pobres, es decir, la brecha de pobreza, o sea que para lograr salir de la pobreza necesitás mucho más de lo que necesitabas antes. Los laburantes, hay una cultura de la precariedad nueva, nos hemos acostumbrado a que si ganás 35.000 pesos por mes tenés que estar contento y con 35.000 pesos por mes estás abajo la línea de pobreza. 
Nos hemos acostumbrado a que el obrero, a que el laburante, a que el empleado, incluso que el profesional tenga sueldos que lo ponen en situación de pobreza, de vulnerabilidad y que tres o cuatro vivos, que encima se la dan de republicanos, se la lleven en pala, literalmente. 
Esa herencia de desigualdad sumada a una herencia cultural muy fea, que es algo no estaba en Argentina o que estaba dormida, que es esa derecha bolsonarista, esa derecha olmedista, del tipo que discrimina, del tipo que dice vayan a laburar pero no labura.

 

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