¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La participación del Marqués de Yavi en la Batalla de Salta

En medio del combate, Fernández Campero abandonó el ejército realista y se sumó a las fuerzas patriotas. 
Domingo, 17 de febrero de 2019 01:08

Mientras el general Belgrano avanzaba hace 206 años, con el Ejército del Norte desde el Fuerte de Cobos hasta nuestra ciudad, el Marqués de Yavi, don Juan José Fernández Campero, asumía como gobernador realista de Salta. Además, estaba bajo el mando del general Pío Tristán, jefe realista que ocupaba nuestra ciudad, desde su arribo de Tucumán.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Mientras el general Belgrano avanzaba hace 206 años, con el Ejército del Norte desde el Fuerte de Cobos hasta nuestra ciudad, el Marqués de Yavi, don Juan José Fernández Campero, asumía como gobernador realista de Salta. Además, estaba bajo el mando del general Pío Tristán, jefe realista que ocupaba nuestra ciudad, desde su arribo de Tucumán.

Tristán, que residía por esos días en la casa realista de doña Liberata Costas Guastaburu, participaba asiduamente con el flamante gobernador Fernández Campero de las fiestas y agasajos que se organizaban para homenajear a la oficialidad realista. El hecho fue que estas reuniones también sirvieron para que, disimuladamente, ciertas damas salteñas, patriotas ellas, asistieran con el fin de relacionarse con los realistas e intentar sumarlos a la causa de Mayo. Según los historiadores españoles Torrente y García Camba, algo de eso habría ocurrido entre doña Juana Moró de López y el coronel Fernández Campero, que al momento de la batalla del 20 de febrero, no solo era gobernador interino, sino también, uno de los jefes del ejército de Pío Tristán. Para estos estudiosos, una historia de amor entre Juana Moro y el Marqués de Yavi, explicaría la conducta que Fernández Campero adoptó en medio de la batalla. Ocurrió -según la tradición salteña- que en un determinado momento del enfrentamiento, el Marqués de Yavi se pasó con armas y bagajes al bando patriota. Sin embargo, por estos lares la tesis españoles fue desestimada, atribuyéndosele al inaudito “cambio de caballo a mitad del río”, solo razones patrióticas que luego lo llevarían a la muerte. 

Vicente Fidel López, autor de la Historia de la República Argentina, al referirse a Fernández Campero dice: “El desgraciado Marqués era un patriota de mérito. En los primeros días de la Revolución era partidario del Rey; pero reaccionó en 1813 y se puso al servicio de la Independencia, no solo con su dinero, sino con su familia...”. Más adelante, López lo describe como “buen hombre, inocentón, rollizo y cotudo...”.

Opiniones de salteños

Para don Antonio Cornejo, autor del opúsculo “Coronel Mayor Graduado del Ejército Patrio, Juan José Fernández Campero, colaborador de Güemes” (Año 2000), el Marques “fue un colaborador incondicional del General Güemes, antes y después de la Batalla de Salta”.

Según el Dr. Bernardo Frías, Campero “había fluctuado su opinión política por uno y otro bando, repartiéndose entre la Revolución y el Rey...”. Y más adelante agrega: “más le hubiera valido el haber quedado tendido entre los muertos, que haber caído en manos de sus enemigos (realistas) porque vinieron a ser para él, más que enemigos, verdugos.... Las crueldades inhumanas de sus carceleros fueron tantas que aceleraron sus días hallando el Marqués otro alivio que la muerte, la que lo sorprendió a mitad de viaje, en Kington de Jamaica, el 22 de octubre de 1820...”. 

Para el Dr. Atilio Cornejo, “Fernández Campero, como americano, abrazó la causa de América y por ello fue hecho prisionero y por ella murió. Merece por lo tanto, los honores de nuestra historia. Nada importa su pasado realista para nosotros...hemos sido ingratos con su memoria”. 

Reconocimiento del Gobierno 

Luego de la Batalla de Salta, el Marqués de Yavi luchó tenazmente por la independencia.

Según Antonio Cornejo, “en momentos previos a la Batalla de Salta, el coronel Juan José Fernández Campero se desempeñaba como gobernador de Salta y además, estaba al frente del ala izquierda del Ejército de Pío Tristán.

Durante los sucesos -continúa Cornejo- el Cnel. Fernández Campero, alejó a su ala del campo de batalla, debilitando con su accionar, las operaciones del Gral. Pío Tristán y facilitando el triunfo del Ejército del Gral. Belgrano, tal como lo describe el historiador español Torrente y García Camba en sus Memorias”.

Luego de la Batalla de Salta, y en reconocimiento de su apoyo a la causa patriótica, el Marqués de Yavi fue designado por el gobierno nacional, Coronel del Ejército Patrio, el 27 de junio de 1814.

Además, el 24 de febrero de 1815, el Gobierno le concedió el grado de coronel Mayor Graduado, “atendiendo a su efectiva colaboración y méritos militares al servicio de la Patria”.

Por su parte Mitre, destaca que Fernández Campero “después de Sipe Sipe (13/11/1815), había levantado a su costa un regimiento, “Ejército Peruano”, poniéndose a las órdenes de Güemes y obrando en todo de acuerdo con él... Estuvo a la cabeza de 600 hombres, reforzado por Los Infernales y los Gauchos de Güemes”.

En el año 1814, Fernández Campero participo de tres combates contra los realistas: el 15 de mayo; el 12 de septiembre, y el 10 de diciembre. 

En 1815 enfrentó la vanguardia de Olañeta el 29 de marzo y, el 28 de septiembre, su último combate, desalojó de Yavi a las tropas de La Serna. 

Con respecto a la derrota de Sipe Sipe, hay que destacar que luego de ello, Güemes debió reorganizar sus milicias creando tres divisiones defensivas: en Orán, al mando del Tte. Cnel. Eduardo Arias; en Tarija, con el Tte.Cnel. Francisco Pérez de Uriondo; y en Humahuaca a cargo del Cnel. Mayor Juan José Fernández Campero. Todas bajo la responsabilidad de Urdinea, quien respondía al cuartel general de Martín Güemes.

Campero cae prisionero en Yavi

El 15 de noviembre de 1816 por la mañana, algunos soldados patriotas salieron de Yavi a recoger leña. En eso estaban cuando fueron sorprendidos por los españoles que lograron tomar prisioneros a seis de ellos, pero uno que escapó, dio la alarma. Lo hizo justo cuando el marqués estaba en misa. A partir de entonces Yavi fue un caos pues a poco los invasores entraron al pueblo a los tiros. 

El marqués, al escuchar el tumulto, salió corriendo de la iglesia justo cuando por allí pasaba el comandante de las avanzadas de Güemes, don Bonifacio Ruiz de los Llanos. Iba montando en pelo un caballo enfrenado. Al verlo el marqués le pidió auxilio. Don Bonifacio sofrenó su equino y se lo ofreció al marqués. Y una vez que Ruiz logró hacerlo montar, se despidió recomendándole que tratase de reunir a su gente. Pero a poco alguien gritó: nos cortan por la zanja! Ante semejante alarma, todos huyeron, en tanto Ruiz, que estaba a pie, de una corrida alcanzó al caballo del marqués, logrando montarlo de un salto por las ancas. Hicieron un buen trecho los tres juntos -caballo, marqués y Ruiz- hasta que el último, al ver la inestabilidad de la marcha, se apeó del caballo y montó una mula ensillada que pastaba por allí. Ya con cabalgadura, Ruiz alcanzó al marqués que iba acompañado por cuatro jinetes. Le ofreció el mular para mayor seguridad y, luego de intercambiar monta, los seis reiniciaron la huida seguidos por siete realistas. Al llegar a una zanja, todos pudieron salvarla, menos el marqués, quien allí cayó de espalda. De inmediato los realistas le intimaron rendición y el marques, poniéndose de pie, se rindió.

 

Prisión, tortura y muerte

 

Después de ser tomado prisionero, los realistas pasaron a ser los verdugos de Fernández Campero, el Marqués de Yavi. Lo castigaron con una larga y penosa prisión. Primero lo llevaron a Tupiza, luego a Potosí donde intentó fugarse; posteriormente fue trasladado a Lima, “donde los Diputados peruanos -dice Cornejo- solicitaron su canje, con resultados negativos a su liberación, y finalmente fue enviado a España por la ruta de Panamá, continuando hasta el día de su muerte, en Kington, Jamaica, el 28 de octubre de 1820, cuando era llevado a España para ser juzgado por un Consejo de Guerra. 


 

PUBLICIDAD