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¿Resurge el bipartidismo?

Domingo, 14 de julio de 2019 00:00

Crisis del bipartidismo. El bipartidismo se ha visto en general como una expresión de madurez de las democracias porque, en línea con la ciencia que siempre busca las soluciones más sencillas, en política las diferencias parecería que pueden simplificarse expresándolas en dos grandes grupos de opinión en lugar de una miríada de ellas tal vez no muy diferentes entre sí.

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Crisis del bipartidismo. El bipartidismo se ha visto en general como una expresión de madurez de las democracias porque, en línea con la ciencia que siempre busca las soluciones más sencillas, en política las diferencias parecería que pueden simplificarse expresándolas en dos grandes grupos de opinión en lugar de una miríada de ellas tal vez no muy diferentes entre sí.

En el caso de la Argentina, desde hace bastante tiempo se viene hablando del fin del bipartidismo en sintonía con lo que parece también una crisis cuanto menos- de este bipartidismo en otros países, como es el caso de las socialdemocracias donde han aparecido algunos brotes anti sionistas y proteccionistas, incompatibles con el ideario tradicional de ese espacio ideológico.

Esta ruptura del bipartidismo, en el caso de la Argentina expresado en los dos grandes partidos tradicionales, la UCR y el Partido Justicialista, nombrados en orden cronológico, se ha manifestado en la proliferación de expresiones, casi todas ellas despojadas de tintes ideológicos definidos, y basadas casi exclusivamente en el posicionamiento de algún candidato atractivo al amparo de consignas abstractas cuando no definitivamente inconsistentes y contradictorias.

¿El fin de las ideologías?

La muerte de las ideologías, por su reiteración casi permanente, recuerda otras recurrencias proteicas, como las explicaciones sobre las "verdaderas" causas del desarrollo o subdesarrollo de las naciones, o la recurrente muerte del economista Keynes, quien también debe ser reiteradamente resucitado de apuro cuando las "papas queman", esto es, cuando las crisis económicas aparecen "de la nada" y la ortodoxia no puede dar respuestas para salir del atolladero.

En cambio, las ideologías, siempre presentes, podrían proponerse como una infinita cremallera con carriles que componen los dos grandes ideales que están en cada tiempo presentes en las sociedades y que progresivamente se va cerrando, aunque siempre, en el extremo superior, se muestran las dos partes justamente de esta cremallera que indican la brecha todavía abierta, a la vez que la "costura" inferior denota los acuerdos y realizaciones ya logrados.

En el caso particular de la Argentina, siempre hubo posiciones ideológicas enfrentadas y muchas veces de manera violenta: las guerras civiles del Siglo XIX, el fraude posterior a la Organización Nacional, la disputa peronismo-antiperonismo a partir del golpe de 1943 que dio partida de nacimiento al movimiento de Perón, y en la década de los setenta del Siglo XX, las propias diferencias internas del peronismo traducidas en su enfrentamiento armado directo en Ezeiza junto a la disputa Montoneros-Triple A.

A su turno, los "paraguas" dentro de los cuales operaban esas diferencias fueron, a lo largo del tiempo, las fracciones unitaria y federal, el conservadurismo y la Unión Cívica Radical; luego el radicalismo con el peronismo, y este último en sus versiones del peronismo tradicional enfrentado a las "formaciones especiales".

Por cierto, cabe preguntarse si estas diferencias entran en los moldes "izquierda-derecha" o si debe dárseles otra especificación.

En cambio, no puede negarse el claro y violento enfrentamiento interno que existió en cada caso entre las partes, a la vez que, a diferencia de otras sociedades, en la Argentina la "costura" del "cierre infinito" distó de ser todo lo prolija que se aprecia en las naciones en general y, especialmente, está lejos de haber concretado cicatrizaciones definitivas, pareciéndose más al paseo aleatorio que exhibe un alegre contertulio que se retira caminando de una fiesta luego de generosas ingestas de alcohol, ¿verdad?

Matices y diferencias

Como quiera que sea, el "enfrentamiento" UCR peronismo, posterior al golpe contra Perón en 1955, dejó de ser uno que mostrara diferencias tan marcadas por ejemplo, autoritarismo vs. Republicanismo, como podría haber sido el debate de estos contendientes entre 1943 y 1955 - y se mantuvo como tal más por inercia que por encontronazos fuertes. A la vez, en tanto el radicalismo - aun con su ruptura interna en 1957- conservó su impronta republicana, el peronismo se fue agrietando internamente hasta su eclosión límite al regreso de Perón y su tercera presidencia en 1973. No obstante, sus diferencias internas parecían haberse saldado con las definiciones bastante categóricas del propio Perón y su abrazo con Balbín, en cambio se mantuvieron las posturas enfrentadas entre un ala más comprometida con la Constitución y su otra ala "revolucionaria" que esencialmente era transgresora justamente de la República y su división de poderes, sin por ello terminar de inclinarse por el fascismo prístino del peronismo de 1943 o el "montonerismo" de la década de los setenta, materializado casi explícitamente en los gobiernos recientes del matrimonio Kirchner desde 2003.

El bipartidismo en 2019

En la actualidad, la división ideológica del peronismo se mantiene, conservando el ala "montonera" un caudal aparentemente mayoritario, a la vez que la porción apegada a la Constitución exhibe a su vez diferencias internas. Estas diferencias se corporizan en cuatro figuras principales, nombradas en orden alfabético, que son: Alberto Fernández, Roberto Lavagna, Sergio Massa, Miguel Pichetto y Juan Urtubey. Curiosamente, todos ellos fueron funcionarios de alto rango o aliados políticos de los Kirchner, y todos ellos también se apartaron oportunamente de ese espacio, habiendo retornado dos de ellos, Fernández y Massa, al núcleo kirchnerista como candidatos a presidente y diputado nacional, respectivamente, en tanto Lavagna y Urtubey conformaron una candidatura propia a presidente y vice de la Nación.

Miguel Pichetto, por su parte, aceptó integrarse al espacio político del presidente Macri como candidato a vicepresidente, con lo que el peronismo republicano se repartió entre estas dos propuestas, si bien cabe interrogarse por la cohabitación de estas figuras consideradas moderadas -Alberto Fernández y Sergio Massa- con las más orientadas a posiciones populistas y de adhesión a regímenes autoritarios, como los de Bolivia, Cuba, Nicaragua, Irán y Venezuela, posiciones lideradas por la candidata a vicepresidente, Cristina Fernández.

¿Resurge el bipartidismo?

Podría pensarse que el reacomodo político ante las inminentes elecciones de 2019 mostraría un resurgimiento del bipartidismo, con dos ofertas electorales centristas y republicanas, aunque no decisivamente bajo la “tutela” del radicalismo y el peronismo esta vez, por cuanto este último está presente, aunque en forma fragmentada, en los tres espacios, si bien el tercero (Lavagna-Urtubey), en principio parecería minoritario.

Sin embargo, este bipartidismo sería, si se quiere, “trucho”, porque las posiciones de Cristina Fernández son populistas y fuertemente autoritarias, a la vez que algunos de sus acólitos profieren amenazas explícitas a la prensa libre y la independencia del Poder Judicial.

Sin duda, de triunfar esta propuesta, probablemente la Argentina ingrese nuevamente en una etapa difícil, no exenta de los grandes desequilibrios que hoy están presentes: inflación, desempleo y estancamiento económico, principalmente, aunque sin duda muy probablemente potenciados, a la vez que no sería disparatado imaginar una fragmentación interna, al cohabitar en este espacio propuestas sin duda incompatibles entre sí: republicanismo junto a autoritarismo.

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