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El ejemplo de no rendirse, la historia del salteño ciego que irá a los Parapanamericanos

Una enfermedad lo dejó ciego. Aprendió a nadar y hoy es uno de los mejores del país. Mario Medina, el salteño que competirá en natación adaptada y que hace historia. 
Martes, 16 de julio de 2019 02:28
foto Jan Touzeau

En verano de 2013, Mario Medina se enteró de que en el club Popeye había una escuela de natación para ciegos. Tenía 14 años y hasta entonces solo sabía flotar, pero su rumbo cambió cuando conoció a la profesora Raquel García. Hoy, seis años y medio después, se transformó en el primer salteño en ser confirmado en los Juegos Parapanamericanos que se disputarán del 24 al 31 de agosto en Lima.
Compartirá el Centro Acuático de Videna, en la capital peruana, con Robert Strelkov, uno de los 13 deportistas salteños que llegarán a competir semanas antes, en los Panamericanos.
Su historia de vida es tan dura como ejemplar y el sostén que lo llevó a no rendirse jamás fue su familia. Mario quedó ciego por tener “retinopatía del prematuro”, una enfermedad ocular que afecta a los bebés, hace que crezcan vasos sanguíneos anormales dentro de la retina, y que lleva a la ceguera. Tras sufrir el desprendimiento de retina, él perdió completamente la vista.
“Mi papá, mi hermano y mi abuela son mis pilares. También lo es Raquel, que a veces siento que es mi mamá y otras veces mi entrenadora”, cuenta a El Tribuno.
De su mamá biológica dice que no sabe nada. “No la conozco, me crié con mi papá y mi abuela que para mí es una madre”.
De sus primeros pasos como nadador, Mario comenta: “Me anoté porque hace un tiempo había querido aprender a nadar y solo sabía flotar. Me enteré que en Popeye iban a enseñar y allí aprendí a nadar crol. Cuando terminó el verano, nos fuimos a Gimnasia y Tiro, donde actualmente estoy”. 
 

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En verano de 2013, Mario Medina se enteró de que en el club Popeye había una escuela de natación para ciegos. Tenía 14 años y hasta entonces solo sabía flotar, pero su rumbo cambió cuando conoció a la profesora Raquel García. Hoy, seis años y medio después, se transformó en el primer salteño en ser confirmado en los Juegos Parapanamericanos que se disputarán del 24 al 31 de agosto en Lima.
Compartirá el Centro Acuático de Videna, en la capital peruana, con Robert Strelkov, uno de los 13 deportistas salteños que llegarán a competir semanas antes, en los Panamericanos.
Su historia de vida es tan dura como ejemplar y el sostén que lo llevó a no rendirse jamás fue su familia. Mario quedó ciego por tener “retinopatía del prematuro”, una enfermedad ocular que afecta a los bebés, hace que crezcan vasos sanguíneos anormales dentro de la retina, y que lleva a la ceguera. Tras sufrir el desprendimiento de retina, él perdió completamente la vista.
“Mi papá, mi hermano y mi abuela son mis pilares. También lo es Raquel, que a veces siento que es mi mamá y otras veces mi entrenadora”, cuenta a El Tribuno.
De su mamá biológica dice que no sabe nada. “No la conozco, me crié con mi papá y mi abuela que para mí es una madre”.
De sus primeros pasos como nadador, Mario comenta: “Me anoté porque hace un tiempo había querido aprender a nadar y solo sabía flotar. Me enteré que en Popeye iban a enseñar y allí aprendí a nadar crol. Cuando terminó el verano, nos fuimos a Gimnasia y Tiro, donde actualmente estoy”. 
 

A los Evita y el Cenard

Antes de fin de año en 2013, García lo llevó a los Juegos Nacionales Evita, en Mar del Plata, donde fue observado por los entrenadores de la Selección nacional.
“Raquel me enseñó a nadar espalda y me llevó a los Juegos Evita en Mar del Plata. Saqué primeros puestos en esa competencia y me enteré que estaban preguntando por mí”.
“Pasó un año y medio, yo seguía entrenando y me convocaron a una concentración en el Cenard con la profe Raquel, estaba bastante nervioso porque no sabía qué íbamos a hacer. Por suerte llegamos un día antes y nadé en la pileta de 50 metros. Al día siguiente era la concentración y conocí a los chicos del seleccionado. Empezamos a entrar en confianza. Hicimos doble turno de entrenamientos y cuando terminó la concentración, había aprendido muchas cosas”, sostiene el nadador salteño. 
A Medina le dieron un plan de entrenamientos y detalles a corregir. “Seguí entrenando, nos dijeron que iba a haber un torneo internacional y me inscribieron. Era muy alto el nivel así que no saqué ningún premio, pero me sirvió para mejorar”.
Meses después de ese Open en Buenos Aires, se disputaron los Panamericanos juveniles en San Pablo, Brasil. El salteño no fue por su edad, pero su revancha llegó en Lima 2019.
“A principios de este año nos dieron las marcas que debíamos hacer para clasificar. Logré la marca en los 400 metros libres y 200 combinados. Y quedé cerca en otras pruebas”, se lamenta.
“En mayo teníamos una segunda oportunidad de igualar o mejorar las marcas. Entrené doble turno y las igualé”, agrega.

La confirmación

Mario sabía que había conseguido los tiempos en dos pruebas para ser parte de la delegación argentina en los Juegos Parapanamericanos, pero faltaba la confirmación oficial.
A principios de mes, el llamado que esperaba llegó.
“Cuando me confirmaron la participación en los Juegos Parapanamericanos, fue una sensación inexplicable, de mucha felicidad y alegría, porque estaba trabajando bastante para llegar y se dio”.
Un sueño que se hará realidad cuando pise la Villa Deportiva Nacional, ubicada en el corazón de Lima y se encuentre con el Centro Acuático. 
“Entré a youtube y escuché informes sobre las nuevas instalaciones de Videna y la pileta de natación”, dice.
El Centro Acuático, lugar en el que se desarrollarán los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos, cuenta con una piscina de calentamiento de 50 metros de largo, 25 metros de ancho y 2 metros de profundidad; además de una alberca olímpica de natación y, por último, una piscina de clavados de 21 metros de largo.
 

Su dura historia de vida

“Me crié con mi papá y vivo en el barrio Centro, a dos cuadras de Gimnasia y Tiro, por suerte me queda cerca el club para ir a entrenar”, sostiene antes de dar los detalles de su ceguera.
“Fui perdiendo la vista por desprendimiento de retina y a medida que iba creciendo, la visión disminuía, perdí bastante la vista hasta quedar completamente ciego. Nací con retinopatía del prematuro, ese fue el problema”.
“Mis gran sostén es mi papá José, como mi hermano Carlos y mi abuela María Rosa que es como mi mamá. Raquel también a veces una madre para mí y otras veces mi entrenadora”.
Mario y Raquel entrenan en las instalaciones de Gimnasia y Tiro de lunes a sábado, más de dos horas por día. Medina también asiste a entrenamientos con convencionales y por la noche realiza aspectos técnicos y tácticos pertinentes con la patología.

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