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Rosa Torino: acusado de ser "instrumento de satanás"

El sacerdote salteño lo llamaba por las noches a su habitación y lo acariciaba. Fue testigo de hechos de corrupción y robos. Escribió una carta y contó todo.
Domingo, 11 de agosto de 2019 00:30

Por Miriam Lewin (Todo Noticias)

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Por Miriam Lewin (Todo Noticias)

Juan Manuel Bo quiso convertirse en sacerdote, pero algo lo detuvo. Formó parte del círculo de favoritos de Agustín Rosa, el fundador del Instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, suprimido en junio pasado por el Vaticano y llegó a ser hermano profeso. En algún momento, Juan se consideró un elegido, cuando en realidad era una víctima. Ahora, el acusado de haber conspirado para destruir la congregación se dirige a sus agresores y explica sus motivaciones en una carta.

Juan es hijo de una familia de San Isidro con recursos, de las que Rosa identificaba como aportantes privilegiados. El cura se ganó la confianza de sus padres y visitaba con frecuencia la casa. Los encuentros de jóvenes que organizaba Rosa en la zona estaban dirigidos a generar vocaciones y, a la vez, a hacer pie en un área donde podía conseguir fuertes donaciones económicas. A poco de empezar a seguir a Rosa, el muchacho comenzó a percibir que dentro de la congregación, las cosas no funcionaban como debían.

Al principio, no se trataba de algo de naturaleza sexual. Aunque el cura lo llamaba a su habitación, veía al religioso fundador de la congregación como un santo. Pero ciertas conductas, como por ejemplo trasladarle la responsabilidad de un choque camino al aeropuerto, cuando Rosa conducía o el apego desmesurado a las cuestiones materiales le generaban rechazo. Pronto recibió evidencias de la pedofilia del cura y sus protegidos.

Cuando decidió que no podía callar más, se apartó de la congregación. Por eso, comenzó a ser castigado y presionado, y lo fue aún más cuando todos empezaron a identificarlo como el artífice de un movimiento destinado a "destruir" al cura Agustín Rosa.

Juan declaró en la justicia canónica y se reunió con cuanto exintegrante del instituto en crisis quisiera hablar con él. También debatió con comprensión y respeto con aquellos que no creían que Rosa y otros sacerdotes cometieran serias irregularidades, la más grave: los abusos sexuales contra novicios.

Con el cierre de la congregación dispuesto por el Vaticano, recrudecieron los ataques contra Juan, que decidió contestarlos con el siguiente texto.

"Vos, ¿qué hubieses hecho?"

"Esta carta es para todos los que de una u otra manera escriben agrediéndome: este fue tu objetivo. Te las vas a ver con Dios. Querés hacer sufrir a la gente, a vos te mueve satanás, etc.

Hace varios años caminando por las calles de un pueblo conocí a un joven que estaba parado con su bicicleta esperando que su mamá le trajera plata para comprar comida. Lo saludé y lo invité a ser parte del grupo de jóvenes de la parroquia. Varios días después se acercó y poco a poco fue trayendo a sus amigos. Con ellos, compartimos muchas experiencias de vida.

Dos años después este joven y uno de sus amigos sufrieron un abuso sexual por parte de un hermano del Instituto Religioso, pero no quisieron denunciar por dos motivos: no querían "manchar a la iglesia' y "no querían que se supiera' lo que les había pasado. A partir de este abuso, ambos sufrieron consecuencias físicas y psicológicas graves.

Dos años después, tres hermanos me relatan el abuso sexual que sufrieron dentro de la comunidad por parte de sacerdotes y de otros hermanos. Ninguno de los tres fue escuchado al momento de pedir ayuda a los superiores. Uno de ellos era menor de edad. Otro de ellos al hablar pidió que su abusador no sea ordenado sacerdote y lo ordenaron igual por decisión de Agustín Rosa.

Por otro lado, yo mismo vi y sufrí de parte de Agustín Rosa, Sergio Salas (Josue) y de otros miembros maltrato verbal, maltrato psicológico, manipulación de conciencia, abuso de poder, malos manejos en la economía, corrupción, robo.

Yo no sufrí abuso sexual, pero sí en varias oportunidades, estuve junto a Agustín Rosa en su habitación, que era contigua a la mía. Él me llamaba de noche y estaba semidesnudo. Solo portaba slips. Charlábamos y había acercamiento físico de su parte: caricias, mano en la cabeza. Nunca lo viví como un abuso hacia mi persona porque yo lo veía como un "Santo' sin segundas intenciones. Cuando compartí esto en mi declaración eclesial, el monseñor que tomaba la declaración me dijo: ¿Cómo no te dabas cuenta de que eso estaba muy mal? ¿Cómo permitías que el superior estuviera semidesnudo frente a vos? ¿Por qué hiciste eso? Claramente me quiso hacer sentir culpable, pero no lo logró.

El 27 de marzo de 2015 decidí libremente dejar el instituto y el 7 de abril escribí un testimonio (denuncia eclesial) con todo lo que viví (con fundamentos y ejemplos). Frente a esa denuncia muchos hermanos, hermanas, laicos se animaron a presentar sus propias denuncias. Yo nunca obligué a nadie a hacerlo. Y cada uno se hizo cargo de lo que denunció. De hecho, hubo varias instancias donde hubo que ratificar lo escrito ante abogados canónicos.

Después de cuatro años y medio y con muchísimas denuncias y testimonios, y después de haber escuchado y conocido la historia de muchas vidas que fueron humilladas y destruidas por lo que vivieron en el instituto, ¿piensan que no voy a estar contento con esta decisión eclesial?

Ya lo escribí antes y lo vuelvo a afirmar, para mí el Instituto no era obra de Dios. Y hoy las mismas autoridades eclesiales lo confirman. Crean o no, para la gente que es parte de la Iglesia Católica Apostólica Romana las decisiones que toman las autoridades eclesiales son impulsadas por el Espíritu Santo y son la voz de Dios. Es debatible y actualmente yo no comparto esa manera de pensar, pero así me lo habían enseñado en el Instituto. El Santo Padre decretó la supresión. ¿Acaso no es su decisión la voluntad de Dios sobre este Instituto?".

Y dirigiéndose a quien lo acusan de haber orquestado una gran mentira para perjudicar a Rosa, Juan se pregunta:

"¿De verdad creen que yo tengo el poder, el tiempo, las ganas y el objetivo de llevar todo esto a cabo? ¿De tomar la decisión de que se suprima el instituto? ¿De verdad creen que es todo un invento de más de 100 personas?".

A la espera del juicio

Mientras el sacerdote salteño Agustín Rosa Torino espera el juicio oral y público por el delito de abuso sexual, podría ser investigado también por los presuntos vínculos que habría mantenido con el cartel de Sinaloa en México, vínculo que le habría permitido ingresar al país millones de dólares provenientes del narcotráfico que nunca pudo declarar. La fiscal Verónica Simesen de Bielke, de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas, pidió a su par salteño que investigara la comisión de los delitos “de lavado de activos y narcotráfico” por parte de Agustín Rosa Torino. Según un informe, exreligiosos señalaron que el cura Rosa los obligaba a “llevar dólares desde México a la Argentina”.

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