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¿Por qué los mendocinos celebran el Día del Padre el 24 de agosto?

En todo el país, la fecha sigue siendo el tercer domingo de junio, pero su origen dista bastante de la tradición de los argentinos.
Sabado, 24 de agosto de 2019 15:16

Por una cuestión de tradición comercial, el tercer domingo de junio suele celebrarse el Día del Padre en muchos lugares del mundo, entre ellos la Argentina. La fecha honra al ciudadano estadounidense John Bruce Dodd, y dista bastante de lo que sentimos como argentinos. Pero en Mendoza, la celebración tiene lugar el 24 de agosto. 

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Por una cuestión de tradición comercial, el tercer domingo de junio suele celebrarse el Día del Padre en muchos lugares del mundo, entre ellos la Argentina. La fecha honra al ciudadano estadounidense John Bruce Dodd, y dista bastante de lo que sentimos como argentinos. Pero en Mendoza, la celebración tiene lugar el 24 de agosto. 

A través de la Ley provincial 5131 se estableció el 24 de agosto como Día del Padre en Mendoza, en referencia al nacimiento de Mercedes Tomasa en 1816, la hija de José de San Martín.

Mercedes Tomasa, fue la única hija única de don José de San Martín y Remedios de Escalada.

Además de la Ley provincial mendocina, el Senado de la Nación le dio media sanción en 2017 a un proyecto para trasladar al 24 de agosto el Día del Padre.

En 1956 se resolvió oficialmente instituir al 24 de agosto como Día del Padre en el calendario escolar de Mendoza. Durante casi medio siglo, entre 1953 hasta el 2000, en las escuelas mendocinas se festejó en agosto, gracias a que en 1953 Lucía Zuloaga de García Sada presentó ante la Dirección General de Escuelas la iniciativa de que el Día del Padre coincidiera con el día en que San Martín lo fue.

En la provincia cuyana, la tradición se ve eclipsada por la fecha comercial de junio, aunque algunos establecimientos educativos mantienen vivo el espíritu original.

La hija de San Martín

Los primeros años de vida de Mercedes fueron realmente intensos, el viaje a Buenos Aires cuando tenía poco más de cuatro meses, la enfermedad de su madre Remedios, la ausencia de San Martín por las misiones que éste emprendía -que entonces consistían en la liberación de Perú y Chile-, hicieron que Mercedes se desarrollara en un ambiente agitado pero al mismo tiempo contenido y lleno de cuidados y cariño.

Entre sus seis y siete años, su madre Remedios enfermó y murió el 3 de agosto de 1823. Su vida, desde ese momento desamparada del abrigo del calor antes otorgado por el cuidado y atención de su madre, quedó al cuidado de su abuela hasta que su padre terminara con las misiones independentistas y pudiera, por fin, regresar a Buenos Aires y darle el acompañamiento, protección y educación necesaria.

Las máximas de San Martín dedicadas a Merceditas.

 

En 1824, Mercedes y San Martín viajaron a Europa donde "la infanta mendocina", como la solía llamar su padre, recibió una educación de primera calidad, en la que se destacó en pintura y música.

En 1831, tanto ella como su padre se enfermaron de cólera en Francia. Sin embargo, al parecer no todo era infortunio para padre e hija. El médico Mariano Balcarce fue quien los atendió en esta enfermedad y quien también prestó especial atención a Mercedes, con quien terminaría por casarse al año siguiente, el 13 de septiembre de 1832, y consagraría uno de los momentos más felices para la acotada familia integrada para entonces sólo por el general don José de San Martín y Mercedes.

Para San Martín, explican los historiadores, el casamiento de Mercedes con Balcarce fue un acontecimiento lleno de algarabía, un momento en que San Martín sintió el logro del esfuerzo hecho por su hija Mercedes, por quien pasaba gran parte, sino toda, de su vida.

Del matrimonio de Mercedes y Balcarce nacieron María Mercedes y Josefa Dominga. En 1859 compraron una casa en Brunoy, cerca de París.

Sin embargo, la desventura todavía contaba con margen para rozar la vida de Mercedes y en 1860 la enfrentó con la muerte de su hija mayor, María Mercedes, de 26 años, a quien dieron sepultura en una bóveda en la misma villa donde vivían.

Su otra hija, Josefa Dominga, tendría todavía mucha vida por delante, una personalidad se distinguió en ella, caracterizada por la solidaridad y perpetuo respeto y glorificación de su abuelo.

Mercedes murió en febrero de 1875, también en Brunoy. En 1951, sus restos, junto con los de Balcarce y su hija mayor, fueron repatriados y hoy descansan en la Basílica de San Francisco.

Fuente: Diario Uno y Los Andes

 

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