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A dos décadas de la proeza de un valeroso padre

Frase: “Lo que cuenta no es la fuerza, sino la fuerza del espíritu”
Domingo, 25 de agosto de 2019 01:11

El viernes pasado se cumplieron 20 años de la travesía realizada por un padre desesperado que perdió a su hija en una tragedia vial en esta ciudad. La vida de Raúl Padovani cambió a partir de la fatídica madrugada del 12 de abril de 1997 cuando un militar borracho, al volante de su vehículo, atropelló y mató a su hija Verónica y a Jorge Cuéllar, el amigo que conducía la moto por la avenida Tavella.

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El viernes pasado se cumplieron 20 años de la travesía realizada por un padre desesperado que perdió a su hija en una tragedia vial en esta ciudad. La vida de Raúl Padovani cambió a partir de la fatídica madrugada del 12 de abril de 1997 cuando un militar borracho, al volante de su vehículo, atropelló y mató a su hija Verónica y a Jorge Cuéllar, el amigo que conducía la moto por la avenida Tavella.

El dolido padre esperó dos años para que el caso llegara a juicio con la esperanza de que el protagonista de la tragedia recibiera una condena ejemplar. Sin embargo eso no ocurrió porque las frágiles leyes de aquel tiempo eran demasiado permisivas. Padovani se dio de bruces con el veredicto de los jueces del tribunal, quienes le aplicaron al irresponsable sargento 2 años y 7 meses de prisión de ejecución condicional. Fue esto lo que movilizó al papá de la joven para armarse de fuerza y coraje. En sus fueros íntimos sintió la necesidad de hacer algo para modificar las cosas en materia legal. 

Fue así que en la mañana del 23 de agosto de 1999, un día después de que Verónica hubiera cumplido 23 años, Padovani juntó unas pocas mudas en su mochila y con 70 pesos en el bolsillo decidió iniciar una travesía a pie hasta Buenos Aires. Antes de partir pasó por la tumba de su hija y le prometió luchar para que los conductores ebrios e irresponsables reciban condenas de prisión efectiva. Su objetivo era llegar hasta el Congreso de la Nación para pedir a los legisladores que tomaran cartas en el asunto. En el largo camino mucha gente se solidarizó con él y eso le dio fuerza para materializar la odisea y logró su cometido luego de recorrer 1.600 kilómetros en el lapso de 36 días. 

El eco de su voz se sumó a las tantas que desde hacía tiempo venían reclamando la modificación de las leyes. En este caso su travesía ayudó a que las voces de los miles de familiares de víctimas de tragedias viales del país se potenciaran y tuvieran un efecto multiplicador.

A dos décadas de “aquella locura”, como suele decir, Padovani siente que el esfuerzo valió la pena. Con las nuevas herramientas legales la Justicia de Salta ha dictado condenas a personas que han provocado muertes por conducir en estado de ebriedad o bajo de los efectos de drogas. Al margen del endurecimiento de las penas, el hombre le atribuyó capital importancia a la implementación de la ley de “tolerancia cero” que rige en toda la provincia. En ese sentido resaltó el hecho de que los ciudadanos están tomando cada vez más conciencia en el cumplimiento de esta legislación. 

No obstante, a pesar del cambio de paradigma, en materia legal siguen existiendo grietas porque en los hechos la norma de “tolerancia cero”, por ser una ley provincial, no tiene implicancia en el proceso a los infractores. Ocurre que el Código Penal solo considera como agravante de la pena cuando se comprueba que el imputado que provocó la tragedia conducía el vehículo bajo los efectos de estupefacientes o con un nivel de alcoholemia igual o superior a 0.5 gramos en sangre en el caso de choferes profesionales o un 1 gramo en los no profesionales. 

Por esta situación se generan tantas polémicas, como el caso de la mujer que mató al empleado de un marmolera en la avenida Paraguay. La acusada conducía su vehículo en estado de ebriedad, pero con un nivel de alcohol en la sangre inferior a un gramo y por eso recibió una condena de ejecución condicional. “Para terminar con esta injusticia, la norma debería ser tolerancia cero para todos los casos”, sentenció Padovani.

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