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El principio del final

Sabado, 21 de septiembre de 2019 00:00

Eso de forzar los dados electorales en búsqueda de mejores resultados no le ha salido bien a Benjamin Netanyahu. Su ambición de ganar un quinto mandato como primer ministro de Israel parece haber encallado entre un empate técnico y las profundas fracturas que él mismo ha fomentado con su declinación del nacional-populismo en un sistema político especialmente feroz y reñido.

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Eso de forzar los dados electorales en búsqueda de mejores resultados no le ha salido bien a Benjamin Netanyahu. Su ambición de ganar un quinto mandato como primer ministro de Israel parece haber encallado entre un empate técnico y las profundas fracturas que él mismo ha fomentado con su declinación del nacional-populismo en un sistema político especialmente feroz y reñido.

Tras la cita con las urnas del martes, Bibi ha empezado por perder su reputación de invencibilidad ganada a pulso en treinta años de elocuente carrera política y su década como primer ministro. Aunque todavía existe una generosa dosis de incertidumbre sobre el reparto final de los 120 escaños de la Kneset en la segunda convocatoria electoral de los israelíes en menos de medio año todo apunta al principio del final para un Netanyahu que además se enfrenta a un complicado horizonte judicial por corrupción.

Básicamente, en dos elecciones consecutivas, no ha conseguido el suficiente margen de victoria como para materializar su deseo de formar "un fuerte gobierno sionista" y superar el bloqueo político que sufre Israel. Esta vez, su partido cada vez más conservador, el Likud, ha conseguido un empate virtual con la alianza centrista Azul y Blanco, liderada por el exgeneral Benny Gantz. Y como consecuencia, las cuentas no salen para formar un gobierno de derechas homogéneo.

Avigdor Lieberman, exministro de Defensa de Netanyahu y referente de los judíos de origen ruso, se ha convertido en el kingmaker. Los nueve escaños de su partido Israel Casa Nuestra, casi el doble de los sumados el pasado mes de abril, le confieren la llave de la gobernabilidad en Israel para formar un gobierno de unidad secular.

Si este nuevo rumbo político termina por materializarse, que nadie espere un giro copernicano para la política exterior de Israel. Benny Gantz, un exjefe militar popular pero sin experiencia política, quiere ser una alternativa menos abrasiva que Netanyahu pero en cuestiones de seguridad nacional no existen diferencias perceptibles entre los dos.

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