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El gran barítono que cantó en Salta y en la Ópera de París

Aquí vivió Manuguerra más de una década. En 1956 se fue becado a Buenos Aires y en 1961 se mudó a París.
Domingo, 11 de octubre de 2020 02:16

El 30 de septiembre de 1970 se presentó en Salta el barítono Matteo Manuguerra, cantante que por entonces era uno de los de mayor fama en el mundo de la lírica. Pero lo curioso es que el divo, que procedía nada menos que de la Ópera de París, no eligió presentarse aquí, en los teatros Victoria o Alberdi, escenarios que no solo eran los más importantes de la ciudad, sino también los mejor dotados técnicamente para alojar un barítono de la talla de Manuguerra. Y él lo sabía completamente.

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El 30 de septiembre de 1970 se presentó en Salta el barítono Matteo Manuguerra, cantante que por entonces era uno de los de mayor fama en el mundo de la lírica. Pero lo curioso es que el divo, que procedía nada menos que de la Ópera de París, no eligió presentarse aquí, en los teatros Victoria o Alberdi, escenarios que no solo eran los más importantes de la ciudad, sino también los mejor dotados técnicamente para alojar un barítono de la talla de Manuguerra. Y él lo sabía completamente.

El hecho es que eligió actuar en el salón de la Sociedad Italiana, un importante recinto, pero que no era acústicamente el más adecuado para una noche del “belcanto”. Es que tenía una gran razón para hacerlo: Matteo quería volver a sus orígenes, al salón donde en 1948, junto al Coro Polifónico, había dado sus primeros pasos como coreuta.

Además, allí estaban los primeros amigos de cuando su arribo a Salta luego de la “güerra” (sic), entre ellos, el cura párroco de Cerrillos, Luiggi Zangrilli, que luego sería director del orfeón salteño. De la mano de Zangrilli, Manuguerra llegó a Cerrillos, cuando el párroco creó el Coro San José, con las voces locales de Miguel Guaymás, Antonio Russo, Celso Patrana, Manuel Santos, Lito Nieva, Fortunato Ahanduni, “Quelo” Sánchez y Marcelo Ruiz, entre otros.

La biografía oficial

Pero veamos quién era Matteo Manuguerra para el mundo de la lírica de hace medio siglo, según una escueta biografía hallada en internet. Dice que nació el 5 de octubre de 1924 y que falleció el 25 de julio de 1998, en Montpellier, Francia, víctima de un infarto.

Agrega que fue un barítono francés nacido en Túnez, pero que era hijo de un matrimonio italiano que luego emigró a la Argentina. Que fue uno de los principales barítonos de Verdi de la década de 1970. Llegó tarde -dice- a la música, comenzando sus estudios de canto a los 35 años, en el Conservatorio Superior de Música de Buenos Aires, con Umberto Landi. 

Debutó como tenor en el Réquiem de Mozart. Se instaló en Francia en 1961 y, tras nuevos estudios, debutó al año siguiente como barítono en el papel de Valentin en Faust en la Ópera de Lyon, donde permanecería durante tres años. Manuguerra hizo su debut en la Ópera de París en 1966, como Rigoletto. 

Actuó en toda Francia y cantó en la radio francesa, particularmente en Óperas de Verdi como Nabucco, Ernani, Luisa Miller, así como en “l Vespri Siciliano” y “Don Carlo”, ambas en sus versiones originales francesas.

Después de cantar en toda Europa, Manuguerra hizo su debut en Estados Unidos en 1968, como Gérard en “Andrea Chénier”, en Seattle. Hizo su debut en Metropolitan Ópera el 11 de enero de 1971 como Enrico en “Lucia di Lemmermoor”. Otros papeles incluyeron a Barnaba en “La Gioconda”, Carlo en “La forza del destino”, Amonasro en “Aída”, Alfio en “Cavalleria rusticana”, Tonio en “Pagliacci” y otros. También apareció en la Ópera de San Francisco y la Ópera de Dallas.

Por último, la biografía agrega: “Manuguerra tenía una voz rica y flexible que le permitía sobresalir tanto en el repertorio del belcanto como del varisimo con Verdi, siempre en el centro, como lo demuestra claramente su impresionante discografía. Matteo Manuguerra disfrutó de una larga carrera y aún estaba activo cuando murió repentinamente de un infarto, en Monttpellier, Francia”.

El Manuguerra salteño

A la fría y escueta biografía de internet de Matteo Manuguerra, podemos sumar modestamente algunos datos más que sorprenderán a propios y extraños. Es que efectivamente fue un salteño adoptivo. Llegó a la Argentina y a Salta al concluir la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 46, con 22 años. Según sus amigos, había estado en un campo de concentración, seguramente junto a sus padres, aunque de ellos solo se sabe que eran italianos.

En El Tribuno del 19 de septiembre de 1970, su amigo José Cabezas, quien confirma su presentación en Salta, cuenta que Manuguerra era “un muchacho bueno, sano de espíritu, que había hecho su guerra y terminado sus afanes militares en un campo de ‘conchentramento’, tal como él pronunciaba ante nuestras irónicas sonrisas”.

Más adelante, Cabezas revela que Matteo junto a varios coreutas como Carlos Barbarán y Eduardo Madeo (ex-Fronterizos) había participado de la fundación del Coro Polifónico de Salta, iniciativa que impulsaron los salesianos Francisco de Mádina y Rafael Anduaga, que se concretó el 10 de diciembre de 1948”.

“Y por ello fue que bajo la dirección de Mádina y Anduaga, los coreutas del flamante orfeón salteño, entre ellos Manuguerra, tuvieron que aprender canciones en el idioma vasco como Kalejira, Boga Boga, Aurtxos, Seaskan, interpretaciones con las cuales más tarde asombraron a Salta, Jujuy, Tucumán y el resto del país”, concluye Cabezas. 

El carpintero

Pero además de cantar, Manuguerra tenía que vivir y, por eso, pronto echó manos al oficio traído de Italia, el de carpintero. Hizo todo tipo de carpintería y poco a poco le afloró la vena artística y, alternando con el canto, trabajaba con maderas nobles, fabricando y tallando muebles finos. Y así, casi sin darse cuenta, de maestro carpintero pasó a maestro ebanista. Muchas familias salteñas le encargaron muebles, entre ellas -cuenta su amigo y peluquero Pedro Gilabert- las del exgobernador Ricardo Durand, quien años lo ayudó para que emprendiera una aventura fluvial. 

Expedicionario del Bermejo

Matteo Manuguerra, además de ser tunecino itálico, carpintero y coreuta, fue expedicionario del río Bermejo. Antes de irse al teatro Colón de Buenos Aires y más tarde alcanzar el L’Ópera de París, Matteo y tres salteños más, con una barca del parque San Martín, se echaron al río para unir Salta con Buenos Aires.

Y lo hicieron navegando aguas abajo por los ríos Bermejo, Paraguay y Paraná hasta arribar al puerto de Buenos Aires en junio de 1955, a días del bombardeo de Plaza de Mayo. Y pudieron realizar esta travesía gracias al apoyo logístico del gobernador de Salta, don Ricardo Durand; a la familia Cavollo, que les facilitó una lancha que tenían en el parque San Martín, y a la colaboración del ingenio San Martín del Tabacal. Y se aventuraron “cuesta abajo” en una embarcación cabinada y de madera, que reacondicionó Manuguerra. 

El gran recital

Pero volvamos a la visita de Matteo Manuguerra a Salta. Regresó luego de 14 años de ausencia el 27 de septiembre de 1970, tres días antes de actuar en la Sociedad Italiana. En el aeropuerto El Aybal fue recibido por amigos, excompañeros del Coro Polifónico de Salta y residentes de la comunidad italiana en nuestra ciudad.

Al día siguiente visitó la redacción de El Tribuno e hizo una síntesis de su vida artística desde que se había ido de Salta, en 1956. Luego habló de sus futuros compromisos: “Ahora voy a París, donde tengo que preparar Óperas para el año que viene. En noviembre haré Rigoletto; en diciembre estaré en Bruselas; en enero en Lila y Tolosa; en febrero, Nancy; en marzo, Ankara y Estambul, donde haré de nuevo Rigoletto; en julio vuelvo a Sudamérica, al teatro Sodre de Montevideo. En agosto a Chile y, si Dios quiere, para octubre de 1971, estaré de nuevo en Salta con mi esposa, que cantará conmigo. Y en noviembre iré a Norteamérica”. 

Cuando se le preguntó sobre cómo había encontrado a Salta respondió: “Más linda que nunca, con un aspecto a Hong Kong por la cantidad de letreros luminosos... Constaté con alegría que Salta triplicó su tamaño a como yo la conocí hace 14 años. En cuanto al Coro Polifónico, hubiera querido encontrarlo con su proyecto concretado. Pero veo que aún está trabajando en esa iniciativa que apoyo y, en ese sentido, hago un llamado a todos sus exintegrantes para que se unan nuevamente y así estimular el esfuerzo de los dirigentes...”. Finalmente contó que acababa de presentar una solicitud para reintegrarse como socio activo de la entidad.

La gala de Manuguerra

La noche del 30 de septiembre de 1970 las instalaciones de la Sociedad Italiana presentaban un lleno total. La crónicas decían lo siguiente: “Todo Salta estaba en la Italiana, todos querían escuchar a un hijo dilecto: Matteo Manuguerra”. Otra nota rezaba así: “Las Sociedad Italiana estuvo colmada de público el martes 30, oportunidad en que el barítono Matteo Manuguerra, el orfeón mayor del Coro Polifónico de Salta, y la Orquesta de Cámara Municipal brindaron un recital de canto lírico, música coral y de cámara, algo sin precedentes en nuestro medio. Manuguerra trajo para Salta muestras de un mundo casi desconocido para la mayoría del público asistente: el de la lírica. Dotado de una voz potente, no se limitó a hacer gala de sus dotes. Puso en el escenario en cada una de sus entregas el desborde de una emotividad límpida y a la vez equilibrada, fruto del estudio y de la pasión por el arte al que entregó sin retaceos su existencia... Los antecedentes de que viene precedido no son más que una justa retribución a su talento”.

Sin duda, aquella velada lírica en la Italiana fue un éxito rotundo. Manuguerra debe haberse sentido reconfortado.

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