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“La disyuntiva entre ‘salud o economía’ es un sofisma; nunca existió”

Entrevista con Diana Mondino, licenciada en Economía y docente en UCEMA.
Domingo, 03 de mayo de 2020 01:46

La economista Diana Mondino consideró que la cuarentena, el default y la emisión masiva de los últimos días van a tener serias consecuencias en la economía argentina. “Se tomaron medidas extremas para inmovilizar la actividad, más radicales que en otros países; pero el nuestro, además, tiene una economía debilitada por el déficit y la deuda”, señaló Mondino, licenciada en la Universidad de Córdoba y docente de Ucema. La experta cuestionó el planteo de “temas divisivos” y la “búsqueda de culpables”, y advirtió que “asistir a los trabajadores que se quedan sin trabajo soluciona los problemas de ellos en forma parcial y transitoria; pero si la empresa es obligada a pagar sin producir, en seis meses desaparece”.

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La economista Diana Mondino consideró que la cuarentena, el default y la emisión masiva de los últimos días van a tener serias consecuencias en la economía argentina. “Se tomaron medidas extremas para inmovilizar la actividad, más radicales que en otros países; pero el nuestro, además, tiene una economía debilitada por el déficit y la deuda”, señaló Mondino, licenciada en la Universidad de Córdoba y docente de Ucema. La experta cuestionó el planteo de “temas divisivos” y la “búsqueda de culpables”, y advirtió que “asistir a los trabajadores que se quedan sin trabajo soluciona los problemas de ellos en forma parcial y transitoria; pero si la empresa es obligada a pagar sin producir, en seis meses desaparece”.

¿Cuál es el escenario que se plantea con el noveno default?

Cada default significa destrucción de capital, y es el capital de los argentinos el que se destruye; es haber gastado de más y no poder pagar. La consecuencia es la disminución de la actividad económica porque no hay acceso al crédito. Y sin crédito, solamente pueden crecer los que ya tienen dinero desde antes. Entonces, aumenta la desigualdad en la sociedad, porque el que tiene un bien tiene que esmerarse en conservarlo, pero el que no lo tiene no va a poder acceder a él. El default tiene muchos defectos y ninguna virtud. Si tuviera alguna, otros países también lo aprovecharían, y sin embargo todos hacen lo imposible por lograr pagar, porque los resultados de no pagar son siempre negativos.

¿Cómo se explica la recurrencia nacional al default? ¿Hay que apelar al “realismo mágico”?

¡“Llueven sapos” en la Argentina! La recurrencia indica que hubo vaivenes. Hubo quienes no pudieron o no quisieron pagar, pero también hubo suficiente recuperación de la credibilidad como para que alguien nos volviera a prestar. Lo que demuestra nuestro país hasta ahora ha sido una enorme capacidad de recuperación; recuperación que luego se fue perdiendo y desinflando, en general, por motivos políticos. La mayoría de nuestros defaults no obedecen a razones económicas o a un condicionamiento externo, sino que se producen porque hay una decisión política de “repartir ahora en vez de pagar”.

Pero nuestra economía es muy vulnerable a cualquier crisis externa.

Justamente, porque el país siempre estuvo en déficit. El default surge de haber gastado de más; por eso uno se endeuda y después no puede pagar. Un país o una empresa, en esas condiciones, tienen una economía debilitada. Y entonces necesitamos muletas. Nos endeudamos para pagar salarios, y no para hacer rutas, hospitales o financiar el desarrollo. Tomar deuda para gastos corrientes, siempre termina mal.

El crédito es esencial para el desarrollo.

El capital es ahorro cumulado, es trabajo acumulado. Si alguien tiene capital y no lo va a invertir, lo puede prestar a otro para que comience su propia capitalización. Tenemos un problema cultural: nos gusta el crédito y nos molesta la deuda. Nos hace enojar si el acreedor nos cobra y nos hace enojar si después no nos presta. Pero en esas condiciones, no podemos acceder al crédito. Ahora la gente pretende que los bancos les presten porque sus negocios están cerrados. Los bancos tienen dos problemas: un negocio cerrado no garantiza el pago, y la plata que se pone en riesgo no es del banco sino de los clientes, los depositantes. Es un problema que consiste en no entender que de algún lado salen los recursos y creer que el dinero está disponible para que cada uno lo use sin que haya ninguna consecuencia. Es realismo mágico.

¿Y qué consecuencia va a tener la emisión descomunal que se está haciendo en estos días?

El Gobierno tomó la decisión de ayudar al que no va a poder trabajar en vez de ayudar al que le daba empleo, al que ahora se va a quedar sin trabajar. Al obligar a la empresa a pagar sueldos aún estando cerrada, el empleado conserva parcialmente su poder adquisitivo, al menos en parte, pero la empresa no va a estar viva dentro de seis meses. Creo que no es una cuestión ideológica o de conocimientos. En vez de sostener a la empresa para que siga manteniendo empleos y sorteando la tormenta, se distribuyen fondos a las personas y, entre tanto, las empresas pueden desaparecer. No es desconocimiento, sino una concepción de cómo funciona la economía. Acá la cuestión no es si el empresario haya ganado mucho o poco, sino de que la empresa tenga posibilidades de subsistir y seguir manteniendo el empleo. Y ¿hasta cuándo se puede seguir subsidiando a la gente, sin recaudación ni producción?

¿Puede haber un pico inflacionario?

Indudablemente. La gente no puede gastar y tiene este cepo de no poder retirar efectivo de los bancos. Pero hay un precio que está subiendo y es el dólar.

¿Este escenario está directamente vinculado a la cuarentena?

El shock en todo el mundo ha sido muy fuerte. La forma de enfrentarlo varía según los países. Por ejemplo, acá el parate afectó a todo tipo de comercio y en otros países solamente a la actividad que aglomera a gran número de personas; eso afecta al turismo, hotelería, deportes, pero muchas otras actividades han continuado. Se aplicaron criterios diferentes y los efectos serán diferentes en los distintos países. En el nuestro debemos añadir al default y la recesión; las perspectivas son sombrías.

Más allá del discurso conciliador del presidente, algunas decisiones tienden a dividir y a buscar culpables. Por ejemplo, el impuesto a la riqueza.

El tono de voz del presidente es conciliador, pero los argumentos que utiliza no lo son; por ejemplo, considerar que el que estaba en el exterior cuando empezó la cuarentena lo hizo a propósito. No eran ricos que estaban abusando de su país, sino que se trataba de mochileros, estudiantes y otras personas que no se esperaban el cierre de los vuelos. El tema de un mayor impuesto a la riqueza, además de divisivo, es un intento de tener a mano a un culpable. Ese impuesto no tiene sentido porque, aún cuando todos pagaran, no va a ser significativo, ya que se cobra por única vez. ¿Y después?

¿Cuál es la razón política de una medida tan drástica en un país con mucha economía en negro?

Y, hay un hecho: en estas circunstancias, la pandemia puede ser útil para el gobernante en distintos sentidos; puede ser una justificación si sale todo mal, porque podrán invocar a la catástrofe; y puede servir como un factor de construcción de liderazgo, si sale bien. Para el círculo gobernante, puede ser un buen relato.

¿Es válida la disyuntiva entre salud o economía?

Es un sofisma. Esa disyuntiva nunca existió. Fue un recurso planteado, tal vez, por un enfoque apresurado, y se concentró en una dolencia, el coronavirus, porque todos los otros problemas de salud que no sean urgentes fueron postergados. Y fue apresurado porque no se midió la dislocación absoluta de los cánones sociales, que obviamente va a producir consecuencias. Además, el problema de la economía es precedente al COVID 19 y esté llegó junto con el default virtual. En realidad, el default se generó después de las PASO de agosto, cuando el propio Fernández lo anunció.

Tengo la impresión de que algunas cosas recuerdan al 2003 cuando Roberto Lavagna se quejaba de que “nos piden un plan y el plan es el doble superávit”. 

Que fue absolutamente casual, puro azar, porque la soja empezó a subir en enero de 2002. Hoy, en cambio. afrontamos una brutal caída de los precios de lo que exportamos, además de otras circunstancias ajenas que frenan la salida de mercaderías.

¿Cómo evalúa la ruptura con el Mercosur?

Descarto las teorías conspirativas. Nunca las tomo en serio y mucho menos en este caso. Creo que es fruto de una visión cerrada que tiende a creer que es bueno que lo que tenemos lo usemos nosotros. Me parece insostenible. Y no hay ninguna explicación razonable para esto que no es todavía una salida, pero es una mala señal.

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