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Con emisión récord, la cuarentena es un problema

Domingo, 07 de junio de 2020 00:00

La primera enseñanza de la pandemia debería ser para los gobernantes: ponerse barbijo no significa gobernar bien ni garantizar la salud. La epidemia es un problema serio para la ciudadanía. Para algunos políticos, una tentación de construir poder sobre el desastre.

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La primera enseñanza de la pandemia debería ser para los gobernantes: ponerse barbijo no significa gobernar bien ni garantizar la salud. La epidemia es un problema serio para la ciudadanía. Para algunos políticos, una tentación de construir poder sobre el desastre.

Alberto Fernández generó confianza cuando tomó decisiones acordes a la emergencia. Decisiones difíciles, como es una cuarentena con aislamiento frente a un enemigo invisible. Pero todo tiene un costo y no se vislumbra un plan de gobierno.

Por eso, los enojos de los oficialistas cuando se les pregunta sobre el proyecto económico no se justifican; más bien, recuerdan frases del pasado: "Síganme, no los voy a defraudar", decía Carlos Menem; "Supéravits gemelos", se entusiasmaba Roberto Lavagna, amparado en el precio de la soja y en default, que le permitían tapar la falta de un programa con planillas. Proyecto a la vista no hay, salvo el acuerdo con los acreedores con la bendición del FMI. Es muy probable que, cuando se llegue a un momento de distensión, se diseñen políticas y acuerdos comerciales con otros países, pero no está claro cómo se van a generar ingresos, porque el sistema productivo desde hace mucho va más para atrás que para adelante.

Los números no son nada tranquilizadores y sería bueno que los ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas hablen de algo que no sea criticar a Macri.

Un informe de IARAF, la consultora de Nadin Argañaraz y Bruno Panighel, consigna que en lo que va del año, la emisión de $1.052.000 millones (US$ 16.000 millones aproximadamente) para asistencia directa del BCRA equivale al 3,5% del PIB estimado para 2020, "la mayor cifra de los últimos 30 años".

"Argentina tiene un problema fiscal crónico y recurrente: de los últimos 60 años, en 53 va a terminar con déficit fiscal", puntualiza, y advierte que "el stock de base monetaria al final de los primeros cinco meses del año 2020 alcanzó los $2.181.264 millones, arrojando una variación interanual del orden del 62,5%".

En esos sesenta años, todos los experimentos fracasaron. Y los mesianismos solo beneficiaron a los mesías de turno. En cambio, la pobreza y el desempleo crecieron en proporción geométrica.

El Observatorio de la Deuda Social de la UCA también brinda un informe preocupante. Estima que los planes sociales y laborales de emergencia dispuestos en la cuarentena alcanzan un monto equivalente a 5,6% del PBI. Pero advierte que no alcanza "para compensar la retracción económica, la destrucción de empleo y el aumento del empobrecimiento. En el contexto de crisis, no solo hay más pobres, sino que los pobres crónicos son más pobres, y cabe pronosticar un empeoramiento en los próximos meses".

La cuarentena hace desastres, aunque evite males peores. El Observatorio estima que en el área Metropolitana el 8,2% de los ocupados perdió su empleo o no puede realizar su actividad por cuenta propia, el 39,3% está suspendido o debió dejar de trabajar, el 4,2% tiene licencia por ser parte del grupo de riesgo, el 22% está trabajando menos horas y sólo el 26,4% sigue trabajando como siempre o más horas. El 19,8% de los ocupados no cobró ni tuvo ingresos en el período de la cuarentena, el 44,2% vio reducidos sus ingreso y solo el 36% pudo disponer de los mismos o más ingresos. Pero las empresas, de cualquier tamaño, que aportan impuestos y salarios, están caminando por la cornisa: la proporción de empleadores que no cobró ni tuvo ingresos asciende al 44,4%.

Estamos en un momento crítico y hay que asumirlo. No es la pandemia lo que derrumba a la economía, sino la cuarentena. Y la emisión récord de estos meses. Nadie puede pretender que se salga antes de tiempo, pero es esencial que se tome por las astas el toro del quiebre productivo. Y se asuma que cuando no hay reservas ni crédito disponibles, los gastos se financian con emisión e inflación.

 

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