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Los salteños son jurados de un certamen de cortometrajes

Hasta el 20 darán Me Gusta a los 34 cortos de Plató para que uno obtenga el segundo premio. El primero lo otorgarán las realizadoras audiovisuales Andrea Rico y Daniela Marinaro.
Domingo, 13 de septiembre de 2020 20:59

Hasta el 20 de este mes se puede ingresar en el canal oficial de YouTube de la Dirección de Audiovisuales de la Provincia de Salta para dar Me Gusta a alguno de los 34 cortometrajes que allí se exhiben y que están concursando en la primera edición de Plató Filma en Salta. El anuncio de los ganadores se realizará el 21 de septiembre y hay dos premios en juego: el de Mejor Cortometraje de la Secretaría de Cultura, de $30.000, que será otorgado por el jurado compuesto por Andrea Rico y Daniela Marinaro; y el del Público, para el que más Like obtenga y que incluye una remuneración de $15.000, aportados por Río Uruguay Seguros.
El gran reto que comportó este certamen para los participantes fue el de haber logrado una ficción integral en siete días. A esto se suma la adrenalina de que la consigna de libre interpretación, “la nueva normalidad”, les haya llegado por email el primer día del concurso. El director de Audiovisual y del Espacio Incaa, Federico Casoni, contó a El Tribuno que habían recibido 37 materiales de los que debieron descartar tres que no reunían las condiciones impuestas por las bases.

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Hasta el 20 de este mes se puede ingresar en el canal oficial de YouTube de la Dirección de Audiovisuales de la Provincia de Salta para dar Me Gusta a alguno de los 34 cortometrajes que allí se exhiben y que están concursando en la primera edición de Plató Filma en Salta. El anuncio de los ganadores se realizará el 21 de septiembre y hay dos premios en juego: el de Mejor Cortometraje de la Secretaría de Cultura, de $30.000, que será otorgado por el jurado compuesto por Andrea Rico y Daniela Marinaro; y el del Público, para el que más Like obtenga y que incluye una remuneración de $15.000, aportados por Río Uruguay Seguros.
El gran reto que comportó este certamen para los participantes fue el de haber logrado una ficción integral en siete días. A esto se suma la adrenalina de que la consigna de libre interpretación, “la nueva normalidad”, les haya llegado por email el primer día del concurso. El director de Audiovisual y del Espacio Incaa, Federico Casoni, contó a El Tribuno que habían recibido 37 materiales de los que debieron descartar tres que no reunían las condiciones impuestas por las bases.

“La exhibición en el canal de YouTube está funcionando muy bien. A la primera semana contamos con más de 45 mil reproducciones y más de 10 mil Me Gusta entre todos los videos. Eso habla de una muy buena participación del público. Hay cortometrajes que individualmente superan las 5.000 reproducciones y los 1.000 Me Gusta”, detalló Casoni. También ponderó la calidad de las ficciones y señaló que se habían sorprendido gratamente por la repercusión obtenida y la aceptación entre el público. Así, pronosticó que podrán repetirlo cada año, haciéndole mejoras para que se amplifique la llegada del certamen y se instale en una audiencia entre la que genere expectativas de antemano. “Otra muestra de la aceptación es que el concurso se está replicando en La Rioja, donde lo van a lanzar con otro nombre, pero con iguales condiciones y las mismas características, con lo cual creo que se está trabajando el audiovisual a nivel regional. Es importante que a la cultura, y al audiovisual particularmente, la veamos de la provincia para adentro, pero también regionalmente, que vaya creciendo, porque es una industria muy importante para la sociedad y hay que entenderla de una manera más global”, expresó Casoni.

En una nota concedida a este medio él había anticipado que se iba a premiar a aquel corto que sea bueno “porque impacta y necesita darle un golpe certero al espectador en el buen sentido para que le deje algo interesante, que lo recuerde”. Luego esclareció que también iban a ser importantes los elementos del lenguaje audiovisual, es decir, cómo se cuenta la historia a través de las imágenes, el sonido, los movimientos, el montaje, la iluminación, las actuaciones o el paisaje donde sucede.

Pluralidad

Los cortos son aptos para todo público y su duración varía entre el minuto y medio y los once minutos. 
La pluralidad en la interpretación de la consigna amerita que el espectador se pliegue a la aventura de mirarlos todos. 
Un recurso común entre estas ficciones es el uso extradiegético de noticieros televisivos o boletines informativos radiofónicos para contextualizar la pandemia. También que el protocolo seguido por los equipos participantes para la filmación los ha obligado a rodar en espacios habitados en el día a día, lo que redunda en un efecto documental. Las cámaras captaron una realidad determinada cuando se inmiscuyeron en habitaciones, cocinas, pasillos, baños, patios y jardines, en suspenso por la grabación, pero que habrán vuelto a recibir el accionar de sus moradores cuando el director haya exclamado: “¡Corte!”. 

En cada relato se trasluce que el concepto de “nueva normalidad”, como ya lo había advertido el filósofo Diego Singer, es “muy sugestivo” y que va más allá de la adaptación a una serie de medidas de higiene, sino que conlleva renunciar a costumbres muy arraigadas, por lo que hace primar la capacidad de transformación que alberga una comunidad. 
Así, por ejemplo, en “Los huevos de Susana”, de Julián González Garrido, un mandado cotidiano se concreta luego de salvar inusitados obstáculos, o en “Domingo de fútbol”, de Rufino Basavilbaso, la pasión se impone a la virtualidad de las experiencias. 
Por otro lado, también resulta interesante ver cómo los directores han pensado en que la población, más que adaptarse pasivamente pudiera volcar su potencia para la transformación en el desarrollo de otras formas de resistencia a “lo normal” imperante, como en “Nuestra nueva normalidad”, de Elohim Barrionuevo, y “Normal”, de Mariano García, porque las clases menos favorecidas de la sociedad vienen deprimidas y en demanda de más presencia del Estado desde antes de la pandemia.

 
Párrafo aparte merecen las miradas sobre los grupos etarios más relegados por la emergencia sanitaria como los ancianos. Muestra de ello es “Mi abuela y el mar”, de Ramiro Caporín Briones, que retrata en clave poética y documental el transcurrir de una mujer que vive en soledad. También en esta tónica, “Encerrado en los recuerdos”, de Joaquín Guzmán Marengo, un hombre solo está perdido para resolver cuestiones primordiales de supervivencia aunque su progenie desdeñosa le pase instrucciones a través de un celular. 
Además, lo repetitivo de una rutina sin asidero laboral le acaece al protagonista de “La Salida”, de Nicolás Vaca Zoricich, que se sostiene en las sustancias estupefacientes para soportar el hastío. 

Resiliencia
“Apunta al cielo”, de David René Belizán Theys, refiere a la angustia de los comerciantes que ven amenazada la conservación del trabajo de una vida, porque se enteran con la pandemia, que no se dedican a un rubro prioritario en un contexto de emergencia sanitaria cuya misión es aplanar la curva de contagios. Las teorías conspiracionistas se hacen presentes en “Entre paredes”, de Franco Mauricio González Pérez, y la pérdida de contacto que decanta en la deshumanización de las personas está en In-cómodos”, de Juan Simón Figueroa Budonnet, que hace decir a un personaje: “Muchas veces las catástrofes traen algo nuevo, incómodo, traumático, como la primera vez que nos sucede algo. Nada es normal, todo es nuevo”. 

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