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“Que alguien se apiade de mí, yo dejé mi vida en la Policía”

Franco Arias, exsuboficial
Domingo, 20 de septiembre de 2020 03:02

Franco Arias es un policía de pura vocación. Se desempeñó como suboficial en la fuerza de seguridad de la Provincia durante 14 años. Tiene 37 de edad y es oriundo de Embarcación. Su tarea lo llevó a trabajar en Alto la Sierra, Salvador Mazza y Tartagal, en el área de la Policía Motorizada del sistema 911. En su legajo figuran dos actos heroicos que casi le cuestan la vida y por los cuales recibió en dos oportunidades la medalla de oro al valor. En 2015 salvó la vida de una persona que intentaba suicidarse en el puente Aráoz, de Tartagal. Antes, en 2013, había actuado durante la persecución a un sicario colombiano en el puente internacional de Salvador Mazza. Hubo una balacera entre ambos y luego un forcejo, donde cayeron a 15 metros de profundidad. Allí se afectó seriamente las extremidades. Estos dos incidentes diezmaron la capacidad física de Franco, aunque al poco tiempo estuvo trabajando de nuevo en la fuerza. Lamentablemente ambos hechos le dejaron secuelas. En abril de este año la Jefatura de Policía lo pasó a retiro obligatorio. Con lágrimas en los ojos y temblores en sus manos, Franco cuenta su odisea.

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Franco Arias es un policía de pura vocación. Se desempeñó como suboficial en la fuerza de seguridad de la Provincia durante 14 años. Tiene 37 de edad y es oriundo de Embarcación. Su tarea lo llevó a trabajar en Alto la Sierra, Salvador Mazza y Tartagal, en el área de la Policía Motorizada del sistema 911. En su legajo figuran dos actos heroicos que casi le cuestan la vida y por los cuales recibió en dos oportunidades la medalla de oro al valor. En 2015 salvó la vida de una persona que intentaba suicidarse en el puente Aráoz, de Tartagal. Antes, en 2013, había actuado durante la persecución a un sicario colombiano en el puente internacional de Salvador Mazza. Hubo una balacera entre ambos y luego un forcejo, donde cayeron a 15 metros de profundidad. Allí se afectó seriamente las extremidades. Estos dos incidentes diezmaron la capacidad física de Franco, aunque al poco tiempo estuvo trabajando de nuevo en la fuerza. Lamentablemente ambos hechos le dejaron secuelas. En abril de este año la Jefatura de Policía lo pasó a retiro obligatorio. Con lágrimas en los ojos y temblores en sus manos, Franco cuenta su odisea.

¿Cómo fue el procedimiento por el que recibió la medalla al valor?
En 2013 un concejal de Salvador Mazza se encontraba amenazado por 2 sicarios; a él y a su familia los tenían amenazados de muerte. Me mandaron a Salvador Mazza, necesitaban un motorista que instruya a gente nueva porque habían mandado nuevas unidades. Tras el procedimiento comenzamos una persecución a los tiros con los sospechosos. Al separarme de mis compañeros, uno de los sicarios y yo nos quedamos sin balas. Este individuo intentaba pasar al país vecino, pero le doy alcance en el puente internacional. Entre forcejeos que tuvimos, caemos al vacío a unos 15 metros. Me golpeé la cabeza y me fracturé el hombro; el sicario se rompió los dos fémures. Antes de quedar inconsciente logré esposarlo y el móvil me encontró con el sicario golpeado y yo desmayado. 

¿Le dieron carpeta médica después de esto?
No, no saqué carpeta médica. Al otro día ya estaba trabajando, porque amaba y amo a la Policía, entonces creí que no era necesario. Me condecoraron con una medalla de oro, lo máximo que se le da una persona que trabaja en la Policía. No hay algo que tenga más valor que eso.

¿Tuvo otros procedimientos donde puso en riesgo su vida?
Sí, por supuesto. En 2015 un tartagalense intentaba suicidarse desde el puente Aráoz de esa ciudad. No dejaba que ninguna persona se acercara porque se iba a tirar. Logré convencerlo para que hablemos y escondí las esposas. Yo le hablaba de Dios que es la mejor psicología en ese momento tan tenso. Me escuchó un poco, pero cuando un compañero se le acercó, se lanzó al vacío. En ese momento logré esposarlo, por suerte, y quedó con todo su cuerpo colgado hacia el vacío, colgando de mi brazo. Se me rompió la clavícula y se me cortó un tendón en el brazo derecho. Nuevamente recibí la medalla de oro. No hay antecedentes que un policía tenga dos medallas de ese tipo. Todo era bueno hasta ese momento. Tampoco había sacado carpeta médica. Seguía trabajando.

¿Cómo hacía para continuar trabajando?
Pasados unos meses me dolía todo el cuerpo. Era impresionante el dolor. No podía ponerme el casco. La indumentaria del motorizado es muy pesada, ya que lleva chaleco, protector, hombrera, arma larga, arma corta, rodillera, canillera, bota larga, entre otros. Es algo pesado para una persona como yo, que ya tenia la clavícula quebrada sin saberlo. Una mañana estábamos por empezar el servicio y uno de los “pollos” nuevos (yo les digo así a los de la motorizada), me ayudaba a ponerme todo para poder hacer mi trabajo, hasta que un oficial observa la situación y me llama la atención. Me dijo: ¿Quién sos vos para que te estén ayudando? Entonces a mi compañero no le quedó más que decirle que yo me encontraba enfermo. Me mandaron a la clínica, dieron intervención a la ART y desde ahí que no volví a trabajar nunca más.

¿En qué año pasó esto?
En 2016, me hicieron una junta médica. A posterior del último incidente yo empecé a tener temblores, me desmayaba, tenía estrés postraumático, transpiraba helado, tenía miedo de salir de mi pieza. Inicié un tratamiento psicológico y psiquiátrico. La psiquiatría me da tratamiento farmacológico, pastillas ansiolíticas y me mandan a una junta médica empastillado y drogado en una silla de ruedas para hacerme firmar un documento: el cabo Arias Franco, legajo 15.869, presenta la siguiente patología, etc. No me di cuenta de la letra chica y me cambió la vida para siempre.

¿Qué decía ese documento?
Tal lesión no guarda relación con el servicio... ese párrafo me jodió toda la vida. Al no hacerse cargo la Policía de que yo me hice todo eso a consecuencia de los procedimientos mencionados es que la ART no me paga nada, la obra social IPS tampoco. Empecé a pedir carpeta médica para gestionar trámites y me quisieron correr por exceso de carpeta médica. Tuve que viajar desde Embarcación a la ciudad de Salta para que me den 15 días más de carpeta médica y así durante dos años gastando plata de mi bolsillo.

A todo esto ¿recibía un sueldo?
Sí, yo recibía un sueldo. Me costeaba yo mis propios medicamentos. Me aguanté dos años de esa forma. En 2019, cuando asumió la nueva jefa de la Policía, decretan el retiro obligatorio de todos los policías que están en la misma situación. La jefa de Policía llegó a tratarnos de “ñoquis”. Me pasaron los papeles directamente a la Anses y me hicieron el retiro. Hoy cobro $10.000 por mes y los remedios que tomo me cuestan 8 mil pesos.

Está vendiendo sus medallas de oro ¿verdad?
Sí. Tomé la determinación de vender lo mas preciado para mí y toda mi familia, que son las medallas de oro. Vendí solo una, a una maestra, por el valor de $20.000. Era el orgullo de mis hijos, pero la tuve que vender.

¿Qué siente por la Policía?
Di mi vida por la Policía. Fueron 14 años que dejé a mi familia y sin ver crecer a mis hijos. Fui abanderado en el lugar que me tocó estar y de eso sí me siento orgulloso, pero hoy estoy padeciendo cada momento vivido en mi laburo. Yo no quiero colaboración. Quiero que alguien se apiade de mí y que me den lo que me corresponde por lo que brindé en mi servicio y no lo que me están dando ahora, que no me alcanza ni para comer. Estoy pidiendo auxilio, que alguien se apiade de mí. Quiero un sueldo digno, para eso estudié y dejé mi vida por la Policía. Tengo más de 200 procedimientos en mis haberes. Mi madre, lo máximo que pudo hacerme estudiar fue para policía y yo nunca quise hacerla quedar mal a ella, para que siempre se sienta orgullosa. En vida pude mostrarle mis dos reconocimientos con las medallas de oro.

 

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