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La Viña, el resguardo de obras de arte y creencias

Ubicada en la esquina de Alberdi y San Juan, las bases de la Iglesia que hoy conocemos comenzaron a construirse a fines del 1800.
Sabado, 26 de septiembre de 2020 18:47


Con un frente amplio, pero inaccesible por las rejas que la protegen, la iglesia de La Viña, ubicada en la esquina de Alberdi y San Juan, marca tiempos e historias de los salteños. Corría el 1630, cuando la familia Fernández Pedroso, propietaria de la hacienda de La Viña, mandó a edificar una capilla para albergar la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria. En 1735, la imagen fue llevada a la ermita dedicada a los Nazarenos, en Salta. En 1873, se le encargó a la firma Macchi Hnos. la construcción de una nueva iglesia.
María Soledad Gómez es arquitecta y docente a cargo en la cátedra Preservación Urbana e Historia de la Arquitectura y el Mobiliario en la Ucasal, y en su encuentro con El Tribuno describió cómo era la zona en la que se levantó la majestuosa iglesia de La Viña. “Durante el siglo XVIII se desarrolló la zona sur del centro de la ciudad. En la zona creció un quinto barrio, donde vivían fundamentalmente descendientes de pueblos originarios, esclavos libres, mulatos y mestizos. Ellos se agruparon alrededor de un templo muy sencillo, la ermita del Nazareno, que luego de una ampliación, se le comenzó a llamar “de la Candelaria de la Viña”, también desde ese momento albergó a la imagen con este nombre, originaria de la estancia de La Viña”, destacó la arquitecta contando los orígenes humildes de la ermita.

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Con un frente amplio, pero inaccesible por las rejas que la protegen, la iglesia de La Viña, ubicada en la esquina de Alberdi y San Juan, marca tiempos e historias de los salteños. Corría el 1630, cuando la familia Fernández Pedroso, propietaria de la hacienda de La Viña, mandó a edificar una capilla para albergar la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria. En 1735, la imagen fue llevada a la ermita dedicada a los Nazarenos, en Salta. En 1873, se le encargó a la firma Macchi Hnos. la construcción de una nueva iglesia.
María Soledad Gómez es arquitecta y docente a cargo en la cátedra Preservación Urbana e Historia de la Arquitectura y el Mobiliario en la Ucasal, y en su encuentro con El Tribuno describió cómo era la zona en la que se levantó la majestuosa iglesia de La Viña. “Durante el siglo XVIII se desarrolló la zona sur del centro de la ciudad. En la zona creció un quinto barrio, donde vivían fundamentalmente descendientes de pueblos originarios, esclavos libres, mulatos y mestizos. Ellos se agruparon alrededor de un templo muy sencillo, la ermita del Nazareno, que luego de una ampliación, se le comenzó a llamar “de la Candelaria de la Viña”, también desde ese momento albergó a la imagen con este nombre, originaria de la estancia de La Viña”, destacó la arquitecta contando los orígenes humildes de la ermita.

 

 


“La iglesia de La Viña, como la conocemos actualmente, se construyó al costado sur de la antigua ermita del Nazareno, del S XVIII. Fue construida durante el período liberal en lo que conocemos como arquitectura italianizante”, describe Soledad Gómez.
La profesional advierte que esta arquitectura, traída a nuestro país por la inmigración italiana durante la segunda mitad del siglo XIX, se caracterizaba por una organización simétrica de fachadas tomando elementos neorrenacentistas y una ornamentación neobarroca que incluía roleos, flores, guirnaldas en sobrerrelieve, junto con la variedad de colores que permitieron resaltar estos detalles.

Detalles de la arquitectura

En el caso de la iglesia de La Viña se advierte que el edificio se levanta a varios metros de la demarcación actual de la línea municipal y en realidad así fue planteada, ya que lo que buscaban los arquitectos que la diseñaron, era mostrar su esplendor en el espacio. “Es una particularidad el hecho de que la torre se encuentre separada del edificio y unida a través de un puente, ya que se construyó con posterioridad, y ya con un gusto más bien ecléctico, propio de finales del siglo XIX y principios del XX”, advierte Gómez. 
“La obra se comenzó en 1873 sobre línea municipal, y cuando se retomaron los trabajos, ya con los cimientos hechos, se desplazó la obra para dejar el espacio libre sobre San Juan. Por otro lado, la torre separada del templo es un detalle que no esá relacionado a este planteo en el terreno”, agregó.
El interior dela iglesia mantiene el formato que se conoce como “planta en cruz latina”.
“Sus “brazos” culminan en ábsides, que son las formas semicirculares que vemos, y que desde el exterior se pueden apreciar con sus terminaciones en medias cúpulas, que junto a la cúpula principal, le dan una volumetría muy característica. Estas cúpulas se encuentran revestidas con azulejos celestes, de pas de Calais, traídas de Francia”, agregó la arquitecta.
 

 

 

 

La fachada está organizada en tres cuerpos y dos niveles. Este último, posee un coronamiento en el centro que lo destaca, llamado ático. Se accede al templo por tres grandes arcos enmarcados por pares de columnas que sostienen lo que se denomina “entablamento”, es un elemento horizontal conformado por las cornisas, importantes molduras, y el friso, que contiene diseños sobre relieves y en el centro, una cartela donde se puede leer: “Construido por la asociación de matronas con el óbolo de los fieles católicos argentinos. Arquitecto Noé Macchi 1884”.
Este esquema se repite en el segundo nivel donde pueden verse ventanas ciegas, que solamente están pintadas, a fin de componer estéticamente la fachada de acuerdo a los cánones de la época, similar a San Francisco.
“La fachada culmina con un ático donde se encuentra una hornacina, y remata con un frontis curvo y quebrado. Es importante destacar la presencia de numerosos pináculos que son esos elementos pintados de terracota, hacen las veces de terminación para cada fila de columnas. La torre está unida a través de un puente construido con perfiles de hierro, que marcan el cambio de época por la tecnología”, agregó la arquitecta.

Restauración

Las obras de restauración comenzaron a principios del año 2010 y llevaron aproximadamente dos años. Fueron realizados por la Secretaría de Obras Públicas de la provincia con la autorización de la Comisión Nacional de Monumentos de Lugares y de Bienes Históricos, por tratarse de un Monumento Histórico Nacional. Se realizaron intervenciones en las fachadas y el atrio, además de la restauración de la torre. Se repararon molduras y cornisas. El trabajo se completó con tareas de iluminación. 
 

 

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