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10 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La violencia en la Patagonia crece ante la pasividad del Estado

Alerta por las amenazas de la RAM, la exhibición de armas y el planteo sesecionista. La crisis política de Chile y la ambigüedad argentina generan dudas para la paz interior.
Domingo, 07 de noviembre de 2021 01:52

El conflicto generado por la Resistencia Ancestral Mapuche en la Patagonia, en ambos lados de la cordillera pero con epicentro en Chile, es un síntoma de varios fenómenos simultáneos y vinculados. En la ladera del océano Pacífico, la crisis territorial en la antigua Araucania se produce en un contexto político sumamente complejo. Las movilizaciones masivas que estallaron en 2019 no pasaron al olvido. En las elecciones de convencionales constituyentes celebradas en mayo pasado Chile quedó a un paso de un cambio estructural: los partidos tradicionales perdieron casi todo el espacio y movimientos independientes y de izquierda controlarán la convención. De hecho, la profesora y lingüista Elisa Loncon, representante de la etnia mapuche, fue elegida casi por unanimidad para presidir la Asamblea. Y su mensaje es que "nadie tenga miedo" pero anticipa que Chile se encamina a convertirse en Estado plurinacional.

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El conflicto generado por la Resistencia Ancestral Mapuche en la Patagonia, en ambos lados de la cordillera pero con epicentro en Chile, es un síntoma de varios fenómenos simultáneos y vinculados. En la ladera del océano Pacífico, la crisis territorial en la antigua Araucania se produce en un contexto político sumamente complejo. Las movilizaciones masivas que estallaron en 2019 no pasaron al olvido. En las elecciones de convencionales constituyentes celebradas en mayo pasado Chile quedó a un paso de un cambio estructural: los partidos tradicionales perdieron casi todo el espacio y movimientos independientes y de izquierda controlarán la convención. De hecho, la profesora y lingüista Elisa Loncon, representante de la etnia mapuche, fue elegida casi por unanimidad para presidir la Asamblea. Y su mensaje es que "nadie tenga miedo" pero anticipa que Chile se encamina a convertirse en Estado plurinacional.

Se podría asociar con la experiencia de la Bolivia de Evo Morales, aunque aún resulta difícil evaluar si la etnia mapuche tiene en su país el peso de la cultura colla y aymara prevalecientes en Bolivia. Las discusiones ideológicas de nada valen en este caso: el 21 de noviembre se celebrará la primera ronda de elecciones presidenciales y podrían volver a romperse todos los libretos. Adormecida la Concertación de socialistas y democristianos, que modelaron una Chile institucional y económicamente estable tras el pinochetismo, ahora la pugna parece planteada entre la coalición de izquierda encabezada por Gabriel Boric, el candidato de extrema derecha José Antonio Kast, y tercero el oficialista, de derecha más moderada, Sebastián Sichel.

Una constitución "plurinacional" con un gobierno de ultraderecha (si Kast ganara el ballotage) conformarían un cuadro de difícil pronóstico. La militarización de la zona de conflicto ordenada por Sebastián Piñera y la respuesta de la RAM agravan el conflicto. Se trata de una insurrección con discurso étnico, protagonizada por una minoría. El 9% de los chilenos se reconoce originario: 1.500.000 personas. En 2006, apenas se reconocía 1.000.000. Es decir, es un crecimiento del 50% en los últimos 15 años. El 85% de los autopercibidos originarios se identifican mapuche.

La violencia

El desconocimiento de los estados y nacionalidades de Argentina y Chile, formulada por Facundo Jones, el principal referente, hoy preso, la exhibición de armas, la exaltación de la violencia y los atentados contra objetivos civiles no necesariamente expresan la opinión de quienes se identifican con la etnia mapuche.

Para las autoridades de las zonas afectadas no cabe duda de que la RAM es un grupo terrorista. Aunque imitan al ISIS en sus exhibiciones de violencia y evocan a la ETA del país vasco o al IRA irlandés, todavía no han protagonizado atentados catastróficos y no se puede saber si podrán acceder al armamento y el entrenamiento que requieren las organizaciones separatistas. Tampoco debe olvidarse que actúan en un continente institucionalmente en crisis. Los sobrevivientes de Sendero Luminoso le complican la gestión a Pedro Castillo, quien llegó a la presidencia de mano de esos rezagos. La historia de la guerrilla colombiana ya lleva siete décadas de violencia, compartida con parapoliciales y narcotraficantes, regidos todos por la misma lógica sanguinaria. En localidades de Colombia y Venezuela, las fuerzas irregulares aún desplazan al Estado en las funciones de gobierno, recaudación y seguridad.

En territorio argentino

Facundo Jones Huala está muy lejos de la demencial intelectualidad de Abimael Guzmán o de la experiencia de exilio forzado (a la selva) que llevó a Tirofijo, militante del Partido Liberal, a liderar la guerrilla más longeva del continente. De todos modos, el fantasma de una violencia rural instalada y estructural sobrevuela la Patagonia. En territorio nacional, durante octubre, los activistas mapuches prendieron fuego un centro de información turística en El Bolsón y un depósito de Vialidad provincial en el camino al Cerro Catedral. Poco después incendiaron el edificio del Club Andino Piltriquitrón y dejaron amenazas que incluyeron a la gobernadora Arabela Carreras. "Benetton, Lewis, Arabela y Pogliano: el agua y la tierra no se venden, se defienden".

Sin embargo, el presidente Alberto Fernández calificó a los ataques como "un problema local". Son muchos en su gabinete los simpatizantes de la RAM.

La falacia de la grieta puede llevar al debate a mano dura o mano blanda. Lo esencial es asumir el problema: es una amenaza latente (pero muy seria) a la paz interior y que se proyecta al resto del país.

 El clientelismo altera la paz de los Valles Calchaquíes

El conflicto mapuche de la Patagonia tiene connotaciones políticas e intereses comerciales en juego. Es de naturaleza territorial, involucra a la soberanía de los países y altera el orden jurídico del Estado.
Y no se circunscribe a la Patagonia. En el chaco salteño, donde abundan las comunidades indígenas genuinas, y muy pobres, esos intereses han bloqueado durante años soluciones razonables. La titularización de los lotes 14 y 55, en Rivadavia, se demoró más de una década por la interferencia del CELS, que quería imponer el concepto de “territorio” en reemplazo de “tierras”. 
En los valles Calchaquíes, en cambio, la aparición de comunidades antes desconocidas pero integradas por lugareños bien conocidos, produjo un clima de violencia permanente desde que en 2006 el Congreso resolvió prohibir todos los desalojos a comunidades indígenas. Y son dos las negligencias del Estado que engendran violencia: el incumplimiento del relevamiento de comunidades, que incluye evaluar si son auténticas o impostadas, y el análisis de cada caso, sobre si se trata de tierras usurpadas o no. Los pueblos originarios están integrados por ciudadanos, amparados por los derechos y comprometidos con las obligaciones que impone esa condición. Ocupar tierras ajenas es una forma de robo. El reconocimiento del derecho a la tierra requiere un criterio jurídico ya que no puede interferir con el derecho de propiedad. 
Y declarar a una comunidad como originaria exige pericias que no pueden agotarse en el simple deseo o autopercepción. Esas negligencias forman parte de intereses ideológicos y del clientelismo político. 
El “Proyecto Artigas”, impulsado por el activista Juan Grabois es una parte del Plan de Desarrollo Humano Integral para “repoblar la Argentina”. 
 Se estigmatiza al propietario rural y se establece como modelo productivo la economía familiar de subsistencia. 
Esa visión casi milenarista proyecta un riesgo de disgregación y ya está poniendo en juego la paz y el futuro de nuestros Valles Calchaquíes, no solo un bien material sino un símbolo de Salta y del Norte Grande.
 

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