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15 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Educación: cambiemos el chip

Martes, 14 de diciembre de 2021 02:16

Finaliza el ciclo escolar y después de la pandemia quedan marcadas las diferencias que nos obligaron y nos obligan, a todos, a mirar la educación de otro modo.

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Finaliza el ciclo escolar y después de la pandemia quedan marcadas las diferencias que nos obligaron y nos obligan, a todos, a mirar la educación de otro modo.

Durante el 2020 aprendimos a convivir con la incertidumbre. Con la educación desde casa y sin la escuela. Los docentes nos enfrentamos y superamos el desafío de plantear y pensar cómo diseñar la enseñanza para hacerla posible. La práctica de ir haciendo e ir aprendiendo resignificó la necesidad de partir de una experiencia significativa que permitiera que cada estudiante encontrara el sentido de su aprendizaje en el hogar y sin el contexto escuela, docentes, compañeros.

Este año con la anhelada presencialidad y todos sus matices, quedó en evidencia lo transitado el año anterior y me atrevo a decir, lo que venimos arrastrando. Por un lado, la diversidad, porque algunos estudiantes aprendieron mucho, otros poco, otros nada. Y por otro la desigualdad en la falta de recursos y posibilidades, la soledad del alumno, las realidades sociales tan dispares como diversas.

Por otra parte, surgió la presencia de familias que comenzaron a ver la escuela desde otro lugar, el uso de las TIC y sus infinitas oportunidades, para el alumno y el docente. Desafíos a sostener.

Hoy vale reconocer que la semilla del cambio y la posibilidad están latentes. Los resultados de las pruebas regionales son más que números y estadísticas. Es el cimbronazo que molesta y preocupa. Como las ESI y sus contenidos. Preocuparse implica ocuparse. Hay una cadena de montaje que necesita ser aceitada. Debemos alejarnos de los contenidos homogeneizadores. De la educación administrativa y los ciclos que se repiten. ¿Quién responde a las necesidades individuales? Grupos homogéneos contenidos homogéneos, resultados parejos. Las brechas así se hacen más amplias.

Podemos partir de escuchar lo que aprendieron los niños y los jóvenes durante el camino transitado en el 2020 y el 2021, rescatar los aprendizajes significativos, hablar y escuchar. Nuestros alumnos ahora hablan de vacunas, salud, responsabilidades sociales, cuidado del ambiente, derechos, alzan su voz para opinar y denunciar. Estos mismos alumnos son los que nos obligan a recrear las praxis. A mirar las probabilidades con optimismo, a poner en acción aquello que deseamos en la educación. Porque mejorar el sistema educativo viene de la mano de escuchar la palabra del otro, ese otro incluye al niño, al adolescente, a los docentes, a la familia a los que son día a día parte de este engranaje que es la educación. Desde los planes de estudio, las políticas educativas hasta el aula.

Posibles y deseados desafíos durante el 2022 para las escuelas serán, como sociedad y como estado, revalorizar la educación. Ofrecer una escuela que convoque, que sorprenda, que enseñe a preguntar y pensar, donde circule la palabra y la mirada. Sostener el vínculo con la familia que se acentuó con la pandemia, que sea quien acompañe y construya tiempos de conversación, y si no saben o no pueden hacerlo, brindarle las herramientas. Empezar a ver y sacudir las estructuras. Nosotros, los actores de este sistema, somos ejemplo de que se puede.

Después de una cuarentena y el cuidarnos, después de este reencuentro cargado de emociones y afecto recuperados, es necesario volver a proyectar en busca de un nuevo paradigma educativo. Si la educación es el territorio donde todo el aprendizaje sucede. Si entendemos que la esencia del niño y el adolescente es preguntarse, cuestionarse, fantasear, imaginar, crear ¿Qué ambientes ofreceremos para que desarrollen esta curiosidad? La clave será mirar: al contexto, al niño, al adolescente, conocerlos, empaparse de sus realidades, de sus necesidades. Escuchar la voz de quienes enseñan, de las familias. Habilitar los espacios donde se involucren a todos los actores del sistema para hablar entre todos y así evitar el ir y volver en las decisiones. Generar y gestionar transformaciones. Cambiemos el chip. Busquemos alternativas.

 

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