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Daniel Feierstein: “Se instaló la idea distorsiva de que la gente no se quiere cuidar” 

Entrevista al sociólogo, doctor en Ciencias Sociales, investigador del Conicet y profesor en la UBA y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Lunes, 29 de marzo de 2021 17:14

Desde que comenzó la pandemia, el sociólogo Daniel Feierstein (@DanielFeiers) aportó sus miradas sobre el manejo de la emergencia sanitaria en la red social Twitter. Él es doctor en Ciencias Sociales, investigador del Conicet y profesor en la UBA y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

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Desde que comenzó la pandemia, el sociólogo Daniel Feierstein (@DanielFeiers) aportó sus miradas sobre el manejo de la emergencia sanitaria en la red social Twitter. Él es doctor en Ciencias Sociales, investigador del Conicet y profesor en la UBA y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

El experto advirtió sobre el fenómeno de la negación ante la pandemia y el peligro que genera el negacionismo en este contexto. 

Se refirió a la dificultad de la sociedad argentina y de la occidental en general para tolerar el aplazamiento en pos de un bien mayor.

Según un estudio de opinión pública en el que colaboró, la mayoría de la población estaría de acuerdo con tomar medidas de cuidado ante la llegada de una segunda ola y llamó la atención sobre la paradoja de que este grupo se percibe a sí mismo como minoritario.

Cuestionó que desde los gobiernos no se hicieron campañas fuertes para difundir que la vía principal de contagio es la área y que, para prevenirlo, es mucho más efectivo ventilar los ambientes y usar barbijo que limpiar superficies y usar alcohol en gel. 

Hace un tiempo, usted hablaba sobre la negación de la pandemia como un mecanismo de defensa...

Sí, yo distinguía dos niveles distintos: la negación es, entre muchos otros, un mecanismo de defensa, que tiene un carácter protectivo, que busca darle coherencia y estabilidad a nuestro sistema psíquico y que, por lo tanto, a veces impide el acceso a determinada información que lo podría poner en cuestión... El problema es que hay un segundo nivel, que se da cuando eso se transforma en una estructura ideológica, en una forma de representación, y se vuelve todavía más complejo. Se han dado las dos cosas. Es lógico que aparezcan distintas formas de negación ante una situación que es muy disruptiva y novedosa, que nos confronta con la muerte. Esa forma de negación se hace mucho más grave cuando se racionaliza y se transforma en estructuras ideológicas. “Esto es una conspiración”, “el virus no existe”, “están exagerando”... Esas ya no son formas de negación, sino estructuras negacionistas.  Estaban jugando las dos cosas, tanto formas de negación en muchos de nosotros, como estructuras negacionistas más generales y que eso está dificultando lidiar con la situación. Si uno no puede entender lo que está pasando, difícilmente puede tomar las medidas adecuadas...

"Si uno no puede entender lo que está pasando, difícilmente puede tomar las medidas adecuadas..."

¿Este fenómeno de estructura ideológica es algo organizado o es espontáneo?

De las dos maneras. Por un lado, hay un nivel de espontaneidad en el sentido de que, como lo que más necesitamos es darle sentido a la realidad, muchas veces esas formas de negación se van configurando como estructuras ideológicas para tratar de explicarnos lo que pasa. Por otro lado, también hay sectores políticos que se montan en eso e intencionalmente buscan generalizar estructuras negacionistas. Lo más grave es la facilidad con la que nos olvidamos de lo que cada uno decía. Varios científicos venimos advirtiendo algunas situaciones desde febrero o marzo de 2020. No tenemos razón en todo pero en la gran mayoría de las cosas que dijimos, sí... 

"Hubo mucha gente que dijo cualquier estupidez y sigue hablando como si no hubiese dicho nada..." 

¿A qué se refiere?

En mayo de 2020, algunos decían que con el 15 por ciento de población contagiada se generaba la inmunidad de rebaño y que, entonces, todo esto era una exageración y que se iba a resolver. Quienes dijeron eso jamás pidieron perdón por el daño que se generó con ese nivel de expresiones que eran claramente negacionistas: no querer aceptar la gravedad de la situación. Otros decían que la Argentina iba a tener 500 muertos en todo 2020 por esta pandemia y que los muertos eran imaginarios... Esa es una de las expresiones de Jorge Asís, muy reiteradas en sus charlas con Luis Novaresio. Ahora, dicen que en las escuelas no se producen contagios, información que está mal... El único sentido es tratar de negar lo que está ocurriendo y que ha hecho mucho daño en la toma de decisiones. Esto no quiere decir que hay un solo camino correcto para enfrentar esta pandemia. Por supuesto, hay muchas cosas discutibles y se pueden poner sobre la mesa una cantidad de variables. El problema es cuando aparece sobre la mesa la negación... No podemos negar lo que está ocurriendo. 

¿A que se refiere con lo que algunos científicos venían visualizando desde febrero o marzo del año pasado?

A la cantidad de comunicados que hicimos desde sectores científicos alertando distintas cuestiones cuando nos llamaban exagerados... Esto se ha repetido dos veces de la misma manera. Nosotros alertamos sobre la necesidad de controlar los ingresos al país en marzo y que la gente no respetaba el aislamiento domiciliario y que, por lo tanto, había que establecer con los viajeros un aislamiento en hoteles que permita garantizar que eso no se propague en la sociedad. Eso no se hizo en febrero o marzo 2020 y después en diciembre de 2020 volvimos a alertar esa situación con las nuevas variantes. Tampoco se implementó y estamos ahora en una situación en la que tenemos ya detectada la circulación tanto de la variante británica como de la de Manaos, lo que nos hace imaginar que vamos a tener dos o tres meses muy difíciles por venir. Todo esto se podía prever o intentar abordar de otra manera...En este contexto económico, con esta realidad y este nivel de circulación,  es muy difícil sociopolíticamente hoy pensar en establecer restriciones totales. El problema es que esa es una segunda instancia que puede preverse si se toman otras medidas para impedir el ingreso del virus. Ahora estamos en una situación realmente compleja. 

Usted hablaba sobre la infantilización de los comportamientos sociales ante la pandemia. ¿A qué se refería con esta idea?

Lo que más destaqué era la dificultad que tenemos, sobre todo, en las sociedades occidentales, para aceptar el aplazamiento, el rol del tiempo. 

Por ejemplo, en la Argentina, más allá de que no se manejó bien el tema del ingreso de los repatriados, hubo un cierre muy temprano que fue tan exitoso que logró erradicar el virus en el 85 por ciento del territorio. El problema es que teníamos tres jurisdicciones con circulación comunitaria del virus, que eran Chaco, Río Negro y, sobre todo, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

Lo que hacía falta era un poco de paciencia en mayo para lograr erradicarlo también del AMBA. En lugar de eso, se abrió todo y, entonces, logramos inundar el resto del país, que era libre de COVID-19. Las otras ciudades habían abierto porque ya no había virus. Esto fue por no poder aguantar un poquito más. Nos faltaba un poquito para tener éxito. Esto nos ha pasado numerosas veces.

En este contexto económico, con esta realidad y este nivel de circulación,  es muy difícil sociopolíticamente hoy pensar en establecer restriciones totales. El problema es que esa es una segunda instancia que puede preverse si se toman otras medidas para impedir el ingreso del virus. Ahora estamos en una situación realmente compleja. 

¿Cuándo, por ejemplo?

Lo mismo ha ocurrido con la insistencia en la apertura de escuelas. Después de un año sin presencialidad, lo que se necesitaba era poder avanzar con la vacunación, por lo menos, de los docentes, para garantizar una mejor situación. Hablábamos de uno a dos meses... Esto de no poder tolerar el aplazamiento lo planteaba con una lógica de infantilización porque es lo que, en general, se trabaja en distintas corrientes del psicoanálisis, que es la conquista de la madurez: la capacidad de aceptar el aplazamiento, que hay cosas que llevan tiempo y demandan ciertos sacrificios.  Si yo quiero tener todo ya, al final termino no teniendo nada porque no logro esperar a que se realice ninguna de las conquistas que necesito a través del sacrificio que pongo en esa situación. Si uno hace un sacrificio enorme en lo económico y social, deteniendo un montón de actividades, el tema es poder sostener ese sacrificio para que sea exitoso y logre terminar con la circulación del virus. Si nosotros lo suspendemos en la mitad, al final, tenemos que pagar el costo del sacrificio y, encima, no tenemos ninguna ventaja porque el virus finalmente circula, solo que tres meses más tarde. Me parece que ahí hay una situación muy seria de no poder aceptar ningún aplazamiento ni limitación y esta es una postura infantil porque la vida no es así. La vida requiere a veces tener paciencia o aceptar limitaciones.

Usted participó en un estudio de opinión pública que revela que la mayoría de la población estaría de acuerdo con volver a las restricciones ante una segunda ola y solo una minoría no cumpliría con ellas...

Sí, lo que mostramos era la paradoja que se daba: la mayoría de la población está de acuerdo con medidas de cuidado. Incluso, una parte de la minoría no está de acuerdo, pero las respetaría. Sin embargo, la percepción de esa mayoría de la población es que son una minoría. A ese artículo lo llamamos “Mayorías que se creen minorías”... Se ha instalado la idea de que la gente no se quiere cuidar. Esa idea no es correcta y es distorsiva porque no muestra lo que quiere la mayoría, porque la minoría que no se quiere cuidar es muy intensa. Como tiene mucha participación social, eso dificulta cualquier medida. En el estudio veíamos que el porcentaje de la población que decía que no solo no estaba de acuerdo sino que no iba a respetar restricciones era entre el 10 y el 15 por ciento. Lo que pasa es que, si se quiere establecer una medida de cuidado y ese 10 por ciento está dispuesto a hacer cualquier cosa para no cumplirla, esto te complica socialmente porque es mucha gente, por más que sea una minoría. Se da la paradoja de que se termina haciendo la política de la minoría, en vez de hacer lo que considera útil la mayoría de la población. No pensamos que siempre haya que hacer lo que cree la mayoría, pero llamamos la atención sobre esta contradicción de que hay una mayoría que está de acuerdo con el cuidado pero no se da cuenta de que es una mayoría. Hay una sensación general de mucho más desacuerdo con los cuidados de lo que realmente existe. 

El nivel de acuerdo a la medida de restricción oscila entre el 55 y el 65 por ciento de la población. Hay entre un 20 y un 35 por ciento que dice que no está de acuerdo pero que, así todo, lo acataría y un 10 por ciento que insiste en que no aceptaría ninguna restricción: no está de acuerdo ni lo acataría.

¿Dónde hicieron ese estudio? ¿Cuántas personas participaron?

Ese estudio lo hizo el equipo de investigación SocPol de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) con 1.500 casos. Me convocaron para analizar este estudio específico y para el diseño de la muestra. Es muy interesante y muy bueno porque no fue como la mayoría de los estudios, que son telefónicos, sino que fue a través de redes sociales, lo que le da mayor confiabilidad. Los mejores estudios siempres son presenciales pero hoy casi no se hacen, por el costo.
Estos días se conocieron un par de estudios de otras instituciones y las cifras eran muy similares a las que nos había dado en la UNQ. Más allá de lo que se pregunte, de la metodología de encuesta, de la cantidad de casos y de la confiabilidad de la muestra, esos resultados son correctos porque son más o menos similares.  El nivel de acuerdo a la medida de restricción oscila entre el 55 y el 65 por ciento de la población. Hay entre un 20 y un 35 por ciento que dice que no está de acuerdo pero que, así todo, lo acataría y un 10 por ciento que insiste en que no aceptaría ninguna restricción: no está de acuerdo ni lo acataría.

El año pasado, usted comentó que algunas medidas que había tomado el Gobierno no eran tan estratégicas... 

Sí, me refería a incorporar lo que se va sabiendo acerca del virus y que las medidas no solo impliquen lo que no se puede sino también explicar lo que sí se puede. Creo que seguimos teniendo un déficit enorme... Por ejemplo, en relación con lo que se sabe sobre las vías de contagio y las formas de prevención, algo que tomamos en cuenta en el estudio con la UNQ. Hoy está muy claro que la vía de propagación fundamental del virus es la área, o sea, a través del aire, y que, por lo tanto, es fundamental evitar estar en un lugar cerrado con otras personas por bastante tiempo, incluso si uno está con barbijo. Siempre es mejor el barbijo pero, así todo, el riesgo es muy alto si estás más de 15 o 20 minutos con otra persona en un lugar cerrado mal ventilado. Todavía no ha habido buenas campañas para que la gente lo tenga claro. Entonces, seguimos como si estuviéramos en marzo del año pasado. 

 Todavía no ha habido buenas campañas para que la gente lo tenga claro. Entonces, seguimos como si estuviéramos en marzo del año pasado. 

¿En qué sentido?

Es el doble de gente la que considera que la forma más importante de cuidarse es limpiar las superficies o utilizar alcohol en gel, algo que se demostró que no es muy efectivo para la COVID-19, comparado con los que tienen claro que el eje es la ventilación y la no reunión en lugares cerrados. Es fundamental entender, a partir de lo que se va sabiendo del virus, qué es lo que sí se puede hacer y qué es lo que no, qué es lo más peligroso y lo menos peligroso. Esto no nos ayuda porque mucha gente que quiere cuidarse se cuida mal y no resulta efectivo su deseo de cuidarse. Se está trabajando muy mal la información y la prevención... 

¿Considera que las autoridades deberían ajustar un poco más las recomendaciones sobre las formas de cuidado y de prevención?

Exacto. Me comentaron que el Ministerio de Salud de la Nación va a encarar una campaña sobre el tema de la transmisión aérea y la ventilación, que me parece fundamental. Sería excelente y muy necesario hacerlo cuanto antes porque ese es uno de los temas más importantes.

No es solo qué se puede hacer y qué no se puede hacer, sino también que el conjunto de la población entienda cómo se transmite este virus para poder implementar sus propias formas de cuidado.

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