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El Valle de Lerma y su viejo lago

Lunes, 08 de marzo de 2021 02:20

La historia y evolución geológica del Valle de Lerma es realmente apasionante. Resulta un desafío tratar de resumirla en unas pocas líneas. Lo primero a resaltar es que forma parte de los últimos movimientos de la tectónica andina.

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La historia y evolución geológica del Valle de Lerma es realmente apasionante. Resulta un desafío tratar de resumirla en unas pocas líneas. Lo primero a resaltar es que forma parte de los últimos movimientos de la tectónica andina.

Es el producto de un complejo juego, activo y dinámico, de fuerzas endógenas que fueron construyendo el relieve y de las fuerzas exógenas que se encargaron de modelarlo.

Por un lado, el empuje de la Placa de Nazca que subducta (se hunde) por debajo de la Placa Sudamericana en el borde del océano Pacífico. De ese encuentro nació la Cordillera de los Andes como un orógeno de tipo no colisional. Muy diferente a un orógeno (cadena montañosa) como el Himalaya y el Tíbet que son el resultado de la colisión de dos placas continentales: la Placa India contra la Placa Asiática.

El Valle de Lerma es parte de los Andes Centrales del Sur y se encuentra incluido en la provincia morfotectónica de Cordillera Oriental. Esta provincia está limitada por la Puna al oeste y por las Sierras Subandinas al este. El Valle de Lerma es a su vez un valle intermedio entre el Valle Calchaquí al oeste y el Valle de Siancas al este.

Los Andes se fueron elevando en la vertical generando el bloque de la Puna y luego empujaron en la horizontal, hacia oriente, para dar un complejo de valles y serranías. Todo el conjunto constituye un relieve positivo que debe ser compensado por isostasia (igual a equilibrio, en griego) con algo que se hunda tal como ocurre con la llanura Chaco-Paranaense.

 

 

Dicha llanura, por la cual divagan los grandes ríos Pilcomayo, Bermejo y Juramento, se fue formando por la destrucción paulatina del edificio andino que descarga todos sus materiales clásticos (gravas, arenas, limos y arcillas) en mega abanicos aluviales de miles de kilómetros cuadrados y fácilmente observables en las imágenes satelitales.

Ya en contexto, diremos que el Valle de Lerma ocupa un escalón tectónico del edificio andino a 1.200 metros sobre el nivel del mar (latitud de la ciudad capital de Salta), flanqueado al oeste por el Valle Calchaquí a 3.000 m.s.n.m (latitud de La Poma) y al este por el Valle de Siancas a 700 m.s.n.m. (latitud de la ciudad de General Güemes).

O sea que a medida que nos dirigimos hacia el oeste las alturas crecen hasta alcanzar la Puna y algo más allá se tienen los gigantescos volcanes que nos separan de Chile. Esos edificios volcánicos (estratovolcanes) se elevan hasta casi los 7 kilómetros de altura lo que los convierte en los volcanes más altos del mundo.

Hacia el oriente las elevaciones decrecen hasta llegar a la llanura chaqueña con menos de 500 metros sobre el nivel del mar.

Por supuesto que todos los valles nombrados estuvieron a mucha menor altura en el pasado y se fueron elevando paulatinamente en el devenir de los tiempos geológicos; aun cuando todo ello ocurrió entre el Neógeno y el Cuaternario, esto es más o menos los últimos 20 millones de años. Lo cual estuvo en consonancia con las distintas fases de los movimientos andinos.

Igual ocurre con la edad de las rocas que conforman las montañas, estando las más antiguas hacia el oeste (granitos y rocas metamórficas cristalinas de la ladera occidental del Valle Calchaquí) y las más jóvenes hacia el este, en las Sierras Subandinas, hasta alcanzar la llanura donde se están depositando los sedimentos fluviales, eólicos, lacustres y palustres modernos. O sea que el relieve deja ver rocas viejas cristalinas de unos 600 millones de años hasta otras sedimentarias y jóvenes, incluso algunos sedimentos que se depositaron en los últimos siglos.

Una historia geológica que abarca desde el Precámbrico superior hasta el Holoceno (los últimos 10.000 años, cuando ya el hombre entró en América).

Las rocas que forman el interior de las sierras que limitan al Valle de Lerma son de origen marino y pertenecen principalmente al Precámbrico superior (Formación Puncoviscana), Cámbrico (Grupo Mesón) y Ordovícico (Grupo Mojotoro). Un buen muestrario de las mismas se encuentra entre la Lagunilla o el Peaje de Aunor hasta la ladera del cerro San Bernardo.

Hacia el sur de Cerrillos, en los flancos y centro del valle aparecen rocas sedimentarias cretácicas y terciarias. Los valles se fueron formando entonces desde el oeste hacia el este y en esta migración crearon barreras orográficas al paso de los vientos húmedos del Atlántico y así tenemos que las precipitaciones pluviales pasan desde 2.500 milímetros en la selva tropical oranense a menos de 200 milímetros en el Valle Calchaquí.

El Valle del Lerma, en una situación intermedia recibe unos 700 mm en un eje central, pero la precipitación disminuye hacia el este (menos de 500 mm y vegetación de monte chaqueño) y aumenta abruptamente hacia el oeste donde supera los 1.200 mm en el eje San Lorenzo-Lesser-Yacones (vegetación de selva tucumana-oranense).

Ahora bien, hemos hablado de "Valles" por el uso y la costumbre y así lo seguiremos haciendo, no sin antes aclarar que en realidad se trata de verdaderas fosas tectónicas, formadas por movimientos compresivos, donde unos bloques se elevan y otros se hunden a lo largo de grandes planos de fallas inversas.

El Valle de Lerma es entonces una fosa tectónica compresiva y asimétrica, formada por un alto bloque de montañas al oeste que se eleva a más de 5.500 m.s.n.m. (Nevados de Castillo o Lesser) y por otro bloque tectónico de menor altura al este, la Sierra de Mojotoro que no supera los 1.500 metros sobre el nivel del mar. Esta fisiografía se expresa fuertemente en las precipitaciones como se mencionó.

El lago Lerma

En el marco de esta evolución geológica del edificio andino se formó el Valle de Lerma, entre dos sierras paralelas de rumbo norte-sur, y quedó encerrado en sus cuatro direcciones formando provisoriamente una cuenca endorreica con drenaje interior.

Las aguas comenzaron a acumularse hasta formar un gran lago de agua dulce de unos 100 kilómetros de largo (“Lago Lerma”).

En el fondo de ese lago se depositaron limos y arcillas que se encuentran distribuidas en muchos lugares especialmente en el paraje Rumical y en el pueblo de Guachipas. Tales arcillas se depositaron unos 200 mil años atrás y conservan restos de plantas y gran cantidad de invertebrados fósiles, especialmente gasterópodos, bivalvos y cangrejos. En las orillas de ese lago se extendían pantanos y otros ambientes palustres y también los deltas de los ríos que llegaban hasta él.

En esos ambientes prosperaban los grandes mamíferos de la fauna pleistocena, como mastodontes, megaterios, gliptodontes, toxodontes, etcétera. 

Pero el hermoso lago tenía los días contados. Los ríos continuaban haciendo su trabajo erosivo cortando la vieja Sierra de Mojotoro y su prolongación austral hasta que el proto-río Juramento alcanzó al lago y lo vació catastróficamente por donde hoy corre el cañón del Juramento. A partir de allí todo el sistema hidrológico hubo de reorganizarse y los ríos del norte, oeste y sur fluyeron en conjunto hacia la cuenca del Juramento.

Así, los paleo ríos Vaqueros, Wierna y Caldera pasaban por donde hoy está la ciudad de Salta y se dirigían hacia el sur. Esto llegaría a su fin cuando otro río profundizó y cortó la sierra donde hoy se encuentra el angosto del Mojotoro y capturó los cursos fluviales que bajaban del norte del valle y se los llevó hacia la cuenca del río Bermejo a través del Mojotoro, Lavayén y San Francisco. De allí entonces que el divorcio de las aguas entre la Alta Cuenca del Río Bermejo (ACRB) y la Alta Cuenca del Río Juramento (ACRJ) se encuentra hoy en medio del Valle de Lerma. 

Entender la evolución del valle nos deja varias lecciones. Primero que no es un valle sino una fosa tectónica. Segundo, su edad es alrededor de un millón de años, o sea muy joven desde el punto de vista geológico.

Tercero, el embalse de Cabra Corral es una obra de ingeniería que taponó el lugar de la rotura del viejo río Juramento y resucitó un lago que es menos del 10% del tamaño del original. Cuarto, el relieve es un fluido y por ello el paisaje está cambiando permanentemente. Y por último, así como el Valle de Lerma hace un millón de años no existía, tampoco existirá dentro de otro millón de años cuando sea aplastado entre las dos sierras del oeste y del este.


 

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