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Flores por derechos

Lunes, 08 de marzo de 2021 02:20

Cada 8 de marzo se renueva la oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido en materia de derechos de las mujeres, en los avances significativos y, sobre todo, revisar los desafíos pendientes. Tenemos todavía una agenda de igualdad incompleta que requiere nuestra atención.
Debo confesar que no me es indiferente festejar la femineidad: siempre encontré atractivo el feminismo francés de la diferencia con su exaltación de los rasgos particulares de las mujeres, aún en sus contradicciones teóricas. 
La creciente concientización social sobre los derechos de las mujeres permite que nos focalicemos en las deudas, como la impostergable obligación del Estado de garantizar la participación política plena y efectiva de las mujeres 
Un informe reciente de Maira López señala que en Salta las mujeres ocupan solo el 35% de los cargos electivos. Una muestra patente y -escandalosa- de la subrepresentacion de las mujeres en la provincia es que el Senado provincial cuenta con solo una mujer entre los 23 representantes. En la Cámara de Diputados la representación femenina alcanza a un 31,66%. Si miramos los municipios, tenemos que esforzarnos para encontrar mujeres en los lugares de decisión.
No se trata ya de los muros legales que obstaculizan la participación política. Derribamos normas explícitas de exclusión. Hoy los desafíos se concentran en detectar y remover barreras, en general imperceptibles, sutiles, transparentes, enquistadas en las reglas electorales distorsivas de la voluntad popular, en normas no escritas de los partidos políticos. Modelizaciones no formales pero excluyentes, difusas en las estructuras organizacionales, que nos impiden el acceso a los derechos en condiciones de igualdad. 
Desbalancear la representación ciudadana para garantizar la falta de controles a los oficialismos locales, también trae como consecuencia la ausencia de mujeres en las cámaras legislativas. Numerosas voces calificadas en la provincia reclaman con razones fundadas la revisión del sistema electoral. La paridad en la composición de los cuerpos legislativos tiene que formar parte de esa mirada crítica. 
La brecha política es obvia y el precepto constitucional de igualdad y ejercicio plena de los derechos económicos, sociales, culturales y políticos contenido en el art. 13 de la Carta provincial hoy es solo una muestra de la buena voluntad de los constituyentes.
El Comité de la Cedaw señala que la democracia será perdurable cuando hombres y mujeres compartan la adopción de decisiones políticas.
Los esfuerzos legislativos como la ley de paridad se neutralizan por las inexistentes políticas públicas, los insuficientes avances en el Poder Judicial y los déficits en el sistema electoral, los que no logran, a 38 años de la vida democrática, dar cumplimiento al mandato constitucional. 
Las políticas de igualdad se construyen en un entramado de legislación, políticas, instituciones y mecanismos de gestión y participación capaces de romper con las lógicas de desigualdad. La democracia paritaria se conjuga en esa complejidad de estrategias combinadas y es hoy una obligación impostergable. 
 

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Cada 8 de marzo se renueva la oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido en materia de derechos de las mujeres, en los avances significativos y, sobre todo, revisar los desafíos pendientes. Tenemos todavía una agenda de igualdad incompleta que requiere nuestra atención.
Debo confesar que no me es indiferente festejar la femineidad: siempre encontré atractivo el feminismo francés de la diferencia con su exaltación de los rasgos particulares de las mujeres, aún en sus contradicciones teóricas. 
La creciente concientización social sobre los derechos de las mujeres permite que nos focalicemos en las deudas, como la impostergable obligación del Estado de garantizar la participación política plena y efectiva de las mujeres 
Un informe reciente de Maira López señala que en Salta las mujeres ocupan solo el 35% de los cargos electivos. Una muestra patente y -escandalosa- de la subrepresentacion de las mujeres en la provincia es que el Senado provincial cuenta con solo una mujer entre los 23 representantes. En la Cámara de Diputados la representación femenina alcanza a un 31,66%. Si miramos los municipios, tenemos que esforzarnos para encontrar mujeres en los lugares de decisión.
No se trata ya de los muros legales que obstaculizan la participación política. Derribamos normas explícitas de exclusión. Hoy los desafíos se concentran en detectar y remover barreras, en general imperceptibles, sutiles, transparentes, enquistadas en las reglas electorales distorsivas de la voluntad popular, en normas no escritas de los partidos políticos. Modelizaciones no formales pero excluyentes, difusas en las estructuras organizacionales, que nos impiden el acceso a los derechos en condiciones de igualdad. 
Desbalancear la representación ciudadana para garantizar la falta de controles a los oficialismos locales, también trae como consecuencia la ausencia de mujeres en las cámaras legislativas. Numerosas voces calificadas en la provincia reclaman con razones fundadas la revisión del sistema electoral. La paridad en la composición de los cuerpos legislativos tiene que formar parte de esa mirada crítica. 
La brecha política es obvia y el precepto constitucional de igualdad y ejercicio plena de los derechos económicos, sociales, culturales y políticos contenido en el art. 13 de la Carta provincial hoy es solo una muestra de la buena voluntad de los constituyentes.
El Comité de la Cedaw señala que la democracia será perdurable cuando hombres y mujeres compartan la adopción de decisiones políticas.
Los esfuerzos legislativos como la ley de paridad se neutralizan por las inexistentes políticas públicas, los insuficientes avances en el Poder Judicial y los déficits en el sistema electoral, los que no logran, a 38 años de la vida democrática, dar cumplimiento al mandato constitucional. 
Las políticas de igualdad se construyen en un entramado de legislación, políticas, instituciones y mecanismos de gestión y participación capaces de romper con las lógicas de desigualdad. La democracia paritaria se conjuga en esa complejidad de estrategias combinadas y es hoy una obligación impostergable. 
 

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