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Se curó de COVID y quiere abrir un comedor para niños

Liliana Silvera es jubilada y dice que la salvó la Virgen del Rosario de San Nicolás.
Lunes, 10 de mayo de 2021 01:49

"Yo me consagré a la Virgen del Rosario de San Nicolás. Ella me salvó de la COVID-19 y ahora comencé una venta de comida en mi casa. Quiero ver la posibilidad de armar un comedor comunitario para niños y madres que no tienen para comer en Cerrillos", dijo Liliana Silvera.

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"Yo me consagré a la Virgen del Rosario de San Nicolás. Ella me salvó de la COVID-19 y ahora comencé una venta de comida en mi casa. Quiero ver la posibilidad de armar un comedor comunitario para niños y madres que no tienen para comer en Cerrillos", dijo Liliana Silvera.

La historia de la "Abuela Lili" no se puede contar como si fuera la de una más de las tantas personas que superaron la gripe del coronavirus. Su relato conmociona a cualquiera y no se puede entender sin remontarse a su trabajo durante muchos años con la problemática de la infancia, siempre desde el Estado. Terminó su carrera en lo que fue el Ministerio de Primera Infancia, como jefa del Centro de La Merced. "Yo terminé mi carrera laboral con 40 personas a cargo. La coordinación y el manejo de la gente para trabajar por la niñez es muy duro, es cansador y es por eso que yo me jubilé y me propuse descansar, tener al menos 10 años sabáticos", dijo Lili, mientras preparaba con mucha alegría una carbonada especial de trigo para vender, en un día ideal por las bajas temperaturas.

Ella tiene 60 años y se jubiló a fines del 2020. Desde que comenzó la cuarentena, siempre estuvo pensando en toda esa gente a la que asistía y que, por su experiencia, sabía que era los que peor estaban con el parate de la economía.

"El mes pasado me contagié de coronavirus y la pasé muy mal... muy triste. No podía dormir y me dolía todo el cuerpo. Sin embargo, pude salir gracias a la Virgen de San Nicolás y de la doctora Pérez, del hospital Santa Teresita. Ya fui consagrada. Recibí su medalla y el escapulario y por eso tengo que ir hasta la ciudad de Rosario a agradecer. Pero también, como consagrada a la Virgen, voy a comenzar a armar un comedor comunitario para los niños y sus mamás que no tienen para comer en mi pueblo", dijo la mujer.

Hace dos semanas que salió de la enfermedad y siente que tiene poco tiempo para todo lo que necesita hacer. Armó un emprendimiento de venta de comidas para entregar en su propia casa.

Su familia la acompaña. Tiene cuatro hijos, cinco nietos y dos bisnietos. Su esposo Hugo también estuvo enfermo y él la pasó peor. Llegó a estar internado varios días con vómitos y dolores.

"Yo vendo la misma comida que cocino para mi familia. Comencé el 1 de mayo haciendo locro y me fue bien. Vendí 22 platos y estaba muy feliz. Quiero comenzar a vender de martes a sábado y, con lo que gane, comenzar a armar el comedor", dijo la mujer.

La cocina de su casa de Villa Los Tarcos se convierte en un hormiguero pateado, muy bien ordenado, en donde casi todos tienen una tarea asignada. La voz de mando la tiene la "Abuela Lili".

"Yo tengo que admitir que parte de lo que se gane se la va a destinar a mantener a mi familia. Las jubilaciones no son buenas y tengo que destinar 10 mil pesos mensuales a medicamentos", aclaró.

Su hija Melina atiende el teléfono, anota los pedidos y envuelve las bandejas. Hugo "junior" habla y habla y no hace nada. Su nieta Victoria, con solo 11 años, es la encargada de darle el toque final a los platos y anotar los pagos y vueltos. Marcelo, que es el "ángel de la guarda" de los changos, es un hermano más y el encargado de hacer el reparto. Con su esposo Hugo hacen las compras.

Bondiola de cerdo con verduras grilladas, fideos caseros con salsa, polenta con salsa roja y mucho queso. Van armando el menú por día. Ella comienza su jornada a las ocho y recién pasadas las 14 tiene un poco de calma.

"Lo que yo quiero tener no es un comedor como hay en todos lados. Quiero armar un equipo para un abordaje integral de la niñez y de la violencia de género y familiar. No es solo dar de comer y listo. Quiero aplicar toda mi experiencia y es por eso que andamos buscando equipo", dijo contenta.

Está todo dicho, el desafío asumido y, para aquellas almas solidarias del Valle de Lerma que quieran ayudar, pueden hacerlo comprando bandejas. También pueden llamar y donar cosas para el comedor que aún no funciona o consultar sobre la formación del grupo para el trabajo integral con niños y niñas.

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