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“Cuando llegué de Senegal no tenía ganas de volver a jugar”

Ibrahima Sow, nacido en Dakar y nuevo arquero de Cachorros, compartió su historia de vida y presente en el fútbol salteño. 
Domingo, 30 de mayo de 2021 02:19

“La vida te pondrá obstáculos, pero los límites los pones tú”, cita una frase que describiría parte del presente Ibrahima Sow, el nuevo arquero y figura de Los Cachorros, quien emigró de Senegal (África) con la esperanza de lograr un futuro mejor.
Ibu, como se lo conoce en la intimidad, es un joven de 24 años nacido en Dakar, capital de Senegal, que decidió dejar su país y instalarse en Salta en busca de cumplir el sueño que muchos inmigrantes comparten: trabajar y tener la posibilidad de ayudar económicamente a su familia.
Ganarse el “mango”, como comúnmente se dice, en estos tiempos no es fácil y sobre todo como vendedor ambulante. Pese a estas dificultades, Ibrahima trabaja arduamente para sobrevivir y disfruta de su gran pasión: el fútbol.
“Hace cuatro años que estoy en Salta, pero hacía tres que no jugaba. Estaba en mi casa mirando algunos partidos y pensaba ¿por qué no puedo volver a jugar? Me compré guantes y un pantalón de arquero, busqué en Facebook y encontré dónde entrenar, fui al estadio Martearena y ahí conocí a Juan (Cruz Mulieri) y comencé”, relató orgulloso el arquero tricolor, que llegó a la Argentina gracias a su hermano Lamine Sow, quien le compró el pasaje para que comenzara una nueva vida.
Luego, el senegalés, ilusionado por su buen presente en el club de zona sur, agregó: “Juan dijo que me buscaría un club, pesé que lo decía en broma, pero un día cuando salí a correr me llamó y dijo que vaya a entrenar a Cachorros, pregunté cómo llegar y fui en colectivo. Fui a hablar con el profe Norman Juárez (DT), una persona muy buena, él me abrió las puertas, me presentó y todo los chicos me trataron bien”, destacó el “uno”.
Ibu Sow está muy agradecido por la oportunidad que le dieron en el club Cachorros y el cariño que le demuestran permanentemente: “La verdad que me siento muy cómodo en el club, Norman es muy bueno conmigo, no me presiona, siempre me dice ‘tranquilo’, me entiende”.
“Ni en los partidos me gritó, si hice algo mal él me ratifica en los entrenamientos y me corrige para poder progresar”, elogió el hombre nacido en África, quien a la hora de referirse a sus compañeros, no dudó un instante en reconocer: “Con el equipo somos como una familia, somos jóvenes y estamos luchando todos por el mismo objetivo”.
Sow, quien se gana la vida como vendedor ambulante, demostró que “querer es poder”, cumple con un trabajo desgastante y aún así se hace tiempo para entrenar y defender los colores de Cachorros. Un ejemplo de perseverancia.
“Soy vendedor ambulante en la calle, salgo de mi casa a las 8.30, trabajo hasta las 14 y descanso un poco. Vivo en el centro, y voy al club en bicicleta, entreno hasta las 7.30, regreso a casa y salgo de nuevo a trabajar hasta las 23. Espero conseguir un trabajo estable”, contó el guardavallas del tricolor, dejando en claro que hace un sacrificio enorme para mantener su sueño vigente.
“Es complicado, camino todo el día y mi cuerpo también necesita descansar, pero si estás pensando en que tenés que pagar el alquiler u otra cosa, es muy difícil. En el campo de juego todo eso lo tenés que dejar de lado para hacer un buen partido”, aseguró Ibu con convicción.
Alejarse de la familia, el puntal en la vida de la mayoría de las personas, es un algo que siente mucho el joven arquero de Cachorros.
“En Senegal vivía con mi mamá (Malado Gadiaga), papá (Aly Sow) y sobrino. Extraño mucho a mi familia. La economía de allá está baja, cuando llegué no tenía ganas de volver a jugar, solo quería trabajar para ayudar a mi familia, es complicado, lejos”, describió con mucha tristeza y conteniendo las lágrimas, Sow, en un repaso breve de su juventud y sus inicios en el fútbol, contó: “En mi país jugaba de chico, siempre fui arquero. Jugaba en mi barrio con mi amigos y también estuve en una escuela de arqueros. Salí varias veces campeón con el equipo de mi barrio y fui capitán”, rememoró con una enorme sonrisa.
Ibrahima Sow se sumó a Cachorros en febrero del año pasado, participó de algunos amistosos pero tuvo que esperar su oportunidad en el banco y seguir trabajando duro para tener la posibilidad de ganarse la titularidad en el torneo que organiza la Liga Salteña.
“En el primer torneo quería dejar de jugar, pero siempre pienso de dónde vengo, tantas cosa que hice y que debo seguir”, destacó el arquero quien finalmente debutó oficialmente contra Mitre, rival con que el igualaron 1 a 1.
El guardavallas africano espera crecer deportivamente y tener la oportunidad de llegar a un club importante que le permita vivir del fútbol. “Todo jugador tiene un sueño grande, pero ahora estoy en Cachorros y respeto mucho al club, dejaré todo aquí y veremos que viene más adelante”, dijo con los pies sobre la tierra, pero con ilusión de hacer realidad su sueño.
El idioma no fue un problema para Ibu, aunque su pronunciación no es totalmente nítida, habla perfectamente el castellano.
“No me costó el idioma, hablo francés que es casi lo mismo que el castellano, también un poco de inglés y árabe”, relató el guardametas tricolor y, a modo de agradecimiento, recordó: “en África mi mamá no me dejaba estar mucho tiempo en la calle, le gustaba que estudiemos”, dijo el senegalés.
Por último, Sow, compartió uno de los mayores deseos que espera lograr cumplir en Argentina: “Mi mamá y papá nunca me vieron jugar, mi hermano que vive aquí tampoco, pero él me podrá ver algún día”, concluyó Ibrahima orgulloso de lo que logró en tan poco tiempo.
 

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“La vida te pondrá obstáculos, pero los límites los pones tú”, cita una frase que describiría parte del presente Ibrahima Sow, el nuevo arquero y figura de Los Cachorros, quien emigró de Senegal (África) con la esperanza de lograr un futuro mejor.
Ibu, como se lo conoce en la intimidad, es un joven de 24 años nacido en Dakar, capital de Senegal, que decidió dejar su país y instalarse en Salta en busca de cumplir el sueño que muchos inmigrantes comparten: trabajar y tener la posibilidad de ayudar económicamente a su familia.
Ganarse el “mango”, como comúnmente se dice, en estos tiempos no es fácil y sobre todo como vendedor ambulante. Pese a estas dificultades, Ibrahima trabaja arduamente para sobrevivir y disfruta de su gran pasión: el fútbol.
“Hace cuatro años que estoy en Salta, pero hacía tres que no jugaba. Estaba en mi casa mirando algunos partidos y pensaba ¿por qué no puedo volver a jugar? Me compré guantes y un pantalón de arquero, busqué en Facebook y encontré dónde entrenar, fui al estadio Martearena y ahí conocí a Juan (Cruz Mulieri) y comencé”, relató orgulloso el arquero tricolor, que llegó a la Argentina gracias a su hermano Lamine Sow, quien le compró el pasaje para que comenzara una nueva vida.
Luego, el senegalés, ilusionado por su buen presente en el club de zona sur, agregó: “Juan dijo que me buscaría un club, pesé que lo decía en broma, pero un día cuando salí a correr me llamó y dijo que vaya a entrenar a Cachorros, pregunté cómo llegar y fui en colectivo. Fui a hablar con el profe Norman Juárez (DT), una persona muy buena, él me abrió las puertas, me presentó y todo los chicos me trataron bien”, destacó el “uno”.
Ibu Sow está muy agradecido por la oportunidad que le dieron en el club Cachorros y el cariño que le demuestran permanentemente: “La verdad que me siento muy cómodo en el club, Norman es muy bueno conmigo, no me presiona, siempre me dice ‘tranquilo’, me entiende”.
“Ni en los partidos me gritó, si hice algo mal él me ratifica en los entrenamientos y me corrige para poder progresar”, elogió el hombre nacido en África, quien a la hora de referirse a sus compañeros, no dudó un instante en reconocer: “Con el equipo somos como una familia, somos jóvenes y estamos luchando todos por el mismo objetivo”.
Sow, quien se gana la vida como vendedor ambulante, demostró que “querer es poder”, cumple con un trabajo desgastante y aún así se hace tiempo para entrenar y defender los colores de Cachorros. Un ejemplo de perseverancia.
“Soy vendedor ambulante en la calle, salgo de mi casa a las 8.30, trabajo hasta las 14 y descanso un poco. Vivo en el centro, y voy al club en bicicleta, entreno hasta las 7.30, regreso a casa y salgo de nuevo a trabajar hasta las 23. Espero conseguir un trabajo estable”, contó el guardavallas del tricolor, dejando en claro que hace un sacrificio enorme para mantener su sueño vigente.
“Es complicado, camino todo el día y mi cuerpo también necesita descansar, pero si estás pensando en que tenés que pagar el alquiler u otra cosa, es muy difícil. En el campo de juego todo eso lo tenés que dejar de lado para hacer un buen partido”, aseguró Ibu con convicción.
Alejarse de la familia, el puntal en la vida de la mayoría de las personas, es un algo que siente mucho el joven arquero de Cachorros.
“En Senegal vivía con mi mamá (Malado Gadiaga), papá (Aly Sow) y sobrino. Extraño mucho a mi familia. La economía de allá está baja, cuando llegué no tenía ganas de volver a jugar, solo quería trabajar para ayudar a mi familia, es complicado, lejos”, describió con mucha tristeza y conteniendo las lágrimas, Sow, en un repaso breve de su juventud y sus inicios en el fútbol, contó: “En mi país jugaba de chico, siempre fui arquero. Jugaba en mi barrio con mi amigos y también estuve en una escuela de arqueros. Salí varias veces campeón con el equipo de mi barrio y fui capitán”, rememoró con una enorme sonrisa.
Ibrahima Sow se sumó a Cachorros en febrero del año pasado, participó de algunos amistosos pero tuvo que esperar su oportunidad en el banco y seguir trabajando duro para tener la posibilidad de ganarse la titularidad en el torneo que organiza la Liga Salteña.
“En el primer torneo quería dejar de jugar, pero siempre pienso de dónde vengo, tantas cosa que hice y que debo seguir”, destacó el arquero quien finalmente debutó oficialmente contra Mitre, rival con que el igualaron 1 a 1.
El guardavallas africano espera crecer deportivamente y tener la oportunidad de llegar a un club importante que le permita vivir del fútbol. “Todo jugador tiene un sueño grande, pero ahora estoy en Cachorros y respeto mucho al club, dejaré todo aquí y veremos que viene más adelante”, dijo con los pies sobre la tierra, pero con ilusión de hacer realidad su sueño.
El idioma no fue un problema para Ibu, aunque su pronunciación no es totalmente nítida, habla perfectamente el castellano.
“No me costó el idioma, hablo francés que es casi lo mismo que el castellano, también un poco de inglés y árabe”, relató el guardametas tricolor y, a modo de agradecimiento, recordó: “en África mi mamá no me dejaba estar mucho tiempo en la calle, le gustaba que estudiemos”, dijo el senegalés.
Por último, Sow, compartió uno de los mayores deseos que espera lograr cumplir en Argentina: “Mi mamá y papá nunca me vieron jugar, mi hermano que vive aquí tampoco, pero él me podrá ver algún día”, concluyó Ibrahima orgulloso de lo que logró en tan poco tiempo.
 

La admiración del “uno”
Ibrahima Sow ya comenzó a dar qué hablar en el fútbol salteño, tuvo buenas actuaciones con Cachorros en el torneo anual. El partido pasado frente a El Tribuno desvió un penal, en la victoria de su equipo por 3 a 1.
El arquero senegalés se mostró muy agradecido de Juan Curz Mulieri, su mentor y quien lo recomendó en el club de zona sur.
“Del fútbol salteño me gusta mucho la técnica que tiene Juan y la manera de trabajar, él hizo tanto por mi y estoy muy agradecido. En cada partido me corrige para seguir creciendo”, valoró del tricolor, uno de los protagonistas del certamen doméstico.
A su vez, Ibu mostró admiración por Mauricio Pegini, arquero de Central Norte: “Me gusta como queda Pegini, y del exterior admiro al arquero de Francia (Hugo Hadrien Dominique) Lloris”.
Por ahora, con el único club que se identifica Sow en la provincia es con Cachorros: “No soy de ningún club de Salta, pero soy hincha de Boca. Después en mi país no tengo un equipo, solo el de mi barrio, porque comencé a jugar ahí y pasé lindo momentos”, remarcó el ‘uno’ tricolor. Ibrahima espera ansioso la vuelta de la actividad para retomar los entrenamientos.

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