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Al menos tres muertos en la represión talibán de las primeras protestas en Afganistán

Otras 12 personas resultaron heridas en las manifestaciones de Khost y Jalalabad, esta última una de las que mayor resistencia opuso al avance insurgente. 
Miércoles, 18 de agosto de 2021 17:49


La primera resistencia frente a los talibán, aunque tímida, fue la de las mujeres que el martes les dijeron que no iban a permitirles que las borraran de la sociedad; el miércoles, cientos de afganos salieron a las calles de dos ciudades del país para volver a izar la bandera tricolor que los fundamentalistas pretenden sustituir por la suya propia, antes incluso de conformar su Gobierno. A diferencia de lo ocurrido durante la concentración feminista, los insurgentes, esta segunda vez, abrieron fuego contra la ciudadanía.

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La primera resistencia frente a los talibán, aunque tímida, fue la de las mujeres que el martes les dijeron que no iban a permitirles que las borraran de la sociedad; el miércoles, cientos de afganos salieron a las calles de dos ciudades del país para volver a izar la bandera tricolor que los fundamentalistas pretenden sustituir por la suya propia, antes incluso de conformar su Gobierno. A diferencia de lo ocurrido durante la concentración feminista, los insurgentes, esta segunda vez, abrieron fuego contra la ciudadanía.

Según la cadena Al Jazeera, al menos tres personas murieron abatidas y una docena más resultaron heridas por la brutal represión talibán, que contradice frontalmente las promesas reconciliadoras que su portavoz, Zabihullah Mujahid, puso sobre la mesa un día antes. Las manifestaciones tuvieron lugar principalmente en las ciudades orientales de Khost y Jalalabad. La segunda estuvo entre las últimas en caer en manos talibán, la semana pasada.

Las dos localidades registraron escenas similares. Un grupo de vecinos, portando la bandera negra, roja y verde establecida en 2004 tras el derrocamiento del anterior régimen talibán, inundó una rotonda central, donde los insurgentes habían izado el emblema blanco con letras negras de su aspirado Emirato Islámico, y lo arriaron. Los extremistas, que se han desplegado por todo el país con la excusa de querer “evitar el pillaje”, dispararon indiscriminadamente.

 

 

Jalalabad es un lugar tradicional de celebración anual del día de la independencia de Afganistán. Suele coincidir con el 19 de agosto, y sirve para conmemorar el día de 1919 en que el Imperio Británico reconoció la soberanía afgana, al final de la tercera guerra anglo afgana. Durante gran parte del siglo siguiente, la guerra ha marcado un territorio eje de Asia Central, pretendido por multitud de países deseosos de asentar sus tropas en él o ejercer su influencia hegemónica a través de subsidiarios.

Pese a los intentos de los jerifaltes talibán de mostrar, a través de su propaganda, escenas de normalidad y ademanes más liberales que antaño, incidentes como el de este miércoles ponen a prueba sus intenciones y, de paso, las de la comunidad internacional, que no rehúsa de mantener, por lo menos, un diálogo directo con los talibán. La condición que Washington expresó es que los nuevos señores del Afganistán post repliegue no apliquen las mismas normas draconianas del Gobierno de los 90.

Son numerosos los activistas y periodistas que, pese a seguir libres, han denunciado persecución y acoso por parte de miembros de los talibán, en especial en ciudades de provincia, lejos del foco mediático internacional. El martes, los medios de propaganda talibán mostraron imágenes de un encuentro en Kabul entre Hamid Karzai, presidente tras la intervención occidental de 2001, y dirigentes fundamentalistas. Todos están involucrados en la tarea de conformar un nuevo Ejecutivo.
 

Fuente: El Mundo

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