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Ciudades ancladas en el pasado

Viernes, 04 de noviembre de 2022 02:30

Estamos en una coyuntura que se retroalimenta, para ahondarse más, esperando un colapso para reanudarse, pero a su vez transitamos otra coyuntura aún mayor, aunque no podamos tomar conciencia de lo apegados que estamos a ella. De alguna forma sentimos que algo no está bien, y tratamos de dilucidar separándolo en el aspecto político, económico, científico y religioso, cada uno en su contexto, nunca buscando un equilibrio entrecruzado. De esta forma nos entretenemos en las especialidades. La educación está multiespecializada, con miles de expertos en áreas tan diversas como la imaginación nos entusiasma, la misma coyuntura lleva a buscar la ganancia financiera en la especialización, de manera que la sustentabilidad está atada al flujo del dinero, y todo está remunerado, siempre, y paga tributo por estar en el sistema, no hay escapatoria a la fórmula, la lucha se ciñe entre la ganancia y el tributo, que de alguna manera se convierte en una intrincada zanahoria aritmético-matemática de fórmulas económicas y políticas, que se entrelazan con reglamentaciones y reglas entre absurdas, fuera de tiempo, a veces desconocidas, o sujetas a interpretaciones legales, que terminan modificando constantemente las preguntas cuando llegan las respuestas.

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Estamos en una coyuntura que se retroalimenta, para ahondarse más, esperando un colapso para reanudarse, pero a su vez transitamos otra coyuntura aún mayor, aunque no podamos tomar conciencia de lo apegados que estamos a ella. De alguna forma sentimos que algo no está bien, y tratamos de dilucidar separándolo en el aspecto político, económico, científico y religioso, cada uno en su contexto, nunca buscando un equilibrio entrecruzado. De esta forma nos entretenemos en las especialidades. La educación está multiespecializada, con miles de expertos en áreas tan diversas como la imaginación nos entusiasma, la misma coyuntura lleva a buscar la ganancia financiera en la especialización, de manera que la sustentabilidad está atada al flujo del dinero, y todo está remunerado, siempre, y paga tributo por estar en el sistema, no hay escapatoria a la fórmula, la lucha se ciñe entre la ganancia y el tributo, que de alguna manera se convierte en una intrincada zanahoria aritmético-matemática de fórmulas económicas y políticas, que se entrelazan con reglamentaciones y reglas entre absurdas, fuera de tiempo, a veces desconocidas, o sujetas a interpretaciones legales, que terminan modificando constantemente las preguntas cuando llegan las respuestas.

Estamos en ciclos económicos que obligan a políticas sociales adecuadas al sistema financiero, no hay forma de salir de la emboscada; lo enseñamos, lo practicamos, lo hacemos y lo sufrimos, sin poner en duda ninguno de sus pasos, porque siempre fue así, y la diversidad de acciones sociales, políticas, legales y económicas no dan posibilidad de cambio. ¿Cómo implementar todas las materias en las escuelas en un solo aprendizaje dinámico que las agrupe? Para que haya un principio motivador de aplicación de todas, y entonces quitando los tediosos supuestos se comprenda la combinación del conocimiento, ¿qué impide este cambio? El sistema social financiero que tenemos instituido y las circunstancias actuales no permiten modificarlo porque implicaría un serio colapso de muchos sectores sociales y, a su vez, cambios estructurales de poder político.

El primero de los decisivos condicionantes que no vemos, y llevamos a cuestas, es que el sistema urbano que elegimos como normal siempre está en pérdida, o sea siempre nos va a llevar a gastar más en sustentarlo, por más esfuerzo que hagamos. Por su estructura, a la que aceptamos como básica e inamovible, el modelo de ciudad responde a un sistema arquitectónico y de ingeniería que depende de cloacas, suministro eléctrico, suministro de agua y otros adicionales que se van incorporando de acuerdo al avance tecnológico.

El sistema cloacal está asociado al sistema arquitectónico de viviendas que jamás ponemos en cuestionamiento ni aceptamos una duda, pero que configura un cuento de nunca acabar en gastos, un tributo implícito que no vamos a sacar porque "siempre fue así". La ciudad crece en viviendas superando siempre el caudal cloacal y la capacidad de depuración del mismo, que está hecho para que se derive dinero en financiar la continua reparación o sostenimiento de un sistema inviable.

La misma necedad arquitectónica reside en el suministro de agua, no importa de donde venga y cuanto cueste conseguirla, se encarga quien tenga que hacerlo; los fanáticos del reciclado y huella de carbono no cuestionan este aspecto, porque es parte del sistema que mantiene viva la financiación de sus bonos, y porque no lo pueden ver.

El suministro eléctrico tampoco esta contemplado como "autónomo". No digo "sustentable" porque hoy hay construcciones híbridas que intentan ponerse la etiqueta de "verdes" solamente por una cuestión de comercialización (o marketing como dirían los gurúes comerciales), en la ingeniería y arquitectura de ciudad se sigue a rajatabla el suministro ligado al consumo de 220V corriente alterna 50 Hertz, aunque todos los electrodomésticos (la mayoría) funcionen con 18V de corriente continua, con adaptadores que convierten los 220V C.A. con perdidas del 50% en calor.

¿Por qué se siguen haciendo cableados multifilares de porteros en los edificios de departamentos cuando la fibra óptica simplifica técnica y costos? Porque la ingeniería nunca planificó un edificio con esta técnica.

Esta es la verdadera coyuntura que agobia, estamos atados a un sistema financiero de consumo en constante pérdida, que no puede convertirse porque todos los integrantes, bancos, financieras, gobiernos, industria, trabajadores, etc., están sujetos a dependencias monetarias estratégicas de las que no pueden desligarse. La expansión de la ciudad esta ligada a la convivencia social, política, económica, científica y religiosa del sistema financiero citadino.

Para ver un poco el aspecto de esta cadena irrompible de dependencias, supongamos que se nos ocurre un edificio para 200 familias, el cual posea un sistema de reciclado de residuos y aguas grises autónomo, sumado a la recolección de agua y electricidad, planificado con todos artefactos de 18V corriente continua, toda la electrónica de control por domótica y fibra óptica, que sustente automáticamente el equilibrio térmico y eléctrico entre todas las viviendas, sumado al control de aguas residuales y de consumo humano. Esta obra implicaría un cambio en el diseño estructural, en los materiales que se usen, sin los estándares eléctricos y sanitarios de la industria actual, y no habría dependencia del sistema cloacal, eléctrico y de agua, íalgo impensable! Un colapso de dependencias impositivas y financieras inconcebible. Hagamos el ejercicio mental de concebirlo y veremos que en nuestra actual situación ni siquiera nosotros mismos lo aceptamos.

Podríamos usar la logística para planificar una expansión demográfica de ciudades que implique un cambio estructural en la educación, la economía, la política, la ciencia, la religión, cambiar el concepto básico de la gran ciudad suministrada por la agroindustria en todas sus dependencias, juntar los expertos de todas las áreas para planificar un cambio, entonces ¿qué le diría un sistema de estadísticas y planificación social con I.A. quántica, al sistema bancario?: íVas a desaparecer! Por lo tanto, es esta coyuntura urbana financiera, de las ciudades tal como las concebimos y que es invisible a nuestro intelecto, que nos obliga a esta convivencia retrógrada, de la cual no queremos salir y siempre nos tiene atrapados en ciclos de estabilidad y pérdida.

 

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