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Nuestra Patagonia, a la intemperie

Lunes, 09 de mayo de 2022 02:22

Referirse al mundo patagónico significa adentrarse en la geografía terrestre que se encuentra en la cima de los continentes que se proyecta a su centro de tierra firme: la Antártida. La conexión física del continente Antártico con el sur americano es única e incuestionable. Es preciso partir de esta realidad física para intentar una compresión de los acontecimientos que, a través del tiempo, los humanos ocasionaron, ocasionan, y ocasionarán en tal región. Desde los más antiguos mapas que se conoce, constatamos la importancia asignada a esta zona del mundo que hoy los adelantos tecnológicos esconden como una gran "mancha blanca" de la que se informa poco y nada.

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Referirse al mundo patagónico significa adentrarse en la geografía terrestre que se encuentra en la cima de los continentes que se proyecta a su centro de tierra firme: la Antártida. La conexión física del continente Antártico con el sur americano es única e incuestionable. Es preciso partir de esta realidad física para intentar una compresión de los acontecimientos que, a través del tiempo, los humanos ocasionaron, ocasionan, y ocasionarán en tal región. Desde los más antiguos mapas que se conoce, constatamos la importancia asignada a esta zona del mundo que hoy los adelantos tecnológicos esconden como una gran "mancha blanca" de la que se informa poco y nada.

Mundo Patagónico, que Sir Henry Kissinger definiera como "una daga que apunta al corazón de la Antártida" a solo 950 km, frente a los 4.000 km que la separan de Sudáfrica, los 2.900 de Nueva Zelanda, los 2.500 de Australia. Su extensión de 14.000.000 km2 conforma un continente con sus recursos intactos, apetecibles para apropiamiento y control del mundo futuro.

Por ello es absolutamente necesario considerar la geografía antártica como un todo integrado a la plataforma continental marítima, la plataforma insular, plataforma terrestre del sur americano chileno y argentino.

Un plexo histórico hoy se desborda ante el intento de fuerzas poderosas de ocasionar un total caos para desembocar en un fraccionamiento geográfico patagónico y disgregación poblacional, atizando la violencia feroz enmascarada en reivindicaciones territoriales de cuestionados derechos ancestrales en el sur chileno y argentino. Violencia que en la actualidad con la asunción presidencial de Gabriel Boric en Chile tiene muy pocas posibilidades de control, y en la argentina "permisiva" corre igual suerte la cuestión.

Asistimos a que los conceptos como: "divide et impera", "ejercer el poder sin exhibirlo", "trade et no countries", "liberar para someter", se ponen en práctica para el apropiamiento de lo que nos pertenece, por parte de las potencias que ya están instaladas militarmente en partes de nuestros territorios y no escatimarán en avanzar en el control total de lo que les interesa.

Es apropiado para esta temática la referencia a la obra de Jorge Castelli titulada: "El delicado umbral de la tempestad. Cuestiones de un general inglés" (2001 Ed. Sudamericana). El relato, de ficción, se refiere a la visita que John Whitelocke (después de ser degradado y condenado por su fracaso en tomar Buenos Aires) recibe, en su soledad, a un almirante inglés de apellido Ashley, al que pone en conocimiento de la estrategia que emplearía Gran Bretaña para doblegar Buenos Aires en los siglos siguientes. En este diálogo imaginario, Whitelocke manifiesta a su interlocutor: "Si yo fuera Londres, descartaría totalmente cualquier nueva acción de tipo militar. La descartaría por compleja, riesgosa, innecesaria. Echaría mano a los distintos recursos políticos, diplomáticos y comerciales que están bien a nuestro alcance. Yo no pondría a la vista ni un solo uniforme rojo. Descargaría toda la responsabilidad en el sistema de espionaje y en las distintas vertientes de la Logia, dejando finalmente la entrada triunfal a las gentes del comercio"."Si yo fuese Londres que por fortuna no lo soy- apoyaría, alentaría y financiaría distintos focos de insurrección continental. Los encendería y los alimentaría, sí, pero desde la sombra. Que mi rostro no fuese visto; que mi mano marcara las pinceladas más finas. Yo escribiría en un papel la historia de aquellas tierras, historia que luego me encargaría de poner en escena. Yo inventaría países, Ashley. Permitiría que jugaran con la idea de autonomía, que crearan sus banderas y sus prohombres, que se creyeran dueños de sus destinos. Pero elegiría sus reyes o sus gobernadores y pagaría esos sueldos de mis propias cajas. Piense usted que la manera más efectiva de mantener a un hombre como esclavo es hacerle creer que es libre. Sostendría así esos territorios en mi puño y hasta el fin de los tiempos, fomentando, incluso, guerras entre ellos para que fuesen cristalizando identidades. ¿Quién podría echarme Ashley? ¿Ante quién debería rendir mi espada en algún futuro día? Permanecería yo en todas partes y en ninguna. Procedería como el viento, que doblega los árboles aun siendo invisible".

Por ello es necesario distinguir entre la identidad del instigador o criminal intelectual y el autor material, es lo que los pueblos hasta ahora ignoran y constituye el método que deja a Gran Bretaña siempre oculta ante sus víctimas. Hoy está en juego el control de la Gran Sur América y el continente Antártico del que formamos parte, los posicionamientos de las potencias en esta geografía presagian el cruento futuro que espera a nuestras regiones y a los que en ella habitan.

En estos días, la Patagonia en llamas, a manos del fundamentalismo ambientalista y los pseudo mapuches es una clara señal al respecto.


 

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