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Natalia, la primera mujer que se convirtió en “tutora” legal de un perro

Se trata de la abogada salteña que patrocinó a Dardo, un perro callejero que sufrió heridas graves provocadas por un petardo en la vía pública. El animalito falleció el lunes.
Miércoles, 10 de agosto de 2022 06:39

El lunes falleció Dardo, un perro callejero cuya historia encabezó los titulares de los medios de comunicación en 2012 tras sufrir heridas graves en el hocico causadas por un petardo arrojado por estudiantes, en la plaza 9 de Julio. 
Su caso despertó del letargo a una sociedad que hasta ese momento tenía poca difusión del tema de los derechos de los animales, cuya protección está vigente desde hace más de un siglo por la llamada Ley Sarmiento. Y fue todavía más allá, convirtió a la abogada Natalia Sánchez en la primera “mamá multiespecie”, reconocida legalmente. 
Por aquellos tiempos, y tras los trágicos hechos ocurridos en el microcentro salteño, Natalia se presentó ante Tribunales en representación del animal. “Me presenté como abogada y madre de Dardo y la jueza Silvia Bustos Rallé me reconoció como tal. Eso consta en el expediente, convirtiéndome en el único caso de este tipo en el país”, detalló.

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El lunes falleció Dardo, un perro callejero cuya historia encabezó los titulares de los medios de comunicación en 2012 tras sufrir heridas graves en el hocico causadas por un petardo arrojado por estudiantes, en la plaza 9 de Julio. 
Su caso despertó del letargo a una sociedad que hasta ese momento tenía poca difusión del tema de los derechos de los animales, cuya protección está vigente desde hace más de un siglo por la llamada Ley Sarmiento. Y fue todavía más allá, convirtió a la abogada Natalia Sánchez en la primera “mamá multiespecie”, reconocida legalmente. 
Por aquellos tiempos, y tras los trágicos hechos ocurridos en el microcentro salteño, Natalia se presentó ante Tribunales en representación del animal. “Me presenté como abogada y madre de Dardo y la jueza Silvia Bustos Rallé me reconoció como tal. Eso consta en el expediente, convirtiéndome en el único caso de este tipo en el país”, detalló.

 

Natalia se vio impulsada por la búsqueda de justicia y para que hechos de este tipo no vuelvan a ocurrir. Esto quedó de manifiesto al renunciar al cobro de cualquier tipo de honorarios y/o beneficio personal.


 

 

Sentó jurisprudencia

La causa acumuló siete cuerpos y la Justicia se expidió con rapidez sentenciando a los acusados, por entonces estudiantes menores de edad, a trabajos comunitarios. Fue así que el “Caso Dardo” sentó jurisprudencia y hoy se toma como referencia en los estrados de todo el país, en casos de violencia contra los animales. 
Respecto a la vida de Dardo, después de sufrir las consecuencias de la detonación de un explosivo de artificio, Natalia recordó: “El estallido le destrozó la mandíbula. Recuerdo que tenía una corbata de sangre. Era una imagen dantesca. Aquel día Cristian Beeminn lo asistió llevándolo a su veterinaria. Lo operó de urgencia para salvarle la vida. A partir de allí fui todos los días a verlo, hasta que le dieron el alta parcial”, recordó la abogada. 

Bajo su tutela, lo llevó a su casa y se hizo cargo de una tarea nada fácil. “Durante aproximadamente cinco meses lo llevé todos los días a controles y a que reciba sus inyecciones. No quería comer si no estaba yo presente”, recordó.

 

Un vez recuperado, Dardo acompañó a Natalia y a su familia durante 10 años, hasta sus últimos días. Desde hace un tiempo, el animalito presentó problemas renales y cardíacos, que fueron agudizándose en las últimas semanas. “Comenzó a no comer ni a tomar agua. Le daba líquido con una jeringa para que no se deshidratara. Su vida se fue apagando y el domingo lo vi muy mal. Me quedé hasta tarde con él y vi como sus ojitos fueron perdiendo el brillo tan particular que tenían, hasta que el lunes dejó de respirar”, recordó Natalia, conmovida.

La vida de Dardo no fue en vano y dejó una huella imborrable en la sociedad. Generó conciencia. Fue una bisagra en lo que hace al respeto a los animales y a la observancia de sus derechos, y desterró ciertos comportamientos peligrosos en manifestaciones públicas, como el de arrojar explosivos.

El perrito salteño se fue de este mundo, pero dejó un legado que perdurará por siempre. 
 

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