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"Si yo volviera a nacer, seguro elegiría ser payaso de nuevo"

Martín "Caramelito" Valdés habló sobre su trabajo.
Domingo, 29 de enero de 2023 02:39

Martín Valdés es un joven de 25 años que oficia en el Circo Mundial como el payaso "Caramelito".

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Martín Valdés es un joven de 25 años que oficia en el Circo Mundial como el payaso "Caramelito".

Él no sabe desde cuándo es payaso. "Yo soy de tercera generación de familia de circo", dijo poniéndose serio por única vez.

El hombre es de Chile, de la Región de Ñuble, en la parte central del mapa del país trasandino.

"Yo no sé desde cuándo es que soy payaso porque nací y viví siempre en un circo", dijo. Su mamá Yolanda fue trapecista y su papá Gerardo hacía el mantenimiento en el circo donde trabajaba Yolanda. Así se conocieron y armaron su familia. Martín vivió entonces entre los ensayos de los payasos, los entrenamientos de los malabaristas, los enigmas de los magos y el encanto de las carpas gigantes.

"Uno desde que recuerda está siempre con los artistas del circo. A mí me fascinaban los payasos, así que tampoco recuerdo cuándo fue que salí por primera vez a escena. Solo sé que imitaba, jugaba y me divertía con ellos; luego ya formé parte de ellos. Ahora soy payaso y trapecista también", dijo el hombre de la nariz roja.

Es la bipolaridad. En un momento es Martín y se vuelve Caramelito en un segundo en que saca una trompeta y entona la canción "Muchachos" del Mundial de Fútbol y desata la alegría de todos los que lo observan en la entrevista.

No para ni un minuto, pues las risas son su desafío permanente. Además, siendo un chileno tuvo que soportar todo el Mundial de Fútbol de Qatar cuando estuvieron en San Pedro de Jujuy, y no le quedó otra que aprender a tocar con su instrumento la canción de los hinchas de la Selección de Argentina.

"Los mejores payasos son chilenos porque el público de allá es súper exigente. Entonces hay que estudiar, pero también hay que tener mucho de espontaneidad porque a veces el público no responde con risas, todo se complica, y hay que sacar lo mejor que tenemos para que la gente se largue las carcajadas. Acá en Salta me pasó una noche que la cosa no andaba, así que tuve que improvisar y quemar el repertorio para que la gente se divierta. Las demás noches los salteños son muy agradables y muy divertidos; se prestan para todo y el show sale muy bien", dijo Martín.

Cómo será su vinculo familiar con el circo que sus primos también trabajan en el rubro. "Yo tengo a dos referentes en lo profesional. A mi primo Erwin en el trapecio y a Rodolfo como payaso. Ellos me guían siempre y les tengo mucho respecto por el trabajo que hacen", dijo emocionado.

Siempre viviendo en los circos, en 2018 vio el anuncio de la familia Jovanovich que necesitaba un payaso. Llamó, preguntó, le gustó y se sumó a esta gran familia de más de 70 personas nómades. La pandemia fue muy dura para todos, especialmente para la gente circense que de la noche a la mañana quedó sin ingresos y sin las alegrías de una carpa llena de niños y padres. En sus pocos años de vida fue lo más triste que vio Caramelito.

Ahora volvieron al ruedo y sabe que ese trabajo, el de payaso, es el que quiere para el resto de su vida. Al trapecio también lo quiere, pero ahora anda con una lesión fuerte en una de sus extremidades que requiere descanso de actividad intensa. Sobre el papel de payaso tiene sus propias conclusiones.

"De 10 artistas que comienzan a trabajar en un circo, 9 se quedan por el resto de su vida. De ahí quizás 1 se va del circo a probar otros oficios. Es muy difícil despegarse de este modo de vida. Tiene toda una magia y un encanto rodar por distintos lugares, pero también tiene un punto en contra que es el hecho de no tener una casa fija, un lugar de donde decir que se vive. En el caso mío, si volvería a nacer elegiría ser payaso nuevamente", concluyó.

Zona de promesas

Es primicia quizás, pero Caramelito se va del circo Mundial el próximo 6 de febrero. Ya se lo comunicó al dueño Gustavo Jovanovich. No hay rencores y quedarán las puertas siempre abiertas de esa familia. El argumento central de la ida es porque Martín vuelve a cuidar a su madre que tiene una dura enfermedad, el payaso vuelve a la casa materna y ahí es cuando la pintura ya no puede tapar la ausencia de una sonrisa.

"Vuelvo a cuidar a mi madre, no sé hasta cuándo será eso, pero es solo temporal. Acá lo tomaron bien porque son una familia y saben que quiero volver cuando se pueda", dijo Martín, que de pronto se volvió Caramelito, sacó su trompeta y salió corriendo por detrás de las bambalinas provocando todo tipo de alteraciones en los espíritus de las personas cercanas.

 

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