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Una pandemia que golpea en Salta

Miércoles, 22 de marzo de 2023 01:06

¿Qué pasa por la cabeza del femicida en el momento de cometer ese crimen aberrante?

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¿Qué pasa por la cabeza del femicida en el momento de cometer ese crimen aberrante?

Esa pregunta tiene muchas respuestas, y ninguna definitiva. Salta es una provincia donde el femicidio es endémico. Las historias de Juana Figueroa, asesinada por su esposo, y de Artidorio Cresseri, que mató a su pareja y luego compuso la López Pereyra, lo confirman. Aunque en aquel entonces ambos crímenes fueron calificados como "drama pasional" o "emoción violenta".

Violencia y sometimiento

Pero se trata de una pandemia del alcance universal, que desborda los límites de los sistemas políticos y las culturas. Y en todos los casos se trata de asesinatos cometidos por hombres contra mujeres, generalmente, como corolario de largo tiempo de violencia y sometimiento.

En números brutos, en 2017 Asia encabezó la lista con más mujeres asesinadas (20.000), seguida de África (19.000), América (8.000), Europa (3.000) y Oceanía (300), según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC). El 38% de los asesinatos fue cometido por su pareja masculina.

Según la Cepal, en 2021, en América Latina y el Caribe al menos oficialmente 4.473 mujeres fueron víctimas de femicidio. Pueden ser muchas más.

Pero lo que pasa en nuestra casa duele más. En estos primeros meses de 2023 en Salta se registraron cuatro femicidios confirmados y otros seis casos de muertes sospechosas de mujeres, que se investigan.

Dura realidad

La realidad golpea fuerte, pero hay que ir más allá de la noticia del día. El 28 de agosto de 2004 el asesinato de Vanina Alderete y dos de sus hijos a manos de Alberto Yapura fue una divisoria de aguas. Esa tragedia ocurrida en Salta capital demostró que la Justicia y la policía no asumieron los mensajes violentos que la anticipaban. La respuesta del Gobierno dio un primer paso para que los organismos del Estado comenzaran a mejorar sus reflejos.

Pero todo necesita continuidad en el tiempo, y sin distracciones. Así lo confirma el impacto de asesinatos como el de las universitarias francesas Cassandre Bouvier y Houria Mounmi, en julio de 2011; el de Andrea Neri, asesinada en enero de 2017 por Gabriel Herrera dentro del penal de Villa Las Rosas, donde se habían conocido y donde él cumplía una condena por haber matado a su anterior pareja, Verónica Castro, en 2006, y también dentro de una cárcel; el de la maestra Evelia Murillo, asesinada en la escuela de El Bobadal en 2014, cuando ella defendió a una alumna de 18 años a quien José Tomás Cortez pretendía someter sexualmente, entre muchos otros.

Es solo la cabeza del iceberg de una violencia sistémica. Y la insuficiencia de estadísticas y de estudios sistémicos sobre los escenarios, las conductas y las modalidades que aparecen en estos crímenes dificulta la posibilidad de proyectar políticas preventivas para anticiparse a los hechos. Los gobiernos, la Justicia, los legisladores, la policía, la escuela y la salud pública necesitan datos ciertos para encolumnarse en la empresa.

Igualdad

La solución última, claro, solo provendrá de un cambio cultural. Una transformación que ubique a la mujer y al hombre en la absoluta igualdad de derechos, con la misma libertad y con idénticas posibilidades de desarrollo personal. Porque la violencia de género nace de una distorsión de los valores y un camuflaje de las tradiciones y el derecho. El femicidio es solo la expresión extrema de las múltiples formas de violencia contra las mujeres y las niñas.

Los estudios sobre la conducta del agresor indican que se trata de un acto voluntario, en el que la psicopatología apenas explica una pequeña proporción de estos crímenes. Pero los femicidas y sus hogares dan señales. Una de cada cuatro mujeres ha sido víctima o vive violencia -física y/o sexual- por su pareja o expareja, lo que supone riesgo permanente -y perceptible- de un desenlace letal.

Recomendaciones

La ONU recomienda producir una información estadística de calidad que vaya más allá de la contabilidad del número de mujeres muertas. "Para que la información sirva al diseño de políticas públicas integrales es importante conocer las características de las víctimas y los agresores, la relación entre ellos, los contextos en que se desarrollaron estos delitos, el medio utilizado y si la víctima había presentado alguna queja previa contra el agresor". Algo que nos está faltando en Salta.

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